La doble vida de Jesús, el vendedor de perritos que ocultó 19 años a su mujer que asesinó a Juana Canal
Durante casi dos décadas, Jesús ha vivido junto a su mujer y sus tres hijos en una vivienda localizada a las afueras de Fuente el Saz de Jarama, en Madrid, donde fue detenido el pasado miércoles por el asesinato de Juana.
29 octubre, 2022 02:38En Fuente el Saz de Jarama, en Madrid, el ambiente parece — aparentemente — el de un día normal. Las personas mayores conversan en la plaza del Ayuntamiento, los adultos atienden a sus responsabilidades laborales y los más pequeños salen del colegio con una sonrisa en la cara y la mente puesta en el inicio del fin de semana. Nada parecido a lo que hubiera ocurrido en cualquier otro municipio donde hubiera residido durante casi veinte años el asesino de uno de los casos de desapariciones más mediáticos de la historia de nuestro país: el de Juana Canal.
A pesar de esta idea inicial y de haberse convertido en noticia en las últimas 48 horas, el ambiente en este pequeño municipio situado al norte de la Comunidad de Madrid es muy parecido al de cualquier otro día. El motivo principal sería la vida “oculta” que ha llevado Jesús, el asesino confeso, durante todo este tiempo. A pesar de que durante los últimos 19 años desarrolló su vida en la localidad, pocos sabían de su existencia. “La verdad es que en el pueblo nos hemos enterado por las noticias. Cuando nos preguntamos quién era, nadie lo conocía. Por lo visto vivía en una de las fincas a las afueras, pero no debía hacer mucha vida por aquí”, cuenta uno de los vecinos a EL ESPAÑOL.
Desde la desaparición de Juana en el año 2003, a Jesús, de 53 años, se le perdió por completo la pista. Y desde aquel día, hasta hoy. Nadie volvió a saber nada de él, incluido el entorno cercano a la mujer desaparecida. Sin embargo, durante estos casi veinte años, Jesús ha rehecho su vida. Se casó con otra mujer, Saray, y tuvo tres hijos. Junto a ellos ha residido en las últimas casi dos décadas en una finca situada a las afueras de Fuente el Saz, a unos quince minutos del municipio y completamente aislada del resto de habitantes. En el entorno del domicilio tan solo se pueden apreciar zonas de cultivo, campo, una perrera, un lugar de celebración de bodas y poco más. En definitiva, un lugar perfecto para ocultarse.
Junto a su mujer Saray, de etnia gitana, Jesús creó su propio negocio. “Burger Jesús y Saray” es como se conocía al puesto de venta de hamburguesas, perritos calientes y patatas fritas que montaron y con el que visitaban las fiestas de todos los pueblos de la zona. Eso sí, antes de dedicarse a ello, Jesús trabajó como camarero en varios restaurantes de Madrid e incluso como repartidor de pizzas, según puede verse en sus redes sociales. También trabajó como taxista durante varios años.
Pero en Fuente el Saz nadie sabe nada de él. No frecuentaba los bares de la localidad, no se relacionaba con los vecinos y tampoco se dejaba ver por las calles del centro histórico de la pequeña localidad madrileña. Ni rastro de su figura, ni tampoco de su vida diaria. "No era conocido no, por aquí no se le veía. Yo he visto la foto de él pero no me suena", cuenta otro vecino.
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Que a Jesús se le veía poco por el pueblo es algo que comparte prácticamente todo el mundo al que se le pregunta sobre el tema. En el municipio, tras la noticia, reina el desconocimiento, la incertidumbre y tan solo circulan las informaciones procedentes de los periodistas que se han trasladado a la localidad durante los últimos días. Desde el Ayuntamiento, incluso, aportan la misma visión. Nadie le conocía y tampoco se le solía ver por la zona.
“No conocíamos al vecino y no sabíamos nada de la existencia de la investigación. Nosotros somos los primeros sorprendidos. No era para nada conocido, ni tampoco trabajaba aquí. Esa persona no tenía ningún tipo de vinculación con el municipio”, explican las fuentes municipales consultadas por este periódico.
Consternación en Navalacruz
Navalacruz se ha convertido también en los últimos días en el foco de la noticia. En un terreno del término municipal, muy cerca de la finca de Jesús, aparecieron las últimas pruebas sobre el asesinato de Juana Canal. Desde entonces, esta pequeña localidad abulense vive con consternación lo ocurrido.
“Ahora ya estamos más tranquilos, aunque la noticia no es nada buena. Nadie espera que suceda esto en un pueblo tan pequeño. Cuando lo ves de lejos, bueno, pero cuando lo ves de cerca piensas: ¿cómo una persona así ha podido hacer esa barbaridad”, cuenta el alcalde de Navalacruz, Benigno González, a EL ESPAÑOL.
Tal y como afirma, a Jesús no se le veía por el municipio desde que tendría unos 12 años. Su padre, pintor de profesión, utilizaba la finca de Navalacruz para desarrollar su actividad profesional. Cuando era más pequeño sí que se dejaba ver por allí. Sin embargo, desde entonces, sólo visitaba la zona de forma ocasional y en temporada estival. “No venía prácticamente por aquí. Como mucho venía 15 días en verano y ya está. No era habitual por aquí por el pueblo”, añade.
El caso
"La enterré en dos hoyos". Con esas palabras ha confesado Jesús, casi veinte años después, que asesinó, descuartizó y escondió el cadáver de su expareja Juana Canal en una finca familiar ubicada en Navalacruz, en un pequeño municipio de la provincia de Ávila. A pesar de que en un principio tan solo reconoció que encontró su cadáver y trató de esconderlo, a última hora del jueves Jesús cambió su declaración y confesó ser el autor del crimen.
Juana desapareció el 22 de febrero de 2003. Por aquel entonces, residía con su hijo y con su pareja, Jesús, en su domicilio ubicado en el barrio de Ciudad Lineal, en Madrid. Desde entonces, al que era su pareja se le perdió por completo la pista tras la desaparición de la mujer de 39 años. En el domicilio donde vivían apareció una nota escrita por él y dirigida al pequeño en la que podían leerse las dos siguientes frases: “Tu madre y yo hemos tenido una fuerte discusión y ha salido corriendo. He salido a buscarla, pero no la he encontrado”.
No fue hasta 2019 cuando aparecieron las primeras pistas que pudieran arrojar una solución al enigma que rodeaba a la desaparición de Juani, como era conocida entre su entorno más cercano. Fue en ese mismo año cuando unos senderistas encontraron unos huesos en un terreno cercano a la finca familiar de Jesús en Navalacruz. Tras ser analizados, se confirmó que pertenecían a la desaparecida.
La noticia llegó como un jarro de agua fría para la familia de Juana, que no entendía cómo sus restos habían podido llegar hasta allí, ya que no existía ninguna vinculación de la mujer con dicho municipio. Sin embargo, Jesús cometió el error que le situó como el principal sospechoso: publicar de forma habitual fotografías suyas en la localidad en redes sociales.
La última confesión
De nuevo, hace unas semanas, la Guardia Civil encontró nuevas pistas. En esta ocasión se trataba del otro fémur y un hueso de cadera de la mujer desaparecida, algo que llevó a los investigadores directamente a Jesús, que fue detenido de inmediato después de que la Policía descubriese una conversación telefónica en la que aseguraba que los agentes no le iban a descubrir. Tras su detención, finalmente, Jesús confesó que fue él quien mató a Juana y quien enterró el cadáver en la finca donde aparecieron los restos de la desaparecida.
Concretamente, relató que durante la madrugada del 22 al 23 de febrero discutió con Juana en su vivienda. Los agentes de la comisaría de Ciudad Lineal se personaron en el domicilio, pero no realizaron ninguna diligencia. Fue una vez que se marcharon cuando Jesús agredió a Juana y la mató de un golpe. Después, descuartizó el cadáver en la bañera y lo trasladó hasta Navalacruz. Todo ello antes de que el hijo de Juana regresara de fiesta. Tras su confesión, este viernes, la jueza de instrucción 3 de Ávila decretó su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza.