Tres momentos de los López Gurrea: se casan en el balcón; primera sesión de quimioterapia embarazada de Marcos; y en el día contra el cáncer de mama, con sus hijos.

Tres momentos de los López Gurrea: se casan en el balcón; primera sesión de quimioterapia embarazada de Marcos; y en el día contra el cáncer de mama, con sus hijos. Cedidas

Reportajes

Deborah Gurrea, de 'la boda del balcón' en la Covid a luchar contra un cáncer tras tener dos hijos

La riojana saltó a la fama por casarse con José López mientras estaban confinados. Tuvo a Marcos con cáncer. No es el único varapalo sufrido.

5 agosto, 2024 02:20

Era verano. El calor abrasaba los termómetros en el corazón de La Rioja. Por ello, para combatirlo, fueron a la piscina los recién casados Deborah Gurrea y José López, la pareja riojana que saltó a la fama por contraer matrimonio en el balcón de su casa durante el confinamiento de la Covid-19. Se bañaron, disfrutaron con la familia… todo. Parecía una tarde estival feliz en la que los cónyuges también se divertían con su única hija, Adriana, una bebé de año y medio concebida durante el estado de alarma. Una niña de la generación de la pandemia. Todo era paz, pero esa tarde todo cambió.

“Al quitarme el bikini mojado, me toqué el pecho derecho porque tenía una molestia en el lateral, cerca de la axila. Me noté un pequeño bulto y se lo comenté a mi marido, mi suegra y mi cuñada. Mi suegra me dijo: 'Ay, míratelo porque con esas cosas nunca se sabe…'”, cuenta a EL ESPAÑOL Deborah Gurrea (Logroño, 1990), la novia del balcón. La chica quedó dubitativa, pero como al quinto día el dolor no remitía, Deborah empezó a sospechar: “Me sentía cansada, pero lo achacaba a que en ese momento estaba embarazada de casi siete meses de mi segundo hijo, pero como me preocupé, contacté con mi ginecólogo”.

Con premura, el ginecólogo de Deborah le dijo que se trasladase en ese mismo momento a Calahorra y le practicó una ecografía en el pecho. “No le hizo gracia y me pidió que fuese a Pamplona a hacerme una mamografía de inmediato”, prosigue Deborah. Eso hizo. Viajó hasta la Clínica Universidad de Navarra con su marido, José López (Arnedo, 1979), lugar donde le practicaron varias pruebas: mamografías, ecografías… “Y yo lo vi en los ojos de la radióloga. Indagaba mucho. Vi que las cosas no iban bien”, dice esta madre coraje.

Deborah Gurrea y su marido, José López, durante la primera sesión de quimioterapia estando embarazada.

Deborah Gurrea y su marido, José López, durante la primera sesión de quimioterapia estando embarazada. Cedida

Tras practicarle una biopsia –era la última esperanza para descartar lo que indican los malos augurios–, Deborah fue convocada al hospital el 18 de agosto de 2022. “Días antes le dije a mi marido: 'José, vámonos a la playa, a Sopelana (Vizcaya), a pasar el día…'. De alguna manera sabía lo que iba a venir. Era una mini despedida…”, valora Deborah. Efectivamente, cuando fue al hospital navarro, la médica le dijo lo que nadie quiere oír: “Tengo malas noticias: tienes cáncer. Cáncer de mama”.

La mente de Deborah se inundó de dudas. Un mar de incógnitas y miedos. La mujer, en shock, no sólo se planteó si podría superar aquello. “No sólo pensaba si me iba a morir. Pensaba: '¿Y mi bebé? ¿Sobrevivirá? ¿Qué será de nosotros?'”, se cuestionaba. El temor ya no sólo era por ella misma, sino por la vida que crecía en su vientre. Y comenzó la guerra de Deborah contra el cáncer, una guerra que aún no ha terminado de ganar, una guerra en la que ha habido luces y sombras; en la que ha habido esperanza y pesadumbre.

'Operación Salvar a Marcos'

Pero la primera batalla de la guerra contra el cáncer de Deborah pasaba por salvar a Marcos, el segundo hijo de ella y José López. Crecer en un organismo con un cáncer con un 80% de agresividad no era lo mejor que se puede esperar para un embarazo.

Deborah Gurrea y José López, con su hijo Marcos, recién nacido, en septiembre de 2023.

Deborah Gurrea y José López, con su hijo Marcos, recién nacido, en septiembre de 2023. Cedida

“Pero calmaron. Me dijeron que, por suerte, estaba localizado y lo habían detectado a tiempo. Yo tenía claro que tenía que luchar por mi hija Adriana, así que inicié, el 22 de agosto de 2022, un tratamiento de quimioterapia. Me dieron contracciones, pero no eran de parto. Así que eso hizo que los médicos pensaran en inducir el parto. Se reunieron neonatólogos, oncólogos y ginecólogos para valorar la idoneidad y nos dijeron que pensaban que era lo mejor. Nos explicaron los riesgos y mi marido y yo decidimos asumirlos”, explica Deborah.

Arrancaba la Operación Salvar a Marcos. El día D, el 7 de septiembre de 2023. Cumplidas las 36 semanas de gestación, ocho meses, se le indujo el parto a Deborah. Fue natural y Marcos nació en perfectas condiciones. Ni siquiera necesitó incubadora. “Fue un rayo de luz, un milagro entre tantas desgracias. Me dije: 'Deborah, eres muy valiente. Ahora hay que luchar no sólo por Adriana, sino también por Marcos'”, recuerda esta madre. Se lo dijo a sí misma en la sala de parto, con Marcos en su pecho. Con Marcos “fuera y sano”, ahora empezaba, sí o sí, la batalla más dura. Una que habría de librar esta mujer en soledad. 

El último trimestre de 2023, la quimioterapia acompañaba la vida de Deborah. Había que destruir ese mal que crecía a pasos agigantados en su seno derecho. Y la guerra también comenzó a ser psicológica. “Vas viendo que tu cuerpo merma, que pierdes las cejas, el pelo… Y, sobre todo, vas viendo que no tienes energía. Mi hija, que sabía que yo estaba malita, era muy pequeña para entender que nunca podía estar con ella, así que hacía esfuerzos para darle lo que ella demandaba de mí como madre”, rememora la mujer.

Aun así, la quimioterapia era tan agresiva que Deborah, en octubre de 2023, tuvo que ser intervenida porque, por una colitis, iba al baño muchas veces al día, lo que le causó una fisura. “Gritaba de dolor… Fue horrible. Pero, por suerte, al mes, en noviembre, tuve una buena noticia: me hicieron una ecografía en la que parecía que el tumor había desaparecido por completo. La quimioterapia estaba funcionando hasta el punto de que el 18 de diciembre toqué la campana. Parecía que había superado el cáncer y sólo faltaba limpiar la zona, pero ya sería después de las Navidades”, explica la riojana.

Deborah Gurrea, tocando la campana que señaliza el final de un tratamiento contra el cáncer.

Deborah Gurrea, tocando la campana que señaliza el final de un tratamiento contra el cáncer. Cedida

Del calvario de 2023…

El 2023, un año que para Deborah Gurrea y José López siempre quedará grabado en sus memorias por los incontables malos momentos, terminaba con la presunta recuperación de Deborah, aunque ella no se fiaba. Ese año, el cúmulo de eventos negativos a nivel personal y familiar había desarrollado en la mujer cierto escepticismo. Desde enero de 2023, la familia López Gurrea había sufrido varios varapalos que provocaban que Deborah dudase.

La boda oficial de José López y Deborah Gurrea, en la que también bautizaron a su hija, Adriana.

La boda oficial de José López y Deborah Gurrea, en la que también bautizaron a su hija, Adriana. Cedida

Tras los felices 2020, 2021 y 2022 en los cuales se celebraron la famosa boda del balcón y otras dos oficiales para formalizar la unión matrimonial; además del nacimiento y bautizo de Adriana, enero de 2023 llegó como una losa. “Mi suegro, Paco López, se rompió el pie y era un contratiempo porque es una persona que nos ayudaba muchísimo a cuidar de nuestra hija mientras trabajábamos”, explica Deborah. Días después, el matrimonio del balcón se enteró de que esperaban un segundo hijo.

Pero la alegría duró poco. En febrero de 2023 le dio un infarto cerebral a Pilar López (1975), la hermana de José López. “Fue un disgusto muy grande. Incluso pensé que podríamos perder el bebé por tanto estrés que estábamos pasando. Fueron unos primeros meses muy duros”, se sincera.

La cadena de desgracias, no obstante, no frenó. En abril de 2023 Deborah sufrió Covid, en pleno embarazo. En mayo, no le renovaron en su trabajo porque había anunciado su embarazo a la empresa antes de que la hicieran fija. “Nunca alegaron eso, porque es ilegal, pero pese a estar contentos conmigo, no me renovaron y, a día de hoy, el jefe nunca quiso ni verme ni darme explicación alguna”, continúa la riojana.

Por si fuera poco, al día siguiente del despido de Deborah, José López se rompió la meseta tibial de la rodilla. Escayolado, José López se convirtió en otra persona a la que debía cuidar la embarazada Deborah. Y cuando se veía la luz al final del túnel, hacia el final del verano de 2023José López había recuperado la movilidad en su pierna–, la vida volvió a ponerles a prueba: le diagnosticaron el cáncer a Deborah con la consecuente inducción de su embarazo para salvar a Marcos.

Deborah Gurrea y su hijo, Marcos, durante su última sesión de quimioterapia.

Deborah Gurrea y su hijo, Marcos, durante su última sesión de quimioterapia. Cedida

2023 fue un año de batallas, pero cuando la mujer tocó la campana el 18 de diciembre, parecía que el calvario había terminado. Parecía que había ganado la guerra al cáncer de mama. Pero al volver de vacaciones de Navidad, en enero 2024, la vida volvió a poner a prueba la resiliencia de la familia López Gurrea.

“Una cosa que quiero decir es que aunque yo sea la que esté luchando contra el cáncer, el apoyo de mi familia ha sido fundamental. Ellos han sufrido mucho también, en particular, mi marido. Pero sin él todo hubiese sido más difícil. El amor verdadero no se demuestra en bodas, como aquella boda del balcón, sino se demuestra de verdad en los malos momentos y José siempre ha estado. Eso es amor. 'En la salud y en la enfermedad', dicen los votos. Lo difícil es estar en la enfermedad”, piensa, con profundo amor, Deborah.

…a la 'guerra' de 2024

El 4 de enero de 2024 le dijeron a Deborah que volvía a tener una mancha en el pecho. El 9 la operaron y le extrajeron un tumor de centímetro y medio. Desde entonces y hasta mayo ha vuelto a estar en quimioterapia. Pese a todo, Deborah ha sido una guerrera que nunca se ha rendido ante la adversidad, sobre todo por su familia y por sus hijos.

La familia López Gurrea en la actualidad: los padres, José López y Deborah Gurrea, junto a sus hijos, Adriana y Marcos.

La familia López Gurrea en la actualidad: los padres, José López y Deborah Gurrea, junto a sus hijos, Adriana y Marcos. Cedida

Sus fuerzas y su sistema inmunológico, no obstante, han quedado deteriorados hasta el punto de que este verano ha padecido un herpes zóster, del cual se está tratando. Arropada por los suyos, por su marido José, el novio del balcón; por sus hijos, Adriana y Marcos; y por el resto de familiares y amigos, ahora Deborah Gurrea espera la siguiente fecha clave de su vida, el 9 de agosto: “Tras tres meses después de la última sesión de quimioterapia me pueden decir si he superado o no el cáncer de mama”.

Pregunta.– Deborah, ¿querría añadir algo más?

Respuesta.– Sí, dos cosas. Por un lado, quiero que se conozca la labor de la Asociación Española contra el Cáncer. Uno la ve cuando le toca. En mi caso, siempre nos han ayudado a mi familia y a mí con el alojamiento en Pamplona, cuando teníamos que ir a la clínica, o con psicólogos, para que nos ayudasen a afrontar la situación. Les estoy muy agradecida.

Por otro lado, he querido contar mi historia porque quiero concienciar a todas las mujeres de la importancia de autoexplorarse, porque, como en mi caso, eso puede provocar que se pille el cáncer a tiempo. Eso puede salvar vidas y quiero concienciar a las mujeres de todas edades para que lo hagan.

Además, mi propósito también es poder transmitir esperanza y tranquilidad, ya que la fuerza mental es el 50 % de la curación, porque a pesar de las complicaciones que la vida te pueda poner por delante, ser positivo y mantener la mente fuerte, es primordial.