Con Izal las horas previas a su adiós en Madrid: del primer fan guardia civil al motivo de su ruptura
Después de 12 años de éxito fulgurante desde la autogestión, Izal se despide de las tablas con un show emocionante ante 30.000 personas.
30 octubre, 2022 02:10Noticias relacionadas
Canto yo y la montaña baila, que titula la escritora Irene Solá. Canta Mikel Izal y el Wizink revienta. Parece loca la metáfora, pero el grupo acaba de despedirse ante 30.000 personas que han abarrotado este fin de semana el estadio madrileño y que han cantado hasta perder la voz. 12 años de carrera, cinco álbumes y numerosos discos de platino y uno de oro después es difícil imaginarse un final más épico que éste, tal y como reconoce la propia banda, que recibe a EL ESPAÑOL en su última prueba de sonido.
“No es que fuera difícil de imaginar, era directamente imposible. Nuestro objetivo en la música siempre fue algo tan sencillo como complicado: vivir de ella. Luego se nos fue de las manos, afortunadamente”, apunta Mikel, que durante la prueba hace bromas con el resto del equipo y se muestra relajado, pero muy pendiente de que todo quede correcto. “¿Tenéis todo preparado en los altavoces de la grada para la grabación?”, pregunta, parando una de las canciones que interpretará tan solo un par de horas después.
Mira el móvil entre canción y canción y se centra en no dejarse la voz. Reconoce que es una despedida ante la que sienten “nervios, responsabilidad y nostalgia”. No es para menos, no solo por los dos sold out del Wizink, sino por su trayectoria, en la que posiblemente se encuentren en este momento en lo más alto. Se han convertido en uno de los grupos indie de referencia de nuestro país, a pesar de que su modelo de lanzamiento fue totalmente diferente al de un grupo ‘mainstreaming’.
Desde su nacimiento en 2012, se han autogestionado todos los álbumes ellos mismos, y luego llegaría Hook Management, que les apoyaría en toda la gestión y comunicación: “Hemos tenido siempre el control creativo y económico de nuestro proyecto, y eso es un lujazo. Lo que ocurre es que los comienzos sin apoyos de la industria pueden ser muy duros, y a nosotros nos salvó el público”, relata Mikel a EL ESPAÑOL.
El mismo que ha llenado los más de 30 conciertos que han dado desde abril hasta la fecha, tras anunciar su disolución como banda: “Ha sido de una intensidad abrumadora. El cansancio quizás sea más psicológico que físico, hay muchas emociones en cada concierto y además hemos vivido un crescendo de nostalgia porque cada vez quedaban menos noches por delante”. No se les guarda rencor, a pesar las polémicas o de esta despedida inesperada, que la banda anunciaba en febrero de este mismo año, poco después de lanzar Hogar, su último álbum. Aun así, entre los fans que llenaban la pista del Wizink, se escuchaba continuamente la duda del por qué ahora.
P.- ¿Quién tomó la decisión?
R.- Es una mezcla de esa sensación de haberlo vivido ya absolutamente todo y la inquietud artística que siempre hemos tenido los cinco. Esos dos ingredientes han hecho que en mi cabeza y en mi corazón tenga claro que este es el momento de cerrar una etapa y empezar otra nueva.
P.- Habláis de buena relación y respeto entre vosotros. ¿Sigue existiendo la admiración?
R.- Es imposible que no la haya cuando compartes proyecto con semejantes músicos, son unas máquinas de tocar con gusto y criterio. No es fácil tener la suerte de encontrar semejantes piezas en un mecanismo tan complejo como es una banda de música.
Los meses más difíciles
A Mikel le han acompañado desde los inicios Emanuel Pérez "Gato" (bajo), Alejandro Jordá (batería y percusión), Alberto Pérez (guitarra) e Iván Mella (piano, teclados, sintetizadores). Un banda que no tenía más remedio que separarse por primera vez de forma física y hacer una Pausa en pandemia, como el resto del mundo.
Según confirma tajante el líder del grupo, ésta no fue determinante a la hora de tomar la decisión final: “La pandemia en nuestro caso creo que no tiene nada que ver. Solo nos dio más tiempo para hacer de Hogar un disco mucho más rico en matices y en experimentación. Un disco sin prisas que, de hecho, hay que escucharlo de esa forma”. Un disco que también fue un viaje físico: lo grabaron en La Luciérnaga Estudios, un oasis de música y naturaleza en la sierra mallorquina de la Tramuntana, propiedad del también recién retirado de los escenarios, Juanito Makandé.
Hogar es, en el buen sentido de la palabra, puro vómito de Mikel, que ha admitido haber vivido meses complicados. Sus letras son más claras que nunca, liberadas de anteriores metáforas repletas de pudor o miedo: “Son canciones íntimas en las que me he desnudado con menos miedo que nunca, a pesar de que quizás tenga 'la mochila' más llena que en toda mi vida, de cosas buenas y cosas menos buenas”. Una buena despedida, aunque no la conceptualizara en su inicio como tal.
"Son canciones íntimas en las que me he desnudado con menos miedo que nunca, a pesar de que quizás tenga 'la mochila' más llena que en toda mi vida"
Tal vez el liberarse de esas cadenas haya provocado la misma, finalizando así una transformación evidente y natural. Ahora que ya la tienen delante como una realidad, horas antes nos explicaban a EL ESPAÑOL que su intención era “disfrutarla, parece obvio pero no lo es, son tantas emociones, tanta nostalgia, hay tanta gente en un Wizink lleno, son noches tan intensas… que tenemos miedo de no disfrutarlas plenamente en medio del huracán”.
Es evidente que son días de muchos recuerdos, nostalgias y anécdotas. Le pedimos una a Mikel que resuma un poco todo este tiempo y nos dice que es imposible un sumario así, pero que sí tiene una curiosa: “Todo lo que nos ha pasado se debe al boca a boca. Sin discográfica, sin dinero para pagar promoción… la gente fue nuestra valla publicitaria y crecimos así, de esa forma tan romántica. Esto lo ilustra la anécdota, allá en nuestros primeros años de vida, en la que un guardia civil se hizo fan en un control de carretera", relata.
"Le dimos nuestra tarjeta mientras metían al perrete en la furgo (nada que ocultar, limpios como una patena) y al año siguiente se presentó en Pamplona con 12 amigos que se compraron el disco y la camiseta, y nos salvaron ese concierto porque vino muy poca gente. Al bajar del escenario nos gritó: “¿Os acordáis de mí? ¡Soy el picoleto! ¡Toda mi gente se ha hecho fan!”. Y ahí estaban ellos con sus camisetas. ¡Aupa Navarra!".
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Las manías del artista
Han tenido siempre clara la identidad, los sonidos, la gestión y la imagen pública, y eso se nota en la prueba de sonido, donde todo el equipo de management, y ellos mismos, cierran al milímetro los detalles previos. Están muy cuidados -y arropados-, 12 años dan para mucho, y todo artista tiene manías antes de un gran show.
Mikel relata a EL ESPAÑOL las suyas: “Intento echar siesta, estar muy, muy tranquilo toda la tarde antes del concierto, y me gusta llegar lo más tarde posible al recinto. Solo me empiezo a poner nervioso cuando estoy en camerinos y por eso intento retrasar lo máximo posible mi estancia en ellos antes de salir a tocar. Si por mí fuera, llegaría en la furgoneta con la guitarra al hombro directo para salir al escenario”, un hecho que se confirma tras acabar la prueba de sonido, cuando sale del Wizink para irse a casa rápidamente.
"Intento echar siesta, estar muy, muy tranquilo toda la tarde antes del concierto, y me gusta llegar lo más tarde posible al recinto"
Madrid es especial para ellos, y también hogar: “Especial porque para muchos del grupo (y técnicos) es casa. Entonces cada uno se aloja en su hogar y nos encontramos directamente para probar sonido, como quien queda para ir de cañas. Y luego para ir al concierto lo mismo, cogemos un taxi y nos vemos directamente en el pabellón. Luego sí que estamos juntos con los técnicos en camerinos, todo en familia. Antes de un concierto solo queremos calma. Después ya hay tiempo para atender a todo el mundo”.
La última foto
EL ESPAÑOL llega unos minutos antes de comenzar el concierto a la pista del Wizink, donde, como decíamos, hay dudas y pena entre el público, pero también muchas ganas. Es el último baile, la última foto que comienza, precisamente, con Fotografías: “Y ya está todo listo para la siguiente foto: la familia, los de siempre, mis queridísimos locos, en resumen, todas y todos los que hicisteis que valiera la pena saltar a esta piscina sin saber si estaba llena”. Canta Mikel y la montaña baila.
Luces de móvil al aire, todo el mundo quiere captar estos últimos instantes que Mikel agradece: “Muchas gracias, no solo por llenar esta noche sino porque en esta ciudad nos habéis hecho sentir siempre familia y hogar". Habla menos entre canción y canción que en otros conciertos de la banda, se le nota la nostalgia y el disfrute. Pronto llega Copacabana, que hace tronar el estadio, o El Baile, hasta llegar a los bises. La banda sale del escenario sabiendo que, una vez más, va a salir a su último Qué bien y La mujer de verde. Los fans se preparan en pista para – ahora sí- quedarse sin voz.
Dos horas de concierto que se viven como una fiesta final, tanto desde el público, que quiere darlo todo en el último baile, como en el escenario, por donde pasa un dinosaurio T Rex o donde la banda hace múltiples dedicatorias, como a su mánager, Manuel Notario, durante Magia y efectos especiales. Alberto también cuenta que está tocando con una guitarra que ha construido él mismo: “Creía que no llegaba al Wizink pero aquí estamos”. Un gusto escucharlo.
"Se trata de vivir nuevas aventuras, que seguro serán menos masivas, pero que quizás nos aporten una nueva alegría diferente"
También son los últimos pares de zapatillas que enseña Mikel, que sortea en sus redes todos los que ha usado durante la gira para ayudar a asociaciones como Asindown, Modepran o Mamás en acción.
Y llega el final. Los aplausos, los agradecimientos, la despedida.
¿Y ahora, qué?
"Queremos ser felices. Se trata de vivir nuevas aventuras, que seguro serán menos masivas, pero que quizás nos aporten una nueva alegría diferente, nuevas vivencias. La vida sigue y nadie nos quita estos 12 años increíbles”, nos explica Mikel, que no descarta una vuelta de la banda “porque nunca se sabe”.
P.- ¿Cómo calmar el ego tras el cambio?
R.- Si eres feliz, el ego no te incordia.
P.- ¿Y el después del después? ¿Tal vez viajar o desaparecer un tiempo para pasar la resaca emocional?
R.- Desde luego creo que vamos a necesitar meses de calma y silencio, al menos por mi parte, pero cada uno lo llevará a su manera.
Ninguno de los integrantes ha anunciado nuevos proyectos, aunque en la industria se sobreentienden. Mikel, por su parte, ya había publicado dos libros durante este tiempo, por lo que tampoco descarta que el futuro vaya en este sentido: “Tengo la aspiración de escribir un gran libro, así de ingenuo soy. Nunca descarto volver a escribir”.
Y tras la despedida física inmediata, “celebrar la vida por todo lo alto”.
P.- ¿Quedan sueños sin cumplir con Izal?
R.- El salto transoceánico nos hubiera gustado poder trabajarlo más y mejor. México, Colombia, Chile, Argentina… son países en los que la gente conecta mucho con nuestra música y quizás hubiéramos podido hacer algo más por allí.
P.- ¿Y canciones que se han quedado en un cajón?
R.- Canciones terminadas pocas la verdad, cachitos sueltos, muchos, cuando de repente dejaba de creer en la continuidad del tema o me atascaba indefinidamente.
Tras el último Baile, la Despedida y la Pausa. A partir de ahora, los fans no tendrán más remedio que acudir a esos Temas Amables si les pasa algo parecido a eso que canta Mikel en Hogar: "Y si me vuelve a atrapar la vida entre sus fauces / regresaré a aquel lugar el día que me salvasteis / cuando os hicisteis hogar y estabais en todas partes".