Si el día de mañana te hablan de 'Los Abuelitos', una finca en el pueblo de Argamasilla de Alba (Ciudad Real), quizá te imagines una bucólica campiña castellana, un porche dando a la entrada y una pareja pasando la tarde. O quizá no. Seguro, lo que no te vas a imaginar es que se trata de una macroplanta de procesamiento de pistachos, la mayor de Europa, capaz de almacenar hasta seis millones de kilos de frutos secos.
El artífice de todo esto es Juan Gallego, un ingeniero técnico agrícola que hace dos años se marcó el objetivo del récord. Ahora, el pistacho casi parece un producto autóctono más. Castilla-La Mancha cuenta con más de 53.000 hectáreas de pistacho, que ha terminado por convertirse en un cultivo fundamental para el motor agrícola de la región. Su rendimiento y crecimiento exponencial, tanto en cultivo como en producción, supone el 90% de todo el cultivo en España y se ha vuelto indispensable para su economía.
Así lo ha celebrado, en la propia inauguración de 'Los Abuelitos', el presidente de la comunidad autónoma, Emiliano García-Page, que se ha desplazado junto a su consejero de Agricultura, Francisco Martínez Arroyo, a la sede de IberoPistacho -matriz de la planta- para conocer la nueva infraestructura. Además de la macroplanta, Castilla-La Mancha cuenta con uno de los mejores centros de investigación de pistacho del mundo, 'El Chaparrillo', dependiente del Gobierno regional.
Porque, coinciden todos, el pistachero es una de las mejores alternativas para garantizar un futuro rentable al campo manchego, ya completamente revolucionado por este oro verde. Hace doce años, en 2010, sólo había 1.121 hectáreas cultivadas de pistacho; hoy por hoy son más de 53.000. ¿Qué ha ocurrido?
El mejor cultivo
Como con todas las tendencias, la del pistacho empieza de la manera más lógica: con un par de visionarios. Varios agricultores y empresarios se dieron cuenta, en los años de la crisis, de que aquel pequeño fruto seco se producía barato, era más fácil de cultivar y se rentabilizaba más que el resto de sus cultivos. Poco a poco empezaron a trabajarlo, sus vecinos les copiaron y boom. Tendencia.
Un ejemplo de ellos es la propia IberoPistacho y su presidente, Juan Gallego, que empezó a construir su macroplanta en Argamasilla de Alba hace dos años. La empresa es todavía joven -nació en 2015-, pero siempre ha tenido claro que su proyecto: "Asesorar y contribuir al proceso de desarrollo del cultivo de pistachos en España". Hoy por hoy plantan alrededor de 1.000 hectáreas al año.
A la hora de plantar, aconsejan soterrar la variedad más adecuada al clima y al suelo españoles, aunque hay diferencias. Sobre todo prefieren las Kerman, Larnaka o Sirora, porque “cada finca [y cada agua] es única”. En concreto, para el secano proponen la cornicabra (Pistacia terebinthus) y, para el regadío, la UCB-1, un patrón desarrollado por la Universidad Davis (California) que es más tolerante con las enfermedades fúngicas. Si los mercados siguen evolucionando al mismo ritmo que a los últimos años, en poco tiempo el clima de Castilla-La Mancha la volverá de oro (verde).
Dentro de España tiene el mejor tiempo y el mejor suelo, defiende Gallego, principalmente por su baja humedad y sus contrastes estacionales. Todavía está creciendo en fincas que a ojos nacionales pueden parecer mastodónticas, pero que todavía les falta recorrido para poder abastecer a todo el mercado europeo. La estimación de IberoPistacho, en este caso, sería que se necesitarían 300.000 hectáreas de cultivo. Tiempo hay, y espacio. Y cada vez más interesados.
"En 2014, el padre de un amigo de mi hijo comenzó a hablarme de las plantaciones de pistacho. Me dijo que en su pueblo, Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), se había empezado a plantar y había mucha expectativa de negocio. Yo me puse a estudiar todo acerca de ese negocio y me di cuenta de que había margen para ganar dinero. Así que comencé con Green Pistachio. Pero, desde 2018, no hemos parado de crecer y batir récords. De 2018 a 2019 crecimos un 30%; de 2019 a 2020 otro 18%; y de 2020 a 2021 un 23%". Quien habla es Ricardo Planas, gerente y propietario de Green Pistachio, otra de las grandes empresas españolas en protagonizar la explosión de este fruto seco. Su sede, no podía ser de otro modo, también está en Castilla-La Mancha, en Toledo.
Un negocio que no para
Ese incesante crecimiento ha hecho que este empresario pueda consolidar en 2021 con una facturación de 2.100.000 euros, mejorando las cifras de 2020 que ascendían a 1.700.000 euros y que, se espera, mejoren todavía más este 2022. Y es que el sector del pistacho en España sólo tiene expectativas para seguir creciendo a corto y medio plazo. Tras Irán, Turquía, Estados Unidos y Siria, España se ha convertido en el quinto productor mundial y primero de Europa. Algo increíble, ya que en el siglo XX casi no se sabía ni lo que era el pistacho.
En este sentido, no sólo los empresarios como Ricardo o Juan se benefician de la rentabilidad de él, sino que los agricultores han decidido apostarlo todo por este cultivo de secano. “Hace 11 años arranqué unas viñas que cultivaba en una parcela y empecé a sembrar pistacho. Esto ha hecho que ahora me vaya bien”, explica a este medio el agricultor Jesús Pacheco (Villacañas, Toledo, 1966).
Hijo y nieto de agricultores, este trabajador manchego cuenta que, tradicionalmente, en las fincas de su familia había viñedos y se habían cultivado cereales. Pero, al ver el potencial de producir pistacho, poco a poco, ha ido cambiando la vegetación que crece en sus tierras. Ahora, este hombre cuenta con 30 hectáreas plantadas con pistacho, que espera que “sean cuatro más el año que viene”. “He ido creciendo según me lo han permitido mis posibilidades económicas”, añade Jesús.
Este incesante crecimiento sólo puede ser explicado por la “gran rentabilidad” que tiene producir pistacho, según han explicado varias fuentes del sector a EL ESPAÑOL. Un ejemplo de ello es que la empresa de Ricardo, en sólo siete años de vida, logró cerrar 2021 con una facturación de más de dos millones de euros.
“El pistacho, además, no necesita de mucha gente durante su etapa de recolección. No es como la vendimia, en la que se suelen contratar temporeros. En mi caso, entre mi hijo, un amigo suyo y yo —ayudados con el tractor— podemos recoger todo nuestro pistacho”, explica a EL ESPAÑOL. En otras palabras, al no necesitar trabajadores de más, el margen de beneficio para los productores de pistachos es aún mayor.
Pese a que en la actualidad el 85% del pistacho que procesa se exporta a países de la Unión Europa, Ricardo, como el resto del sector, aspira a que, en unos años, España tenga la capacidad de autoabastecerse de pistacho, el nuevo cultivo de moda. Un pistacho, eso sí, de “calidad”, pues “Turquía e Irán cuentan con unos costes laborales y una energía más barata, así que España ha de competir con ellos no por cantidad, sino más bien con calidad”.