Las reglas de Viviana, la "mami" de la prostitución clandestina en Murcia: "Éramos esclavas"
Esta brasileña será juzgada como líder de una organización que explotaba sexualmente a 19 mujeres "obligadas a hacer servicios sin preservativo".
2 junio, 2023 02:48Viviana era una 'caza talentos' que buscaba chicas guapas y sin un chavo en el bolsillo, en países de Latinoamérica, para ficharlas para su "casa club" en España donde debían cumplir sus reglas, para no ser multadas con 50 euros. Una de sus normas era estar disponible 24 horas al día, para satisfacer las fantasías de los clientes por muy retorcidas que fuesen. Viviana (Brasil, 1970) era una 'rara avis' entre las mafias de prostitución clandestina porque las mujeres suelen ocupar un rol intermedio en el entramado, sin embargo, esta brasileña lideraba supuestamente a un grupo criminal dedicado a la explotación sexual y al tráfico de drogas.
Viviana –como conocen a Viviane G. S.- estaba en situación irregular en el país y sumaba 15 detenciones a sus espaldas, pero eso no le impidió montar un supuesto entramado internacional con 'taxis piratas', 'mamis' y 'ojeadores' para abastecer de chicas de Venezuela, Colombia, Brasil y Panamá a los dos prostíbulos clandestinos que supuestamente había montado en suelo murciano. Uno de ellos era conocido popularmente como la "casa club Viviane", estaba en la calle Jesús Hurtado Descalzo de Alcantarilla, y el otro, en un piso del Paseo de Florencia de Murcia.
Ella era la gran "mami". Así lo expone el auto del Juzgado de Instrucción número 6 de Murcia, al que ha accedido en exclusiva EL ESPAÑOL, y donde se ordena la apertura de un procedimiento abreviado: "Viviane G. S. está al frente de un grupo criminal dedicado a la trata de seres humanos, al favorecimiento de la inmigración ilegal, la prostitución coactiva (eventualmente delito contra los derechos de los trabajadores) y al tráfico de drogas". De modo que Viviana y las 14 personas que integraban su supuesta organización serán juzgadas por los mencionados delitos.
Esta brasileña, de 52 años, se sentará en el banquillo de los acusados, a raíz de que una chica se armase de valor y acudiese a la Policía Nacional para poder escapar de la "casa-club Viviane". Tal "club" tenía amargados a los vecinos de la calle Jesús Hurtado Descalzo de Alcantarilla porque era una bomba de relojería para la convivencia.
Prueba de ello son los dos clientes que sacaron una pistola y le pegaron un tiro a la puerta del burdel clandestino porque no les dejaban entrar a ver a las prostitutas. Incluso encañonaron a un chico que regresaba de fiesta a su domicilio, para obligarle a llamar a la puerta de la "casa-club Viviane" porque tenía cámaras y querían burlar la seguridad con un señuelo: un chico inocente que tuvo que correr para salvar su vida.
- Cliente armado: Mami, ábreme. ¿Me quieres escuchar?
- Mami del club clandestino: Acá no entras más. Si sigues fastidiando llamo a la Policía. Que te vayas que en cinco minutos llamo...
- Cliente armado: ¿Qué es lo que te pasa a ti? ¡Zorra! ¡Me cago en todos tus muertos! Quita, que le voy a pegar un tiro a la puerta.
En el juicio declararán tres testigos protegidas que fueron explotadas sexualmente, soportando unas condiciones draconianas de vida y de trabajo. "Temo a Viviane, no sé de lo que puede ser capaz de hacer", tal y como afirma una de las chicas en el atestado de la Policía Nacional. El número de mujeres que había en los dos burdeles clandestinos variaba, debido a que al llegar a España debían cumplir con Viviana un 'contrato' de tres meses y muchas de ellas eran ilegales. En la casa de Alcantarilla hicieron obras, levantando tabiques para habilitar cuartos minúsculos, numerados, donde las chicas dormían hacinadas en literas: unas veces eran 7, otras 14...
Esta brasileña presionaba a las chicas para ganar clientela, exponiéndolas a enfermedades de transmisión sexual o al coronavirus durante la pandemia. Así lo refleja el auto judicial de procesamiento donde las víctimas relatan que eran "obligadas a trabajar con el período", "a hacer servicios sin preservativo y a drogarse para atraer a los clientes"...
También debían aprender a "chuparla mejor" y no podían tener miramientos con la edad del cliente: "En el corto periodo de tiempo que ejerzo la prostitución en la casa club de Viviana, ya he tenido que mantener relaciones sexuales con un menor de 15 años, el cual vino con un amigo de 16, diciéndome la 'mami': 'Atiéndeles bien'".
El perfil de usuarios era tan dispar que a veces eran peligrosos, como los dos clientes que llegaron armados en diciembre de 2021, provocando un tiroteo que movilizó a la Policía Nacional y que puso a los inquilinos de esta casa de Alcantarilla en el radar de la Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales (UCRIF), ante las extrañas explicaciones que ofreció la mujer que atendió a los agentes.
- Policía Nacional: ¿Por qué han disparado?
- Mami del club clandestino: No les quería abrir. Yo soy la que limpio.
Dos meses después de aquel tiroteo, en febrero de 2022, una de las chicas de la casa-club de Viviana se puso en contacto con la Policía Nacional. "Manifestó su deseo de abandonar el piso donde estaba siendo explotada sexualmente en Alcantarilla y afirmaba ser víctima de trata de seres humanos", tal y como figura en la comparecencia de esta mujer en Comisaría. Allí le dio un soplo a los agentes: el 23 de febrero llegarían dos nuevas víctimas al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas y serían trasladadas por uno de los taxistas piratas de este grupo criminal.
De manera que se inició una investigación desde la UCRIF que incluyó operativos de vigilancia de incógnito sobre los dos inmuebles. También se establecieron pinchazos telefónicos y se colocaron dispositivos de geolocalización en cinco vehículos de los sospechosos. Los investigadores confirmaron la llegada de dos venezolanas a Alcantarilla, el 22 de abril, y de una colombiana a Murcia, el 7 de mayo.
La Policía Nacional analizó al milímetro la estructura y la operativa de estos dos puticlubes clandestinos que siempre estaban vigilados por alguna 'mami': las mujeres que cubrían turnos para supervisar la actividad del prostíbulo las 24 horas, atendían el teléfono, coordinaban la presentación de las chicas ante los clientes, repartían preservativos, lubricantes, consoladores, sábanas, o vendían otros productos como el 'champán' -palabra clave para consumir coca-.
"Las encargadas avisan a las chicas cuando llegan los clientes, a los que llaman 'locos' porque son los que más cocaína consumen y pasan muchas horas", según detalla otra víctima. "Solo hay tres opciones de faltar a las presentaciones: estar enfermas, tener el periodo o estar muy colocadas de cocaína. Si no es por esos motivos, en algunas ocasiones he visto a Viviane hablarle mal a las chicas e insultarlas". También las multaba con 50 euros por haber infringido alguna de sus reglas.
Las 'mamis' lo controlaban todo, incluso la duración de los servicios porque se llevaban una comisión del 10%. De ahí que fuesen a cada habitación, reloj en mano, diciendo la palabra clave al cliente: "Tiempo". Por 30 minutos pagaban 50 euros, 100 euros por 1 hora y 150 euros la hora por estar con una chica en la calle. En cada servicio, el 40% se lo embolsaba supuestamente Viviana. Lo mismo ocurría con el alcohol: en las copas que costaban 10 euros, el reparto era al 50%, pero con los cubatas 'premium' de 12 euros, 5 euros eran para la prostituta y 7 para la dueña de la casa.
Los bizum fluían como los clientes que eran de cualquier edad: desde menores hasta aquellos que pintaban canas y a los que aprovechaban para venderles viagra a 20 euros. A veces, algún cliente era pillado por la 'parienta' a la salida de la casa-club porque era un secreto a voces en Alcantarilla. Cada servicio era apuntado por Viviana en su cuaderno de papel. Todo pasaba por las manos de esta brasileña, incluso la supuesta preparación de las glamurosas dosis de 'tusi': cocaína rosa, a base de un cóctel de LSD y MDMA, que se vendía a 60 euros la dosis.
"Como se ha podido evidenciar, Viviane es la jefa y llevaría el control directo de los prostíbulos, situados en la calle Jesús Hurtado Descalzo de Alcantarilla y Ronda Sur de Murcia", tal y como refleja el atestado de la UCRIF al que ha accedido EL ESPAÑOL. "En su interior podrían encontrarse explotadas hasta unas 20 chicas, en su mayoría extranjeras y muchas de ellas en situación irregular en España, habiéndose podido constatar durante la investigación que algunas han sido víctimas de trata de seres humanos".
Conforme van recabando testimonios de las chicas, la UCRIF tiene más claro el rol de Viviana: "También se haría cargo de la venta de drogas en los prostíbulos, siendo ella misma, normalmente, la encargada de elaborar las dosis en forma de papelina". "Es la que se encarga de cobrar las deudas a las chicas que trae a España, así como de aportar el dinero para dicho viaje. Es la dueña del prostíbulo y la que decide los servicios y los precios. Además, es quien paga los sueldos de las mamis y de las chicas, lo tiene todo apuntado en una libreta en su oficina".
A las chicas las traían a España como turistas, haciendo reservas ficticias de hotel. En su país de origen, bien Venezuela, Colombia, Brasil o Panamá, un contacto de esta organización criminal les entregaba 1.000 dólares por si las paraban en la frontera para sobornar a los agentes. A su llegada al aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, les espera un taxi pirata para llevarlas al piso de Alcantarilla o al de Murcia.
El perfil de las víctimas era el de mujeres con una economía precaria y unas historias durísimas a sus espaldas. Valga como ejemplo una chica acosada por el miembro de una mara colombiana que estaba obsesionado con ella: si no era su novia la mataría. La pobre huyó de Medellín y acabó prostituida en España. Otra mujer era hija de un policía, víctima de un atentado terrorista de Las FARC, dejó su país para mandar dinero a su familia, empezó trabajando de camarera en España, pero como le pagaban 40 euros por una jornada de 13 horas, al final acabó en manos de esta organización: explotada al cuadrado, en lo sexual y lo laboral.
Todas las chicas siempre caían en la misma promesa falsa que les hacía Viviana: disfrutar de un sueldo superior a 1.000 euros semanales. Así lo concluyen los investigadores tras escuchar a las testigos: "Les ofrecería todo lo necesario para venir a España (billetes de avión, dinero para mostrar en la frontera…), prometiéndoles que aunque aquí en España tendrían que ejercer la prostitución, iban a ganar mucho dinero, entre 1.000 y 1.500 euros a la semana, siendo esto determinante para que las víctimas aceptaran el ofrecimiento [...]".
Al llegar a alguno de los dos burdeles se topaban de bruces con la dura realidad. Les quitaban el pasaporte para no poder huir, cambiaban su identidad por un nombre más apetecible para los clientes, como Mía, y tenían que mover sus caderas sin descanso para satisfacer con Viviana "su periodo mínimo de permanencia de 3 meses en el prostíbulo", así como una deuda inicial de 3.000 a 5.000 euros que crecía como la espuma: por la habitación pagaban un alquiler semanal de 150 euros, por beberse una simple Coca-Cola 5 euros…
Una chica resume así sus condiciones laborales: "Me sentí engañada porque me dijeron que iba a ganar más de 1.000 dólares a la semana, iba a tener días libres y 3 horas diarias para salir, si no quería hacer los servicios no los hacía, pero luego 'sí o sí': los tenía que hacer. Se hacían pasar por mí, al hablar con los clientes, y les ofrecían servicios sin preservativos y se enfadaban si luego no hacía el servicio [...]".
"No dormía lo necesario: tres horas máximo porque nos despertaban si llegaba un cliente [...]. Éramos como esclavas. La deuda iba aumentando: al principio eran 650 y después 700 euros porque también se incluía el viaje a Murcia, cada semana salía una deuda nueva. Al principio, el reparto era de 60%-40% y luego al 50% [con Viviana]". De hecho, algunas chicas relatan que en tres semanas facturaban 2.000 euros, pero solo recibían 500 euros.
Todo ello, sin olvidar sus famosas reglas puestas en un tablón y cuyo incumplimiento equivalía a una multa de 50 eurazos: por no sacar la basura, por salir a la calle sin permiso, por no limpiar los baños… "Viviane nos advirtió de que si no acatábamos las normas nos multaría", tal y como recoge el testimonio de otra chica, en el atestado de la Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales.
"No teníamos tiempo libre, solo podíamos salir a comprar o hacernos las uñas y siempre teníamos que tener permiso para poder salir. Nos advirtieron de que no podíamos salir sin permiso porque debíamos el dinero de la deuda y nos podían multar con pagar más dinero".
Los investigadores sostienen que la organización de esta brasileña llevaría funcionando "desde 2018". Prueba de ello es que obtuvo tales beneficios en Alcantarilla que entre marzo y abril de 2022 invirtió en Murcia: abriendo su segundo burdel en otro inmueble, donde también impuso sus famosas reglas. La estructura de esta trama incluía hasta un 'cajero': un bar de la localidad alcantarillera que albergaba una caja fuerte con el supuesto dinero negro que movían los 'clubes' de Viviana.
En el auto de procesamiento se subraya que el dinero fluía tanto que Viviana formalizó un contrato de arrendamiento con opción de compra, en una finca de Sangonera la Seca, valorada en 155.000 euros. Además, como había "superado el límite de operaciones permitidas por el banco", esta mujer utilizó supuestamente a su hijo, un simple estudiante, para comprar un Audi-Q3 y para realizar "movimientos elevados de dinero" a cuentas bancarias a nombre del chico.
Poco a poco, los investigadores fueron reuniendo pruebas contra la gran "mami" brasileña a la que pincharon el teléfono, interviniendo conversaciones comprometidas. Unas veces con puteros:
-Cliente: ¿A quién me vas a traer?
-Viviane: Ehh, a la chica nueva… las dos hermanas, una de las dos hermanas que llegaron ahora.
Otras veces mercadeando con la supuesta importación de chicas:
- Desconocido: Quería hacerle una pregunta. Hay dos chicas que quieren venir para España. ¿No sé si estaría interesada?
- Viviane: Ah, pues sí, sí.
- Desconocido: ¿Cómo haríamos en ese caso?
- Viviane: ¿Tiene el pasaporte, las vacunas y todo eso? Tiene que mandar primero las fotos, las edades de cada chica, para ver cómo es cada chica, y entonces, ya empezamos a hacer los movimientos. ¿De dónde son ellas?
- Desconocido: De Venezuela. Las chicas son jóvenes, tienen 21 años.
Hasta la pillaron cabreada por alguna operación en apariencia fallida:
- Viviane: Compré los cinco billetes de estas putas y las putas se fueron y quedé con los cinco billetes para terminar de pagar.
Tal era el volumen de pruebas que tenía la Policía Nacional que el 20 de mayo de 2022 entraron a cañón en los burdeles clandestinos de Alcantarilla y Murcia. Los agentes liberaron a 19 chicas, arrestaron a 22 personas, intervinieron 4.500 euros en metálico, 30 gramos de cocaína rosa, viagras a gogó, marihuana...
El juicio contra esta presunta trama internacional de prostitución clandestina, todavía no tiene fecha, a falta de que el Fiscal emita su escrito de conclusiones provisionales, solicitando condena para cada uno de los procesados. Las penas se prevén elevadas ante la retahíla de delitos a los que se enfrentan: solo el de trata de seres humanos supone penas de 5 a 8 años de cárcel. La vista movilizará a algunos de los mejores penalistas de la Región de Murcia, como Neftalí Nicolás.
La magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Murcia, Raquel Lacunza, tiene claro en su auto que el rol de Viviana en la organización era el de la gran "mami": "Viviane G. S. imponía unas condiciones de trabajo a las prostitutas que suponía la disponibilidad durante 24 horas, los siete días de la semana. Las prostitutas residían en el prostíbulo, donde compartían los dormitorios entre varias -podía haber hasta cuatro chicas por dormitorio-".
"Asimismo, la propia Viviane se encargaba de hacer un reportaje fotográfico de las chicas, proporcionándoles la ropa adecuada, para realizar las publicaciones y anuncios en los medios, como la página pasion.com; y les enseñaba cómo vestirse y comportarse".
"Para la imposición del cumplimiento de dichas medidas gravosas de trabajo, Viviane amenazaba a las chicas que trabajaban para ellas con la imposición de multas si se incumplían y les profesaba un trato vejatorio, insultando, gritando a las chicas o amenazándolas con los contactos que tenía: bien en la policía, entre los gitanos o con gente mala".