Los asesinos del desertor ruso le atropellaron tras dispararle seis veces y luego quemaron el coche
Maxim vivía en el "piso de unos amigos" y se ganaba la vida ofreciendo sus servicios como manitas. Un guardia civil revela que el presidente ruso, Vladímir Putin, "tiene alguna propiedad" en Altea cerca de Villajoyosa.
21 febrero, 2024 02:54El desertor Maxim Kuzmínov había puesto más de 7.000 kilómetros de distancia con la madre patria. Este piloto ruso se instaló "en el piso de unos amigos" en el Residencial Cala Alta de Villajoyosa, a escasos metros del mar, con el objetivo de colgar el uniforme, empezando una nueva vida "como profesional de las reformas y las chapuzas", según cuentan a EL ESPAÑOL varios vecinos de este residencial. Sin embargo, este militar no logró dar esquinazo al Servicio de Espionaje Exterior de Rusia porque el martes 13 de febrero fue hallado acribillado a balazos en el garaje.
"El muerto estaba tumbado bocarriba, sobre la rampa del garaje que va de la planta menos dos a la menos uno", según relata Rubén, conserje del Residencial Cala Alta de Villajoyosa, y que aquel martes se encontró junto a un vecino el cuerpo sin vida del piloto ruso: Maxim Kuzmínov. "Su cuerpo estaba amarillo y con unos seis disparos, debieron usar un silenciador porque yo estaba limpiando el garaje y habría escuchado los disparos porque están comunicadas las dos plantas subterráneas con las plazas de aparcamiento de las cinco torres de edificios".
"Lo único que escuché fue el sonido de un coche que salió muy rápido del garaje, pero no le di importancia", admite Rubén a EL ESPAÑOL. Ese vehículo -probablemente- era el Hyundai, de color blanco, que la víctima aparcaba en la plaza número 29 de la planta menos dos del residencial y que el sicario -o sicarios- emplearon para huir, pasando por encima del cuerpo de Maxim Kuzmínov: el militar ruso que desertó del frente, tras entregar al Ejército de Ucrania un sofisticado helicóptero de combate Mi-8 que él mismo pilotó hasta una base militar de Járkov.
"Parece ser que le habían hecho un pasaporte ucraniano falso para llegar a España", según cuenta un vecino de la Torre 3 donde residía Maxim Kuzmínov. El plan del militar era hacerse pasar por un refugiado que había huido del horror de la guerra en Ucrania, para ganarse la vida como "manitas" y empezar de cero en Villajoyosa: una turística localidad de la Costa Blanca, con 36.093 habitantes, marcada por la presencia de una notable colonia de ciudadanos de Europa del Este.
El plan hizo aguas porque este piloto, de 28 años, que se graduó en la Escuela de Aviación de Sizran al sur de Rusia, no tuvo en cuenta un dato que un guardia civil destinado en Alicante revela a EL ESPAÑOL: "Los rusos están más establecidos en urbanizaciones de Altea. Es más, Putin alguna que otra vez ha estado por allí, tiene alguna propiedad, eso sí, a nombre de otras personas o sociedades. Poco se sabe de eso".
El truculento final que ha sufrido este desertor, a base de plomo, parece apuntar a que este militar acabó a 29 kilómetros de Altea donde tiene "alguna propiedad" el presidente ruso, Vladímir Putin. El piloto estaba en la diana del Servicio de Espionaje Exterior de Rusia, a la vista de las duras declaraciones realizadas por su jefe, Serguéi Narishkin, a la agencia rusa RIA Nóvosti: "Este traidor y criminal se convirtió en un cadáver moral en el momento en que planeó su sucio y terrible crimen". Es decir, entregar a Ucrania un helicóptero de combate Mi-8 a cambio de 500.000 dólares.
La segunda teoría que circula por la zona sobre el crimen, la resume un ciudadano de Kirguistán que lleva dos décadas asentado en Villajoyosa y que se dedica a instalar sistemas de seguridad: "El 90% de mis clientes son de Rusia o de Ucrania, la cara de ese chico me sonaba porque he trabajado en el Residencial Cala Alta y lo que la gente dice es que unos ucranianos le han disparado por haber servido en el Ejército ruso".
La tercera hipótesis sobre el asesinato del desertor es la que deslizan algunos vecinos de la zona: alguien le delató. De otra forma no entienden cómo dieron con el piloto a más 7.000 kilómetros de distancia, ya que otra vecina de la Torre 3 donde vivía Maxim subraya que el veinteañero "hacía poca vida social" desde que se instaló. Como mucho, solía bajar a la Cafetería Yorko's a tomarse un café en su soleada terraza de la avenida Rosa de los Vientos. "Era un chico alto y corpulento: siempre le veía solo".
Esta jubilada, como el resto de residentes en los más de cuarenta inmuebles que hay en las nueve plantas de la Torre 3 que se recorre el periodista, solo accede a hablar desde el anonimato: no se puede revelar su nombre ni el piso en el que vive. Ni que decir tiene que el vecindario está asustado ante el truculento final de su vecino que ha consternado a toda La Vila Joiosa.
De hecho, cuando el martes 13 de febrero se localizó a Maxim "con media docena" de disparos alojados en su cuerpo, en la comunidad pensaron que se trataba de un asesinato por un ajuste de cuentas vinculado a temas de narcotráfico. Nada de eso: la Guardia Civil investiga si podría tratarse de un crimen de guerra -con sello ruso- que no habrían podido idear ni los guionistas de la serie La que se avecina de Mediaset.
"Este chico se debió instalar en otoño en el residencial, porque yo empecé a verle hace cinco meses aproximadamente", según recuerda esta vecina jubilada, como su marido. "No hablaba con nadie, pero era muy educado, siempre hacía un gesto con la cara para saludarme cuando me lo encontraba en el garaje y me cedía el ascensor porque mi esposo va en silla por problemas de movilidad". Tanto esta mujer como otros vecinos afirman que Maxim "se instaló en un piso de la novena planta que era de unos amigos suyos: una pareja de Ucrania o Rusia que tiene una niña".
Ese piso en el que residía el piloto ruso tiene instalado un sistema de seguridad en la puerta: un timbre que lleva incorporada una videocámara y al llamar se puede ver a la persona que está en el pasillo. El periodista llama y se asoma el que debía ser el amigo que había alojado a Maxim, pero la conversación no dura ni dos segundos: "No sé nada de lo que ha pasado. Acabo de regresar de un viaje". A continuación, este ciudadano corpulento y con rasgos caucásicos pega un portazo. Fin de la 'entrevista'.
Kuzminov desertó el 9 de agosto del Ejército ruso y aterrizó en suelo alicantino "en octubre", según cálculos de los vecinos del Residencial Cala Alta. Lo hizo con nombre falso y la documentación de un ciudadano ucraniano, de 33 años, dedicado a las reformas de inmuebles, la pintura, la fontanería... Así lo asegura el conserje, Rubén: "Empecé a trabajar en este residencial el 7 de diciembre y a la semana siguiente, ese chico me pidió permiso para instalar un contenedor para echar los escombros porque estaba haciéndole una obra a un vecino".
Nada fuera de lo normal en esta imponente urbanización con zonas verdes y piscinas, propiedad del Sareb, y donde hace algo más de un año comenzaron a instalarse los primeros inquilinos. "El 70% de los propietarios del residencial son ciudadanos rusos y ucranianos que han decidido invertir, comprando pisos para alquilarlos para los turistas", según cuenta una profesional del sector inmobiliario. "El chico asesinado estaba de alquiler y se ganaba la vida ofertando sus servicios para reformas y chapuzas".
Maxim buscaba mimetizarse en la colonia de inmigrantes de Europa del Este, como solía hacer cuando se ponía el traje de camuflaje cuando estuvo destinado en el Lejano Oriente ruso. Pero cometió errores: uno de ellos fue ofertar sus servicios de manitas por La Cala de Villajoyosa, un lugar tranquilo a pesar de estar ubicado cerca de los rascacielos de Benidorm. Otro fallo de bulto fue invitar a su exnovia a pasar unos días en la idílica Costa Blanca, alejada del régimen del dictador Vladímir Putin.
"Es obvio que le ha asesinado Rusia", afirman tajantes y al unísono un matrimonio de jubilados, naturales de Lituania, los cuales explican a este diario con la ayuda de un traductor que disfrutan de un retiro dorado en el Residencial Cala Alta. "Nosotros no escuchamos nada el día del asesinato porque nos dedicamos a pasear y a tomar el sol". Uno de los pocos que aquel martes escuchó algo fue el conserje Rubén: "Los amigos de la víctima empezaron a gritar '¡my friend!', al ver el cadáver en el garaje".
"El fallecido tuvo que intentar huir cuando le dispararon porque su cuerpo estaba sobre la rampa, por la que los coches acceden de la planta menos dos a la menos uno para salir a la calle", según prosigue Rubén. El asesinato se produjo en un garaje situado a unos metros de la subsede de la Policía Local de la Cala, lo que denota la frialdad profesional del sicario -o sicarios- porque el residencial también tiene cámaras de seguridad.
Los ejecutores habían estudiado la rutina diaria del piloto ruso y también debían conocer los horarios de los establecimientos del entorno. "Tuvieron que dispararle entre la cinco y las cinco y media de la tarde del martes porque en esa franja horaria no había nadie en la inmobiliaria", según sostiene una empleada de Tower Estates, cuya oficina tiene grandes ventanales con vistas al garaje donde se produjo el crimen. "La Guardia Civil nos has pedido las grabaciones de nuestras cámaras de seguridad".
Aquel martes 13 de febrero, el asesino o asesinos del piloto Kuzminov supuestamente huyeron al volante del Hyundai que el desertor "solía estacionar en la plaza de garaje número 29". Así se desprende de dos datos: el primero, un policía que vive en el Residencial Cala Alta le aseguró a la Guardia Civil que ese era el vehículo particular de la víctima mortal, y el segundo, el todoterreno apareció quemado en un paraje de El Campello.
"La imagen de un Hyundai blanco se distribuyó entre las patrullas de Policía Local de varios pueblos de la Marina Baja y Alta, para que lo interceptásemos porque era el vehículo sospechoso que había huido del garaje del crimen", según asegura un policía local. "El Hyundai lo quemaron para eliminar huellas". Era la guinda a la que bien podría llamarse 'Operación Kuzmínov': matar al desertor del Ejército ruso que tenía miedo de ir a la guerra de Ucrania y que para evitarlo entregó un Mi-8 al enemigo, así como las vidas de la tripulación que le acompañaba en ese helicóptero de combate.