María Serrano, apartada del Seprona por denunciar corrupción: "Los hombres no lo hicieron"
Esta brigada de la Guardia Civil se enfrenta a más de un año de prisión militar por acusación y denuncia falsa tras archivarse la causa penal por corrupción que investigó.
3 septiembre, 2024 02:41Lo que hizo María Serrano comenzó en el año 2015: cuando empezó a poner por escrito lo que presuntamente ocurría en el Seprona de Sevilla, donde era sargento desde 2012. Nueve años después está de baja psicológica, aunque en activo; le retiraron el arma, la desalojaron del pabellón en la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla y le quitaron la especialidad.
Ahora, con todo aquello que investigó archivado por la justicia militar, se enfrente a más de un año de cárcel ante un tribunal militar por acusación y denuncia falsa... precisamente, por aquella denuncia. Esta semana convocó a los medios de comunicación para una 'revelación pública', una figura recogida en la ley 2/2023, reguladora de la protección de las personas que informen sobre infracciones normativas y de lucha contra la corrupción, y que exige que todas las administraciones públicas deben tener un canal para denunciar casos y amparar al denunciante. En la Guardia Civil, por el momento, no existe.
En aquella revelación pública, "la primera de España", matiza a EL ESPAÑOL, lo contó todo, dando nombres y apellidos. También agradeció con énfasis el apoyo de las asociaciones de la Guardia Civil, como la AUGC, al Grupo de Alertadores de Corrupción y a su abogado, Jesús Díaz.
"A mí no me ha pasado esto por ser mujer. Me ha pasado por ser como soy. Y porque Paco, Pepito y Juanito, y quienes me precedieron, no tuvieron lo que hay que tener".
- Tras todos estos años, ¿Volvería a hacer lo mismo que hizo?
-Sin duda. Tonta no soy: corregiría cosas, pero no podría mirar para otro lado ante presuntas actividades delictivas. Tampoco obedecería, en la vida, órdenes ilegítimas.
María recuerda que llegó al Seprona con ilusión. "Abordábamos asuntos de envergadura: delitos medioambientales, urbanísticos, contra el patrimonio... las multas eran muy fuertes, y teníamos enfrente, en ocasiones, a empresas potentes. Nada más llegar allí un compañero me dijo que allí teníamos a una joya". Se refiere María al subordinado, un cabo primero, al que investigó por presunta corrupción.
Enseguida notó, rememora, "que era la típica persona que se encuentra molesta porque tenía a otro por encima, y además, que era una mujer. Torera no soy, pero sé torear. Me encontraba con comentarios como que quién era la niñata ésta. Todo era una contrariedad. No estaba de acuerdo con nada. Me cuestionaba, iba por libre. Me decía que no tenía por qué darme cuentas. Una persona así tiene tela marinera. No lo hizo sólo conmigo. Posteriormente, me lo dijeron también compañeros de otras unidades".
En menos de un año dio cuenta por escrito de varias sanciones disciplinarias. Prosperó una, por una falta grave por insubordinación. "Entonces llegó el cambio del teniente jefe de la sección".
-¿Cuál era el ambiente laboral?
-Enrarecido. Además, yo entonces no tenía despacho: trabajábamos en un espacio diáfano. Nos veíamos las caras sí o sí.
Por ello, "yo tenía puestas mis esperanzas en este teniente. Pero hubo una conversación con él en la que me dijo que en el Seprona no pasaba nada, y que empezase de cero. También, que educara al cabo y a los guardias".
Posteriormente, "aquello le estalló al teniente en la cara: llegaron dos informes de la Guardia Civil de Málaga por irregularidades en la gestión de residuos, de aceites vegetales usados, de varias empresas que funcionaban ilegalmente. Se investiga, e imputan a este cabo primero".
En su tiempo libre, "y porque me lo dijo mi teniente", María abre tres investigaciones. Una de ellas, la 'Operación Sede'. La última, ligada a Mercasevilla "Fueron tres años horribles. Hasta me vi en la obligación de redactar unas normas básicas de convivencia que hice firmar a todos. Me vi obligada a poner por escrito que al llegar, los subordinados en la Guardia Civil tienen que decir 'buenos días'".
-Luego, cuando se archivó todo, la llamó el jefe de la Comandancia a su despacho.
-Lo que luego dijo el juez militar, de que la humillación a la que me sometió a gritos fue una riña paternal, fue para enmarcarlo. ¿Yo puedo darle una riña maternal a un hombre?
"Estaba fuera de sí". Fue todo a viva voz". Entre otras cosas, le dijo que era ella "quien no encajaba en la unidad", que "estuviera quieta de una puta vez, que no había ganado (al cabo primero), que dejara de sacar mierda de la unidad, que hiciera las maletitas y que me largara del Seprona".
De aquel despacho "yo salí llorando. Fue una humillación descomunal. Un comandante, que lo oyó todo, como todos los que estaban en la planta, me cogió y me sentó en un despacho hasta que dejé de llorar. De allí me fui a mi casa, a recapacitar. Y luego fue al médico civil de la Comandancia, que consideró que tenía que darme la baja".
Fue cuando le abrieron un expediente, el primero de muchos, de pérdida de aptitudes psicofísicas. También le quitaron el pabellón, el destino, el arma y la especialidad. María osó acusar a la cadena de mando de actuar para tapar lo sucedido con aquel subalterno. En paralelo, solicitó la apertura de un expediente al jefe de la Comandancia de Sevilla por lo ocurrido en aquel despacho. Se cerró con la conclusión oficial de que fue una 'riña paternal'.
En 2017, aquel jefe de la Comandancia le interpuso una demanda. En 2021, fue ascendido por el ministro Fernando Grande-Marlaska a jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil. "Desde 2017 tengo esa espada de Damocles: una acusación penal por lo militar, dentro de un asunto que fue estrictamente policial: investigué la corrupción y la denuncié".
Al Seprona llegó "con todas las consecuencias, y mira las consecuencias lo que me han acarreado. A mí no me han dejado tranquila. Cuando me abrieron el expediente psicotécnico en 2019, todo lo anterior se paraliza, según el artículo 101.3 de la Ley de Personal de la Guardia Civil. A mí me dieron de alta y me destinaron a Madrid, a conducir llevando presos", un destino al que se opuso mediante un recurso y le dieron la razón.
-¿Cambiaría algo de la Guardia Civil?
-La Guardia Civil no es lo que es esta minoría. Pero cambiaría muchas cosas: hay que darle transparencia, y una verdadera equidad y modernidad.
"Ninguna se atreve".
Alicia Sánchez, secretaria de la Mujer en la Junta Directiva Nacional de la AUGC, subraya a EL ESPAÑOL "yo no sé si a los hombres en la Guardia Civil le echan 'riñas paternales'. La frase la dice la sentencia. De lo que estoy segura es que a ningún hombre se lo cita a un despacho y se dirigen a él a voces como hicieron con María".
"Cuando una mujer sufre acoso en la Guardia Civil y no hablo ya de acoso sexual, sino de verse señalada por pedir una reducción de jornada o un permiso de lactancia, si denuncia, queda en nada. Ninguna se atreve a denunciar a quien le acosa. Hay casos, pero son la punta del iceberg. Hace ya más de un año que recomendamos que no se denuncie de forma interna: que vayan al juzgado directamente".
En este punto, recuerda Alicia Sánchez la reciente condena, firme, del Tribunal Supremo del pasado mes de mayo: 19 años de cárcel a un sargento de la Guardia Civil por violar y acosar a una subordinada. Llegó a acosarla para que abortara, le cambiaba los horarios en función de si se mostraba o no 'dispuesta' a sus requerimientos, y le enviaba correos electrónicos de índole sexual, humillándola, cosificándola y profiriéndole insultos.
"La agente tenía dos testigos: uno de ellos, una teniente: le abrieron un expediente sancionador por testimonio falso. Fue una compañera mía quien, en 2015, le envió una carta al director general de la Guardia Civil y se abrió el melón. Por todo esto, la mujer, en la Guardia Civil, no está tan protegida como debería. Fuera tampoco, pero se supone que nosotros estamos para luchar contra todo esto".