El fallecido, Martin Allwright, en una imagen de la colecta que ha abierto su mujer para pagar  un abogado.

El fallecido, Martin Allwright, en una imagen de la colecta que ha abierto su mujer para pagar un abogado. E.E.

Reportajes

José Ramos, en la cárcel por golpear con una azada a Martin para defender a su mujer y 'matarlo'

Martin, británico y residente en Almería, fue sorprendido por la mujer de José orinándole en el capó del coche aparcado en el interior de su propiedad, y al recriminárselo se dirigió a ella con una piedra en la mano para golpearla. 

10 septiembre, 2024 02:28

Una historia, para ser completa, siempre tiene más de una versión. En ésta, la ya conocida es que el pasado 12 de agosto, en Zurgena (Almería), un vecino golpeó a otro en la cabeza con una azada y éste murió a los siete días en el hospital. Según lo difundido entonces no trascendió ningún detalle más, más allá de que se recibió una llamada al 112, que el hombre falleció a los siete días, que tenía 59 años y era de nacionalidad británica, aunque residía en la localidad, que su agresor se dio a la fuga, y que perpetró la agresión sin que mediase palabra alguna. La noticia se difundió en el momento de que su agresor fue acusado ya de homicidio, e ingresó en prisión provisional, comunicada y sin fianza.

La otra versión es la que ha contado ahora su abogado, José Ramón Cantalejo, y también la mujer del acusado, Elena Fábregas, a EL ESPAÑOL. El fallecido se llamaba Martin Allwright, tenía dos perros de gran tamaño que llevaba siempre sueltos y sin bozal y vivía 30 metros de la familia Ramos Fábregas. El marido, José, de 59 años, es un chófer de autobús operado dos veces de dos hernias en la espalda e inhábil para trabajar ya conduciendo vehículos. Cogía los empleos que le salían y actualmente se encontraba en paro. La mujer, Elena, es administrativo y trabaja desde hace 27 años en la misma empresa de la zona. El hombre cuidaba a los padres de Elena, dos nonagenarios y también vecinos, por las mañanas. Elena lo hacía por las tardes y las noches. 

Martin Allwright, también de 59 años, "era corpulento y medía al menos 1,90 de estatura". "Tenía como vecina, pared con pared, a una señora de 82 años que estaba aterrorizada de las voces que pegaban. Tuvo que poner alarma y cámaras de vigilancia", detalla Elena.

El fallecido sacaba a sus perros, de gran tamaño y "agresivos" dos veces al día, una por la mañana y otra, entre las 1 y las 2 de la madrugada para que hicieran sus necesidades. Siempre sueltos y sin bozal. "Para pasearlos tenía dos opciones: o seguir la franja que sale de la calle de las viviendas, hacia el campo, o tirar hacia las casas. Él tiraba hacia las casas y lo que hacía es que se metía en la nuestra, en nuestro terreno", cuenta Elena a este periódico.

El hombre entraba con sus perros, hacían sus necesidades y salía. No valía de nada llamarle la atención. "Por supuesto nunca lo recogía. Ni en mi casa ni en la de ningún vecino. Se te encaraba. Protestamos en el Ayuntamiento y la Policía Local nos decía que es que los ingleses son muy animalistas. Serán muy animalistas pero en España a los perros se les ata para pasear y se recogen sus excrementos". 

En los últimos tiempos, relata, el coche de Elena amanecía por las mañanas con el parabrisas lleno de lo que ella pensaba que eran insectos aplastados, de esos que impactan contra el cristal y estallan, por la velocidad. "Lo limpiaba, y lo mismo no cogía el coche, y a la mañana siguiente volvían a aparecer". Instantes antes de la tragedia ya se dio cuenta de que no eran restos de insectos, sino que podrían ser escupitajos.

Orinándole el coche

Lo intuyó en el momento en el que el pasado 12 de agosto sorprendió, a la 1 de la madrugada, a Martin Allwright "orinándose en mi coche", aparcado dentro de su parcela vallada. "Yo no sé inglés, pero me dio tanta rabia que le llamé la atención desde la ventana. Qué hacía ahí, en mi casa. Orinándome el coche. Se volvió, me miró y siguió orinando tranquilamente hasta que terminó". 

"Yo no daba crédito, así que cuando se fue salí para ver el coche porque es que no me lo podía creer", rememora. Al salir, corroboró efectivamente que el hombre había orinado en la rueda izquierda, en el capó, en la ventanilla, en la maneta de apertura de la puerta. "Todo meado. Me indigné muchísimo. Se lo recriminé a gritos y le dije que lo había grabado y que iba a llamar a la policía". 

Para entonces ya había denuncias previas por amenazas a la familia Ramos por parte de Martin Allwright. La última, la mañana previa a aquella noche fatídica. José había presentado una denuncia por amenazas y lesiones leves contra el británico, que habrían tenido lugar durante una discusión.     

Cuando el hombre oyó a la mujer gritarle, y siempre según la versión de ésta, desandó sus pasos corriendo y volvió a entrar en la propiedad de los Ramos Fábregas. "Venía andando muy rápido, muy agresivo, con los perros ladrándome y azuzándomelos. En un momento dado, se agachó y cogió una piedra del suelo y siguió caminando rápido hacia mí mientras levantaba el brazo con la piedra en la mano. Me asusté. Me iba a matar con la piedra". 

Martin Allwright, en otra de las imágenes difundidas por su mujer, Sarah.

Martin Allwright, en otra de las imágenes difundidas por su mujer, Sarah. E.E.

Alertado por los gritos, José salió de la casa "y al verlo con la piedra para darme con ella cogió lo primero que vio: una azadilla pequeña. No una azada, como se ha dicho", subraya Elena. "Él pensó el darle a los perros, pero se puso entre Martin y yo, para protegerme del golpe. No pretendía atacarlo, pero le dio con la azadilla. Fue un accidente".

-¿Qué ocurrió después?

-Martin no perdió el conocimiento, se quedó allí gritándonos, y yo llamé al 112. 

-¿Fueron ustedes quienes alertaron al 112?

-Sí. A la Guardia Civil y a la ambulancia. Cuando me vio telefoneando, Martin se puso aun más agresivo, por lo que le dije a mi marido que nos metiéramos en casa. Luego vino la mujer de Martin, quien no presenció nada. Él seguía muy agresivo. 

Esa es otra de las circunstancias que la familia quiere matizar. "Se ha dicho que mi marido huyó. No es cierto. Nos metimos en casa porque Martin quería continuar con la pelea". De hecho, incide Elena, "el hombre se marchó y a los 20 minutos regresó dando voces. Decía: c'amon baby, c'amon, maricón", para que saliera mi marido, y entonces fue José quien volvió a llamar a la Guardia Civil".

La Benemérita fue a la casa del matrimonio en torno a las 3,30 horas de la madrugada, y tomaron imágenes del coche orinado de Elena. "Nos dijo que Martin ya estaba en el hospital. A José no se lo llevaron detenido ni nada, porque nos dijeron que la herida no necesitó ni puntos". Al día siguiente ya sí se personó "voluntariamente", matiza su abogado, ante la Guardia Civil. En principio, fue acusado de un supuesto delito de lesiones y quedó en libertad.

La ambulancia para recoger a Martin tardó una hora. Posteriormente el hombre fue trasladado a otro hospital, el de Torrecárdenas, porque el de Huércal no tiene neurología. Fue operado y se le extrajo del cráneo una pieza metálica de 8,5 centímetros de largo. Murió a la semana, y desde el miércoles pasado José permanece en prisión, comunicada y sin fianza, acusado de homicidio doloso.

Alarma social

El abogado de José, José Ramón Cantalejo, advierte que su cliente "no tiene ni una multa de tráfico", y que "está en prisión por la alarma social" debida a la presión de los 34.000 residentes del Reino Unido que viven en la zona, y en esa presión "ha intervenido hasta el cónsul británico en Almería". El letrado asegura que "una vez visto el auto de ingreso en prisión, opinamos que la juez ha utilizado en este caso el argumento proscrito por el Tribunal Constitucional de la alarma social, porque creemos que no se mantienen el resto de argumentos" afirma. 

Los argumentos para que permanezca en prisión son "que no tiene arraigo y hay riesgo de fuga, cuando es un señor que no tiene casi una multa de tráfico en sus casi más de 50 años", ha añadido. Tiene, además, "dos hijas estudiando en Granada, una Psicología y otra Bellas Artes, y vive desde siempre en el pueblo. La jueza acuerda su ingreso en prisión con la excusa de la falta de arraigo y de que puede eludir la acción de la justicia", añade Cantalejo.

Su mujer, además, añade que su marido está en el paro actualmente. La familia vive del sueldo de Elena como administrativo. Por ello, el letrado incide que, en caso de que se apruebe la apelación para que sea puesto en libertad provisional, "los vecinos están dispuestos a avalar a la familia para que pueda pagarla". 

José, con su mujer, Elena, y sus dos hijas, en una imagen reciente cedida por Elena.

José, con su mujer, Elena, y sus dos hijas, en una imagen reciente cedida por Elena. Cedida

El letrado sostiene que todo fue fruto de un accidente. "Desde otro punto de vista, la agresión fue suya, porque él, quien aparentemente estaba borracho, fue el que fue a pegar primero con una piedra y con los perros, y lo único que hizo mi cliente fue interponerse entre este señor y su mujer, golpeándolo con lo primero que tenía a mano".

Lo segundo, "es que este hombre no falleció en ese momento. Por eso pusieron en libertad a mi cliente y se tiró una semana así. La ambulancia tardó en llegar una hora. El británico no quería ir. Hay unos vídeos que lo demuestran. No quería ir al hospital. Intentó pedir el alta voluntaria. Es decir, que él tuvo la culpa desde el punto de vista de que no se sometió" a las prescripciones médicas, asegura. Pero es que, además. "los ingleses, su mujer, pudieron coger el coche y llevarlo al hospital directamente, en vez de volver a salir de su casa con esa herida provocada a seguir amenazando con unos perros peligrosos delante", precisa.

Por su parte, Sarah Allwright, la viuda de Martin Allwright, ha iniciado una campaña en la plataforma GoFundMe para conseguir ayuda económica para pagar al abogado penalista que ha contratado para ejercer la acusación particular contra José. Quiere "castigar al hombre que hizo esto", pero ha precisado que los honorarios serán de al menos 18.000 euros y ya ha tenido que pagar de forma inicial 9.000. Pide ayuda para sufragarlo porque es un coste "enorme" para hacerlo en solitario.

-Elena, ¿qué dicen los vecinos?

-Los vecinos estaban aterrorizados. La que vivía puerta con puerta con ellos, otra a la que escupía cada vez que pasaba... los vecinos nos apoyan. Ahora se dan cuenta, nos damos cuenta, de que nos tendríamos que haber quejado antes. Haberle parado los pies antes. Esto ha sido una tragedia.