Jorge Casanova, el genio de Navarra con el oro mundial en Matemáticas a sus 20 años: su gran futuro
Va a empezar el cuarto curso del doble grado en Física y Matemáticas. Además de los estudios, es un enamorado del saxofón.
3 septiembre, 2023 02:33Tiene 20 años y acaba de volver a España con una Medalla de Oro de Matemáticas ganada en la International Mathematics Competition for University Students, celebrada en Bulgaria la primera semana de agosto. Es de Navarra, de un pueblo llamado Olite, y desde pequeño amó esta ciencia y destacó en ella, tanto como para que le pasaran de primero de primaria a tercero sin pasar por el escalón de segundo. Contesta con timidez a todas las preguntas que le formulamos, y con eficacia matemática, claro. Su mente discurre por ríos de lógica, aunque reconoce que para algunos de los problemas de la vida no existen fórmulas preestablecidas ni soluciones únicas. Ay.
Además de Matemáticas (mate, las llama él), estudia el grado de Física porque un profesor suyo de segundo de Bachillerato le enseñó a amar también esta disciplina, de la que encuentra un reflejo real en infinidad de situaciones cotidianas. Antes de descolgar, Alicia Keys canta en su teléfono Empire State of Mind. ¡Aún existen los politonos! Después empieza a relatar para EL ESPAÑOL cómo fue la competición que le ha brindado el oro: "El concurso en sí dura una semana, pero lo que es propiamente la competición son dos días, dos exámenes. Y cada día cinco horas, cinco problemas. Son problemas relacionados con cosas que se ven en la carrera pero de más nivel, mucho más complicados de lo que normalmente damos", desarrolla.
Al certamen, celebrado en Bulgaria la primera semana de agosto, se presentaron 400 estudiantes -principalmente de grado, y también alguno de máster- de Matemáticas, llegados de cualquier parte del globo. Contra ellos luchó con denuedo, y con mucha concentración, Jorge. "Es muy complicado mantenerla todo el tiempo, de hecho las cinco horas no estás cien por cien concentrado y puedes hacer pausas para ir al baño y también llevar comida y bebida y comer en medio del examen para descansar la mente. Se trata de alternar periodos de concentración máxima de media o una hora y pequeños descansos si consigues resolver un problema".
P.- Debe de ser muuuy complicado explicarlo, y más entenderlo, pero ¿en qué consistieron las pruebas?
R.- En una te planteaban una especie de juego, entre comillas: te contaban las normas y tenías que demostrar, a partir de esas normas y de la situación inicial, que una jugada no se podía dar. Y en otro problema te pedían encontrar todos los números que cumplían una determinada propiedad. Sí que es muy complicado de explicar, je, je.
P.- Claro, tú piensa que encima se lo estás explicando a alguien que suspendió una sola asignatura en su vida académica, y fueron las Matemáticas.
R.- (Ríe con cierto azoro). No, por eso, por eso. Entrar en detalles es difícil, hace falta papel y boli, también a los que estábamos allí.
Para afrontar tamaño reto, Jorge se prepara durante todo el año en un seminario semanal que lleva a cabo su universidad, la de Zaragoza, y del que salió el equipo que fue al campeonato. Y, aunque la rivalidad con el resto de oponentes siempre está ahí, dice que predomina entre ellos "el buen rollo y sólo un poco de pique sano".
De hecho, entre sus amigos están otros ganadores de la Medalla de Oro este año (en el certamen dan más de una para no desanimar al personal, dada la dificultad de la competición), como Miguel Navarro y Martín Padro, de la universidad Complutense, Javier Nistal y Leonardo Costa, de la Barcelona Tech, o Pablo Soto, de la Autónoma de Madrid. "Nos llevamos muy bien todos, y los días previos a la competición quedábamos para practicar, y los días posteriores quedábamos para jugar al fútbol o a las cartas. O a comer. Un poco de todo", recuerda el aragonés.
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P.- ¿Y te ponías nervioso, Jorge?
R.-Un poco nervioso sí, porque además soy una persona competitiva.
P.- ¡Te lo preguntaba porque me surgía la duda de si un matemático se pone nervioso!
R.- Hombre, algo sí, sobre todo al principio cuando lees por primera vez los problemas. Puedes tener suerte y verlo a la primera, pero generalmente no es el caso y tienes que pelearte mucho y escribir hojas, hojas y hojas hasta que llegas a una idea que es la que funciona. En las competiciones cada problema es más difícil que el anterior. Eso al principio pone nervioso.
P.- Es que además solemos tener esta imagen del matemático como persona muy cuadriculada, pero digo yo que también sois humanos, ¿no?
R.- Sí, mira, cuando estuvimos allí en Bulgaria había gente de todo tipo, desde digamos el estereotipo de matemático en el que se suele pensar hasta gente de cualquier personalidad, súper extrovertidos. Luego además las matemáticas generalmente son una ciencia mucho más social de lo que la gente imagina. Nuestros profesores siempre nos cuentan que están permanentemente en contacto con otros investigadores de España o del mundo porque generalmente es difícil encontrar dos personas que trabajen en lo mismo, suelen estar separadas.
Jorge se considera "razonablemente sociable" y, el tiempo que pasa alejado del estudio lo invierte en otra pasión: la música. Toca el saxofón en dos charangas de su Colegio Mayor, el Pedro Cerbuna. ¿Tiene tanto que ver la música con las matemáticas, como siempre se ha dicho? "Yo no veo tanta relación, pero es verdad que la mayoría de la gente que la estudia toca un instrumento porque el ritmo del jazz, o lo que es la parte más teórica de la música, sí que tiene muchas cosas de matemáticas básicas. Cada parte de una cancion dura exactamente el mismo número de compases, los compases duran el mismo número de pulsos…".
P.- Y luego, en la vida cotidiana, ¿ves matemáticas por donde vas?
R.- Mmm... A veces más que con las matemáticas me pasa con la física. A veces veo cosas en la calle y digo ¡ahí va!, si esto lo he estudiado en clase.
Aunque Jorge pertenece a la generación Z y apenas ha visto algún capítulo del célebre 'House', la reflexión recuerda a cuando el irritado e irritante doctor resolvía un caso al contemplar una visión cotidiana: "Sí, pasa con las cosas que estás viendo justo en ese momento. El ejemplo más claro es de los arcoiris, que hemos estudiado en Óptica, o el porqué del color del cielo o las distintas fases de la materia que vemos en termodinámica, algo que se aprecia mucho en la cocina".
P.- Y, Jorge, ¿tú crees en la famosa división entre ciencias y letras? ¿Crees que estamos -generalmente- llamados sólo por uno de los dos caminos?
R.- A ver, yo personalmente siempre he sido siempre muy de ciencias, pero no tengo ningún prejuicio. José Echegaray, por ejemplo, recibió el premio Nobel en Matemáticas y en Literatura. Depende de la persona, a mí no se me dan bien particularmente las letras, pero a otras personas sí.
A sus 20 años, Jorge va a empezar el cuarto curso del doble grado en Física y Matemáticas. Ahora que el futuro le ronda como un pájaro hermoso y ágil, se plantea qué hará con tantos conocimientos como está adquiriendo. Y aún duda: "Primero voy a acabar la carrera, luego me gustaría hacer un máster y no sé si quedarme en la universidad y seguir estudiando o irme a la empresa".
Dentro de las opciones de la empresa privada, nos cuenta, cada vez más se abren más puestos a los matemáticos: "Por ejemplo ahora en Bulgaria uno de los patrocinadores de la competición era un fondo de inversión. Ellos contratan a matemáticos o físicos para que hagan trabajos no tan convencionales, como supervisar las inversiones para que sean más seguras, evaluar los riesgos o decidir en qué momento invertir o retirar las inversiones. Las matemáticas sirven para tratar de predecir y cuantificar de forma rigurosa el riesgo de cada acción".
P.- Por último, Jorge, cuando tienes un problema en tu vida cotidiana, ¿te sirven las matemáticas? ¿Te reconoces aplicándolas?
R.- Depende del tipo de problema, hay problemas que es imposible plantearlos como matemáticos, pero otras cosas sí que igual… Para hacer la compra, por ejemplo, te puedes organizar a veces de forma igual muy estricta, je, je. Pero hay otros problemas que no, hay otros problemas que es imposible resolverlos de forma matemática (ríe con ganas).
P.- Imagino, todos los que tienen que ver con los sentimientos. Ahí los números no ayudan, ¿no?
R.- ¡No! Ja, ja, ja... ¡Ahí nada de nada!