‘Estado de sitio’ en la zona cero de la DANA: 24 horas en la calle rodeados de Policía y seguridad privada frente a los saqueos
- Los cuerpos de emergencia se apoderan de las calles de los municipios afectados, restringiendo todos sus accesos salvo a vehículos prioritarios y residentes.
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La zona cero ha quedado blindada. El escenario distópico provocado por los destrozos de la DANA y los continuos saqueos, han movilizado un despliegue de cuerpos de seguridad y emergencias tan amplio que se sintetizan por un bien mayor: la ayuda al pueblo. Las calles de las áreas afectadas parecen el Desfile De las Fuerzas Armadas, en las que un vaivén de vehículos y efectivos que desempeñan las labores de limpieza, asistencia y control, es constante. Como dicen los lugareños: "Han tomado el mando".
Ocho días después de la catástrofe la situación es muy distinta. Si en un principio eran los mismos vecinos y las autoridades locales los que se vieron solos ante los estragos de la tormenta, poco a poco el auxilio ha ido llegando. Al caos y a la organización los separa una línea muy fina, una delimitación que más de una semana después se hace más ancha. Guardia Civil, UME, Ejército, bomberos de todos los departamentos, policía municipal, militar, nacional y local…, acuden desde cualquier punto de España para consolidarse como una misma unidad que ahora opera en Valencia.
Los accesos y llegadas a los municipios perjudicados están sellados por estas formaciones. Según han informado fuentes policiales, la entrada a las áreas de la zona cero solo se permite a vehículos esenciales y residentes. Prácticamente, en cualquier rotonda, salida o desvío hacia cualquiera de estos barrios, están bajo la vigilancia de algún agente; generando atascos y aglomeraciones en las carreteras colindantes. Un 'Estado de Sitio' que todavía está algo lejos de volver a la normalidad.
La noche en la zona cero
'Con el ocaso del sol salen los animales nocturnos'. En las primeras noches tras la DANA se produjeron intensos saqueos que arrasaron con negocios y casas desprotegidas por los daños sufridos. "Hay personas que se aprovechan de las desgracias de otras", resalta uno de los guardias de seguridad del polígono de Alfafar. La oscuridad de la noche ahora se ilumina con el azul rotativo de los vehículos patrullas, los palos de los vecinos, se han quedado atrás.
Los recintos industriales, aislados y alejados de la población y su atenta mirada, fueron los escenarios favoritos de los delincuentes que entraron a robar. Son más de 100 los detenidos por hurto o intento de ello, una cifra que creció exponencialmente en la fase inicial del cataclismo, y que ahora se contiene más o menos bajo control. Los efectivos de cuerpos oficiales son abundantes, aunque la colaboración con miembros de seguridad privada es el día a día en los polígonos. "No pueden estar en todos lados, tenemos que trabajar juntos y coordinarnos", explica Manuel, un agente de seguridad privada.
La necesidad de colaboración ha obligado a cientos de trabajadores a desplazarse hasta las zonas dañadas para echar una mano. Alai y Osama vienen desde Barcelona para vigilar un negocio de material de construcción. "No nos creíamos lo que estábamos viendo, era como una película de zombis. Nos da más miedo que se ponga a llover de nuevo a que entren a robarnos", dice irónico.
Durante la noche, todas las personas que entran y salen de las áreas industriales son identificadas y vigiladas. "Hay muchos que vienen diciendo que son sus coches o sus negocios, pero solo quieren llevarse algo", menciona Álvaro, otro agente. Junto a su compañero José, llevan haciendo guardias nocturnas durante toda la semana. "Ya no se cuelan tanto como antes, ya estamos más organizados y hay tropas del ejército y de la UME por todas partes" resaltan. "Aunque siempre hay algún curioso", añade José, pues la "perspicacia española" nunca falla.
Los pueblos en silencio
El ambiente en los pueblos afectados es totalmente diferente durante el día y la noche. La voz del pueblo duerme y la maquinaria pesada continúa. Camiones cisterna, Protección Civil y los cuerpos de bomberos se encargan de la retirada de escombros y limpieza de las calles, mientras que las autoridades de seguridad y protección guardan esa calma.
La incertidumbre y miedo de los primeros días han hecho que muchos de los vecinos damnificados se ofrezcan voluntarios para patrullar las calles. Las vigilancias vecinales han sido una de las primeras fuerzas de seguridad en la zona cero para evitar los saqueos, aunque cada vez son menos frecuentes por la presencia de élites más especializadas. José y María, una pareja de Sedaví, siguen recorriendo las calles durante las noches para asegurarse de que todo está bien, y afirman que ya se sienten mucho más seguros.
El silencio de la noche solo se rompe por los operarios trabajando o por el canto de las sirenas cuando hay una emergencia. Con la poca actividad pueblerina durante la madrugada, los equipos cualificados de reacondicionamiento tienen vía libre para actuar con mayor dinamismo, mientras que las formaciones de seguridad se quedan resguardando las entradas, restringen el poco tráfico nocturno.
Amanece el caos
La actividad diurna es otra cosa. Las ciudades y pueblos se despiertan y los desplazamientos con ellos. La alta demanda de trabajo y necesidades hace que un flujo de transportistas y voluntarios no paren de presentarse en las áreas arrasadas por la DANA. Para evitar entorpecer las funciones de rehabilitación dentro de los barrios inundados, las fuerzas de seguridad delimitan el paso a ellas. Aun así, los voluntarios a los que no les dejan pasar con sus vehículos particulares prefieren andar más de media hora antes que quedarse sin hacer nada.
Dentro de la zona cero, los pesos pesados no paran. Tractores, camiones, excavadoras, remolques…, se apoderan de las calles; mucho más despejadas y transitables que hace apenas dos días. Estos vehículos no solo se centran en la retirada de escombros, también se utilizan para suministrar alimento, higiene y medicación a estas poblaciones.
Los civiles también campan por allí. Escoba o palo en mano y barro en su indumentaria siguen ayudando con lo que pueden, ya que trabajo hay de sobra. Al igual que las principales autoridades ejecutantes en la zona cero se han organizado, los ciudadanos no iban a ser menos. La mayoría de los puntos de recogida, ya sea de ropa, comida o medicamentos, son regentados por ellos mismos. Gracias a la colaboración conjunta de vecinos, voluntarios y fuerzas de seguridad y emergencia, se empiezan a ver los avances entre tanto caos.