El 'efecto Torquemada' sacude la cultura: Lydia Cacho y otros artistas vetados por Vox responden
Pablo Huetos, Xavier Bobés, Marcos Toro y la periodista mexicana aseguran que sus obras son señaladas o censuradas por motivos ideológicos.
5 agosto, 2023 02:36Luis García Berlanga se jactaba de haber sido el cineasta más censurado por la dictadura. Forzado a retorcer su imaginación y a recalibrar la pluma de Rafael Azcona para inocular en sus películas sutilezas imperceptibles a ojos de los rudos censores, se las ingenió para colar frases, escenas, metáforas, juegos narrativos que hicieran grande un cine libérrimo (en espíritu) a pesar de las constricciones ideológicas de la época. Pero el telón de acero franquista cayó y la censura, aunque aún daba sus últimos coletazos –ahí está El crimen de Cuenca de Pilar Miró en 1979–, dio paso a la ola libertadora de la Movida y sus derivaciones; una cascada insaciable de creatividad y espíritu vanguardista que, casi 50 años después, ya mutada en una indistinguible normalidad, parece haber topado con un muro de "revolución neorreaccionaria".
Así es, al menos, como define la periodista y escritora mexicana Lydia Cacho la ola de vetos de obras culturales ejecutada por gobiernos conformados, en coalición o mediante apoyos, por el Partido Popular y Vox. La última diana de los dardos impugnadores ha sido la representación teatral de La infamia, obra inspirada en su libro autobiográfico Memorias de una infamia, donde Cacho relata cómo en 2005 fue secuestrada y torturada por la policía de México por denunciar una imbricada red de pederastia en la que había implicados altos cargos empresariales y políticos de su país.
El libro, adaptado a monólogo teatral, cuenta con la dirección de José Martret y el protagonismo de las actrices Marina Salas y la nominada al Goya Marta Nieto. La pieza se iba a representar el próximo 12 de noviembre en la ciudad de Toledo con Salas como protagonista indiscutible de la noche. La representación estaba apalabrada, las fechas confirmadas y el presupuesto cerrado y aprobado. En este caso, se trata de una pieza teatral barata, ya que cuesta poco más de 9.000 euros, en parte, explica la autora, porque es un monólogo sobre un escenario con una sola actriz y una escenografía propia. Tal y como se hace en el 90% de los casos en este tipo de eventos, el contrato se iba a firmar un par de semanas antes de la función.
El anterior ejecutivo local, liderado por la alcaldesa socialista Milagros Tolón Jaime, había dado luz verde a esta obra. Sin embargo, el futuro de La infamia quedó sentenciado tras las elecciones del 28 de mayo. "En cuanto tomó posesión este nuevo gobierno, la alianza del PP con Vox, hubo un cambio de idea e hicieron una revisión de los contenidos de los espectáculos organizados", asevera Lydia Cacho a EL ESPAÑOL. "Cancelaron La infamia. Recibimos un correo donde decían que el motivo era un problema de presupuesto. Pero hablamos de una ciudad que cuenta con una partida presupuestaria de 114 millones de euros".
La periodista afirmó en un vídeo publicado en sus redes sociales que la verdadera polémica de La infamia, y lo que ha podido molestar a los sectores más conservadores, es que "habla de cómo las y los periodistas se enfrentan a los poderes públicos que intentan erradicar todos los derechos ganados democráticamente por toda la sociedad en su diversidad".
"Más allá de eso, no hay nada que pudiese causar irritación", continúa la periodista. "Es algo más profundo. El PP ha manejado en toda España ayuntamientos con concejalías de Igualdad que estaban haciendo un trabajo admirable en materia de feminismo y derechos humanos, sin problemas ideológicos ni de autocensura. Ha sido a partir de vincularse con Vox que se ha destapado esa visión neorreaccionaria de quienes creen que tienen derecho a cuestionar la democracia y la igualdad. Están convencidos de que la izquierda se ha convertido en establishment, mientras la ultraderecha cree revolucionario hablar de 'derechos ganados' como si fuesen privilegios".
Problemas de presupuesto. Emergencia económica. Perversión de la obra original. Son algunos de los argumentos esgrimidos por los muchos de los ayuntamientos que han frenado representaciones teatrales desde que los nuevos ejecutivos locales tomaron posesión tras los resultados electorales del 28 de mayo. La infamia ha sido la última, pero el largo goteo de obras asfixiadas por la "falta de presupuesto" sigue un patrón común. A la adaptación del libro de Lydia Cacho se le suma la campaña de acoso y derribo a La villana de Getafe de Lope de Vega a cargo de Marcos Toro; el veto a la Orlando de Virginia Woolf dirigida por Pablo Huetos; o la cancelación de El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca de Xavier Bobés. Hoy, juntos y al unísono, se pronuncian.
"Nos ofrecieron ir gratis; es bizarro"
Pablo Huetos, de la compañía Teatro Defondo, fue uno de los primeros artistas en enfrentarse al veto cultural de Vox. Ocurrió en Valdemorillo, en junio. El ayuntamiento local, regido por Santiago Villena, del PP, cuenta con dos concejales de Santiago Abascal. El cabeza de lista de la formación ultraderechista valdemorillense, Jorge Manuel Mirat Galet, es segundo Teniente de Alcalde y concejal de Urbanizaciones, Urbanismo y Movilidad; Victoria Amparo Gil Movellán ostenta la concejalía de Cultura y Turismo.
Huetos iba a representar el 25 de noviembre la obra Orlando, una adaptación de la novela homónima de 1928 de Virginia Woolf. Una adaptación muy laureada que en 2019 fue incluso nominada a los Premios Max en la categoría de Mejor Adaptación Teatral. Sin embargo, el 26 de junio recibió una llamada del ayuntamiento de Valdemorillo. "Nos dicen que por decisión de la concejala se suspende la función", relata el artista.
"Los trabajadores del ayuntamiento, avergonzados, me confiesan que a la concejala no le parecía apropiado que el personaje principal pasara de ser hombre a mujer. Que por eso lo cancelan. Pido al consistorio que me responda en un mail para darme la notificación por escrito, pero entonces me comunican sólo la cancelación y no hacen ninguna mención a motivos ideológicos ni presupuestarios".
El artista considera que tras esta decisión hay una "profunda ignorancia". "El gran problema es creen que el personaje hace un acto de transexualidad, pero en el espectáculo es una metáfora. El protagonista vive 300 años y, cuando cumple 150, siendo un hombre, duerme durante siete días. Al despertar, es una mujer. Lo que propone Virginia Woolf es que cada uno debería pasar por todos los estadios de la vida para vivir plenamente. No han leído la obra ni visto el vídeo de la función, que lo tenían, y se quedaron sólo con el tema de la transexualidad. Eso lo combinas con el feminismo –Woolf fue uno de adalides de este colectivo– y el tema LGTBI, y, en fin, les debió saltar la tapa de los sesos".
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Según Huetos, no se trataba de un problema pecuniario, como acabaron argumentando desde el ayuntamiento cuando la tormenta mediática comenzó a arreciar. "Nosotros les ofrecimos un espectáculo que suele costar 4.000€ por 1.000€, en parte gracias a que este evento está dentro de la programación del festival de las Siete Villas. Son migajas para un ayuntamiento de 12.000 habitantes".
Diez días después de la cancelación de la obra, y ante el revuelo generado por las acusaciones de censura, sabedores del error de estrategia cometido por los concejales ultraderechistas, el alcalde y los concejales de Abascal involucrados aceptaron reunirse con Huetos para reenfocar la crisis y lanzarle una propuesta alternativa. Al encuentro también acudió Salvador Sanz, de la junta directiva de Artemad, la asociación profesional sin ánimo de lucro que constituyen las empresas productoras de Artes Escénicas de la Comunidad de Madrid.
"Salimos horrorizados. Nos ofrecieron hacer la obra gratis. Es bizarro. Fue una burla. ¡Somos una empresa que da de alta a sus trabajadores, paga sus seguros sociales y a sus artistas!", estalla Huetos, indignado. "Esta gente no sabe de teatro, de cultura y menos de gestión. Formaron el gobierno un viernes y el lunes nos dieron la noticia sin pararse a pensar ni mucho menos a hacer números. Quieren torpedear todo lo que tenga que ver con la memoria histórica, con el feminismo, con el género, con la violencia machista".
Señalamiento a Lope de Vega en Getafe
Vox es un partido que hace gala de la reivindicación de las viejas glorias de la historia nacional (ahí está la insistencia en una película en clave de superproducción made in Spain sobre la figura de Blas de Lezo o el arranque de la campaña electoral de 2019 bajo la estatua de Don Pelayo en Covadonga). Sin embargo, figuras de la cultura patria como Lope de Vega parecen no quedar entre sus prioridades. Así lo considera el actor y director teatral Marcos Toro, a quien el ayuntamiento de Getafe, un consistorio liderado por la socialista Sara Hernández, le encomendó hace un par de años la tarea de dirigir la adaptación teatral de La villana de Getafe, una de las grandes obras del Siglo de Oro español.
Aunque el de La villana de Getafe no sea un caso de censura, sí es uno de los señalamientos más flagrantes y explícitos de la lista. El portavoz adjunto del grupo municipal Vox Getafe, Ignacio Díaz, pidió expresamente la retirada de algunos de los decorados de la obra de Toro por "pervertir la obra de Lope de Vega". Se refería a la colocación sobre el escenario de un falo y una vulva de tamaño real, aunque ficcionados en forma de árbol y roca. "Esta es la vuelta a las viejas costumbres adoctrinadoras por parte de este gobierno municipal", aseguró Díaz. "Resulta incomprensible por qué se ha decidido pervertir la obra de teatro de Lope de Vega, la cual en ningún momento incluía este tipo de escenas en las que, además, han participado niños".
La opinión de Toro es la antítesis de la del portavoz municipal de Vox. "El argumento era que la simbología sexual que aparece en escena, la visión sexualizada de lo que ocurre, no es propia de lo que hay en la obra de Lope de Vega. Que el autor no habría escrito esto. Claro que no. ¡Si lo hubiera hecho le habrían cortado la cabeza!", sentencia. "Parece ser que no comprenden que Lope habla de la sexualidad del ser humano. Todo lo que tenga que ver con la simbología sexual, queda de manifiesto, les ofende, les molesta. No se debe mencionar dentro de una dramaturgia".
"En un primer comunicado, pidieron que se retiraran de inmediato los elementos que había en escena. Ya lo habíamos hecho". El siguiente reclamo publicado por Vox pedía, directamente, la retirada del espectáculo, ya que no consideraba apropiado subvencionar con dinero público una obra de estas características (costó 4.400€, un monto irrisorio si se compara con piezas como El motín de Aranjuez o Don Juan en Alcalá, también financiadas con fondos públicos).
"La obra quiere traer la literatura del siglo XVI al público contemporáneo de una manera divertida. Las estatuas que señalan, es cierto, aluden directamente a los miembros sexuales femenino y masculino, pero se ha puesto una delicadeza absoluta en su elaboración. Lo han hecho artistas de Getafe. Tienen gracia porque hablamos de una comedia. No hay nada ofensivo ni grotesco. La gente las veía y se reía. Los vecinos de Getafe se entregaron al máximo para preparar esta obra. Es triste que el gobierno cree este juicio tan insano y malévolo para unos vecinos que se han volcado con la cultura".
La villana de Getafe se representó bajo la dirección de Toro en 2022 y varias veces a lo largo de este 2023. Ya que el PSOE de Getafe consiguió in extremis un pacto electoral para mantener la alcaldía otros cuatro años y la concejalía de Cultura actualmente está en manos de los socialistas, no hay miedo a un posible veto. No obstante, tal y como asegura Toro, Vox va a hacer "todo lo posible" por desprestigiarla. En los próximos meses se llevará a pleno el debate sobre la continuidad de la obra un año más. "Todos los artistas estamos expectantes. La carta está en manos del PP. Pueden posicionarse a favor o en contra en ese pleno, pero siendo fiel a la verdad... nadie se ha pronunciado todavía".
Estas son las piezas que Diego Ramallo realizó para la escenografía de 'La villana de Getafe' de Lope de Vega y que Vox pretende censurar porque les ofende. Sería terrible que hicierais RT y las viera todo el mundo...#SinCulturaNoHayDemocracia #StopCensura pic.twitter.com/2K8iT7da5B
— Samuel García Arroyo (@SamuelGarAr) July 6, 2023
Un maestro republicano olvidado
El cuarto artista afectado por la llegada de los nuevos gobiernos del PP apoyados por Vox –en este caso, además, por el prácticamente extinto Ciudadanos– es Xavier Bobés. Él y Alberto Conejero son los directores de escena de la obra El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, una pieza teatral centrada en la figura de Antoni Benaiges, popular maestro republicano que impartió clases en Bañuelos de Bureba antes de ser fusilado por falangistas en julio de 1936, en los primeros días del estallido de la Guerra Civil. La pieza iba a representarse en agosto en Briviesca, municipio burgalés en el que Benaiges fue detenido por los sublevados.
Sin embargo, al igual que en el resto de casos, Bobés y Conejero recibieron una llamada del ayuntamiento pocos días antes de la función. Esta vez, a sólo tres semanas. "Nos dijeron que era caro, que había problemas presupuestarios y de aforo, algo que en este tipo de casos depende directamente de los espacios en los que se organiza el evento. Ya habíamos cerrado el presupuesto y hecho la propuesta técnica adaptando la obra. Es extraño", explica Bobés a este diario.
El autor asegura que su obra teatral es un espectáculo de memoria histórica en todos los sentidos; una pieza que lanza un mensaje de reivindicación del recuerdo a los caídos republicanos y de apoyo a los maestros, tanto a los de la Segunda República como a los contemporáneos. Y aunque no señala directamente que sea un caso de censura explícita, sí que reconoce que existe un patrón entre su caso y los de Lydia Cacho, Marcos Toro y Pablo Huetos, lo que le hace sospechar que detrás podría haber una motivación ideológica.
"Es un espectáculo comprometido. De ahí que a nosotros, todas esas explicaciones, a tres semanas de presentarlo, cuando nos dijeron que estaba ya todo cerrado, nos dejaran perplejos. Que llegue el alcalde y diga que no nos deja, nos lleva a pensar a que hay similitudes con todo lo que les ha sucedido estas últimas semanas a otros compañeros. Por eso ni siquiera aceptamos una indemnización".
El autor asegura que el único consuelo que le queda es que la respuesta del público ha sido de profundo "acompañamiento". La escuela de Benaiges y los vecinos de Briviesca organizaron una concentración de 500 personas para realizar una lectura dramatizada de las cartas de los alumnos del maestro republicano en homenaje a El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca. "El 11 de octubre, además, iremos a Miranda de Ebro, al teatro Apolo, donde vamos a poder invitar a los vecinos de Briviesca a venir a ver la obra".
¿Guerra cultural? Los ayuntamientos responden
La mayoría de ayuntamientos involucrados en estos presuntos casos de censura, cancelación, señalamiento o cambio programático de la agenda cultural de sus pueblos y ciudades por motivos económicos niegan una raíz ideológica en sus decisiones. El alcalde de Valdemorillo, Santiago Villena, del PP, aseguró que se trataba de "una mentira" el hecho de plantear la existencia de un veto ideológico, y reforzó la idea de "ajuste de presupuestos y cuentas".
Algo parecido ocurrió con el bipartito toledano. La edil popular de Asuntos Sociales, Marisol Illescas, aseguró que se trataba de una decisión presupuestaria y niega "rotundamente" que se tratara de un caso de censura. "Nos encontramos una situación presupuestaria muy deficitaria y compleja, por lo que decidimos priorizar la atención a las mujeres en situación de vulnerabilidad", explicó, antes de asegurar que lo que buscan es reforzar los "puntos violeta" y la elaboración de un Plan de Igualdad. "Es inadmisible el ataque frontal y directo que está sufriendo este consistorio".
El alcalde de Briviesca, José Solas, del Partido Popular, en declaraciones recogidas por ABC, también ha negado la mayor y argumentado que, "al igual que con los fuegos artificiales [que también han sido cancelados], no ha habido un informe de seguridad positivo", que "el lugar no reunía las condiciones" necesarias para representar la obra y que "el montante parecía un poco exagerado para ese sitio". También aseguró que la decisión fue sólo suya y que nada tienen que ver ni Ciudadanos ni Vox en la decisión, que le apoyan formalmente pero no forman parte del gobierno ni ostentan concejalías.
Los desmentidos, o las críticas a la crítica, en todo caso, vienen por cuentagotas y siempre de políticos y concejales del Partido Popular incómodos con su socio preferente. Los ediles de Vox, mientras tanto, guardan silencio, probablemente al sentirse reforzados por el discurso del propio Santiago Abascal, quien durante la campaña electoral previa a los comicios electorales del pasado 23 de julio soltó frases del tipo: "no hemos venido a continuar ni a respetar el secuestro de cultura por unas falsas élites que se han propuesto rediseñar una sociedad según sus caprichos y sus intereses y "vamos a hacer lo que nos parezca, respetando los gustos de los españoles".
Asimismo, el líder de la formación verde, quien alude al wokismo como germen de la debacle cultural del siglo XXI, asegura que le parece "verdaderamente sorprendente [...] que la misma izquierda que ha traído la cultura de la cancelación, la izquierda que ha amordazado a escritores, poetas o cantantes" lidere las críticas por la gestión municipal de sus concejales, en clara referencia al revisionismo de las obras de Agatha Christie, Ian Fleming (autor de las novelas de James Bond) y J.K. Rowling o el intento de censura de HBO Max de películas como Lo que el viento se llevó por racista. "Que tengan muy claro que no hemos venido ni a asumir sus discursos culturales ni a pagar sus fiestas".
"Torquemadas disfrazados de futurismo"
Las obras mencionadas no han sido los únicas señaladas o canceladas. En Santa Cruz de Bezana, Cantabria, el consistorio municipal, cuya concejalía de cultura está en manos de Javier Fernández (Vox), también retiró la película de Disney Lightyear –prohibida en 14 países, entre ellos Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Siria e Irak– por, supuestamente, mostrar un breve beso entre dos mujeres. La decisión provocó una honda indignación que se saldó, el pasado 26 de julio, con una quedada multitudinaria donde decenas de personas se besaron públicamente en señal de protesta.
"Ahora los ultras se creen revolucionarios", sentencia Lydia Cacho. Para la periodista mexicana, la clave de este tipo de conductas que pasan por la censura o el desprestigio de los artistas está en el miedo. "Muchos creen que el mundo que conocemos está llegando a su fin. Les genera ansiedad social. Han perdido la brújula patriarcal y creen que pueden regresar al pasado a través de la destrucción del multiculturalismo, de la igualdad y de la diversidad. Viene una batalla cultural enorme", advierte.
No es por mí, no es por ti, es por todas las sociedades que han encontrado en el arte una herramienta de la cultura de paz e igualdad un avance civilizatorio que nos permite convivir mejor. #NoCensura #LaInfamiaTeatro #NiñezPrimero #LibertadDeExpresion pic.twitter.com/Ud0s4tHUP1
— Lydia Cacho (@lydiacachosi) August 1, 2023
A lo que añade: "Yo creo que no es un negacionismo de los derechos de las mujeres o de la existencia de la violencia machista, aunque lo digan; en el fondo es el pánico social de una derecha que piensa que las mujeres tenemos demasiado poder y queremos destruir a los hombres. Todo material cultural, incluido nuestras obras [como La infamia], nuestros libros [como el de Woolf] y nuestras películas [como Lightyear], que promuevan esa diversidad, representan un enemigo para todos aquellos que creen que vienen a hacer una revolución y devolvernos la 'paz social'. Pero es Torquemada disfrazado de futurismo".