Ronchones, cortes y ombligos infectados: el precio que pagan voluntarios como Ignacio o José en la zona cero de la DANA
- Las medidas higiénicas no son suficientes y las enfermedades gastrointestinales empiezan a proliferar en las áreas damnificadas.
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Dos semanas después del paso de la DANA, su azote sigue presente. Todavía es pronto para poder calcular las pérdidas materiales de los pueblos más afectados, y del número de víctimas; aunque su acelerado crecimiento se ha detenido, todavía son altas las cifras de desaparecidos. Pese a las labores constantes de limpieza y rehabilitación, el estado de las calles de la zona cero son deficientes, y su salubridad también.
Las medidas higiénicas compartidas desde el Ministerio de Sanidad pueden contener en cierta medida la cantidad de afectados, pero la realidad que se vive allí es otra, y los problemas en salud no están tardando en aparecer. Los sanitarios de las áreas damnificadas afirman que la suma de estas complicaciones no va a parar a crecer, y que no sólo se enfrentan a casos físicos, también a psicológicos.
La humedad, el fango, la descomposición de las plantas arrastradas, la basura… Todos estos elementos generan el escenario perfecto para el desarrollo y propagación de abundantes virus y bacterias. La exposición constante a este entorno tampoco ayuda a evitar los contagios. Con la exuberante demanda de trabajo en las vías públicas y la oleada de voluntarios que llegan cada día desde diferentes puntos de España, cada vez es más frecuente la cantidad de personas afectadas por alguna enfermedad provocada por la DANA.
Entre las enfermedades más probables de contraer a las que se enfrentan las poblaciones de las zonas afectadas, se encuentran los virus por gastroenteritis, generales e intestinales, la disentería, incluso la hepatitis A. Este tipo de patologías se producen, en gran medida, por la contaminación de las aguas y las condiciones higiénicas insuficientes. 14 días después de la catástrofe los periodos de incubación de estos virus son suficientes para que se reflejen en quienes están en contacto con ellos. "Los casos de infección intestinal están aumentando", señala una enfermera voluntaria en Catarroja.
La gastroenteritis, es decir, la inflamación e infección de los intestinos, según apuntan los expertos sanitarios va a ser una de las enfermedades más comunes provocadas por la DANA. El norovirus, rotavirus, adenovirus, astrovirus…, son algunos de estos agentes patógenos que más infecciones gastrointestinales provocan. En los entornos de humedad y suciedad abundan, y el paso de las aguas torrenciales han propiciado el contexto perfecto para su transmisión entre voluntarios y residentes.
Los vecinos de Alfafar cuentan a este diario que la salubridad de los locales se está poniendo en juego, también de los que vienen ayudar. María del Carmen y su hija, lugareñas de la zona, padecen de fuertes dolores de estómago desde el cuarto día de la inundación. Su caso no es el único, la mayoría de su familia también los tienen, aunque sus molestias no están siendo tan fuertes. Las prevenciones higiénicas no dan la talla ante la situación a la que se enfrentan los pueblos afligidos. "Unos guantes y un par de mascarillas no son suficientes cuando están todo el día metido en un barro, podemos coger de todo", resalta un joven de Alicante que está sacando escombros de un portal.
En Massanassa, Alfonso y Paula, de 76 y 74 años, también tienen fuertes dolencias en el estómago desde el tercer día de la inundación, además de diarreas y náuseas frecuentes. A sus malestares físicos se les han sumado problemas por altos niveles de estrés y ansiedad, por el trauma vivido durante los primeros días del cataclismo. Al igual que estos ancianos, los médicos y autoridades en salud pública han afirmado que gran parte de las consecuencias de la DANA tendrán un fuerte impacto en el ámbito psicológico, pues son muchas las personas que han perdido a un ser querido o han visto como el agua ha arrasado con todo lo que tenían.
Otro tipo de infecciones
Las condiciones de salubridad en la zona cero no son las ideales, ni mucho menos. A las gastroenteritis, diarreas, náuseas, resfriados…, se están añadiendo otros tipos de infecciones a las que EL ESPAÑOL ha tenido acceso. Ignacio Navarrete, subjefe de agrupación de Protección Civil en Granada, se desplegaron en Valencia con un objetivo claro: "Venimos a ayudar". Una actividad que se vio condicionada por los problemas de salud que tuvo este voluntario.
Navarrete es un paciente oncológico. Desde hace tres años lucha contra la metástasis, pero él prefiere ver el lado positivo. "Estoy hecho un campeón", afirma. El miércoles pasado junto a su equipo empezaron a achicar el agua de los garajes para retirar los coches atrapados. Con el paso de las horas y el contacto constante con el agua sucia y el barro, la zona alrededor del ombligo se le empezó a irritar. "No le di importancia, pero un sanitario que pasaba por la zona le echó un vistazo y me dijo que tenía el ombligo infectado, que tenía que ir al médico", explica el voluntario.
Al día siguiente se presentó en el centro de salud habilitado en Paiporta. Las bacterias presentes en el agua y en el fango fueron las causantes de esta infección. "Una crema y una pomada y para adelante", destaca el granadino. Una irritación severa en la zona umbilical no le iba a detener, y el cáncer tampoco. "Vine a ayudar y eso hice".
La humedad y la basura acumulada en las calles de los pueblos afectados, dan lugar a la proliferación de huevos y larvas de mosquitos, entre otros insectos. Los mosquitos, uno de los animales más mortales del planeta y que más enfermedades transmiten, pueden ser los culpables detrás de muchas diarreas y vómitos, o de sarpullidos en la piel. Mario, un joven vecino de Paiporta, lleva varios días con una especie de ronchón en el cuello y ningún sanitario sabe decirle por qué.
Aunque no sean las infecciones más comunes, los casos cada vez son más frecuentes. Bacterias como la leptospira, se encuentran fácilmente en el agua estancada, y la zona cero tiene de sobra. Algunos de sus principales síntomas son fiebres, dolores de cabeza, mialgias o infección conjuntiva; y para evitarla se recomienda usar agua embotellada.
Los problemas de limpiar
La devastación por las lluvias torrenciales ha sido incalculable. La cantidad de escombros y desperfectos que se tienen que recoger ha provocado que las personas de a pie salgan a la calle para colaborar con la reconstrucción de la "zona del apocalipsis"; lo que ha generado a su vez miles de heridas en las tareas de limpieza.
Los cortes, laceraciones o lesiones en la piel corren un alto riesgo en este tipo de zonas, pues el contacto con aguas contaminadas, barro u otro tipo de patógenos pueden agravar rápidamente la salud del afligido. En los centros médicos a los que ha podido entrar este diario, el flujo de personas que entran y salen por heridas en la piel es constante. Pedro y José son algunos de esos pacientes que han llegado con heridas infectadas. A Pedro, con un golpe en la pierna, le han tenido que recetar antibiótico oral, y a José, con un hierro clavado en el pie, le han vacunado contra el tétanos.
Mazón ya advirtió la semana pasada sobre los riesgos de tétanos entre ciudadanos afectados y voluntarios que hayan sufrido heridas; y aunque los casos por heridas abiertas se multiplican, los centros sanitarios disponen de los medicamentos y vacunas suficientes para tratar estas infecciones.
La salud en la zona cero
El caos en la zona cero se extiende a todos los sectores. Muchos de los centros de salud de los pueblos afectados han sido arrasados, obligándolos a reubicarse en pabellones, colegios y espacios habilitados por los ayuntamientos, como es el caso del centro montado en Alfafar. "La zona cero es como dinamita para las diarreas, vómitos, infecciones y traumas", explica una enfermera voluntaria en el sanatorio de Paiporta.
Los médicos, enfermeros y asistentes sanitarios han afirmado que todavía es pronto para hacerse una idea general de los problemas de salubridad generados por la DANA, pero que "todo va a salir". La descomposición del barro y toda la materia arrastrada, el polvo, el agua estancada…, todo va a traer infecciones y "el volumen de afectados va a aumentar considerablemente".
Los centros están desbordados. La cantidad de personas que asisten a los "hospitales provisionales" más la cantidad de medicamentos y material que tienen que gestionar no es proporcional al personal del que disponen. "Hay más de 3.000 voluntarios esperando a que los envíen a los diferentes centros para echar una mano, y no lo hacen", cuenta Blanca indignada. Afortunadamente, el envío y suministro de medicamentos sí que están siendo eficientes, por lo que las enfermedades y tratamientos más comunes están cubiertas.
Debido a la alerta sanitaria que se está viviendo en las áreas damnificadas, se están tomando medidas al respecto, "aunque no las suficientes". Una de las doctoras que trabaja en la zona cero, Susana Villalonga, ha asegurado que desde Sanidad Pública y el Hospital Universitario Peset, se ha iniciado un protocolo de actuación para medir el volumen de población afectada por las consecuencias de la DANA.
La idea es contabilizar el número de pacientes que acuden a los centros médicos para posteriormente calcular la masa atendida postcatástrofe, una especie de "pacientes DANA". "Todo lo que ha dejado la tormenta son riegos para contraer cualquier tipo de gérmenes", asegura la doctora. Por el momento, la demanda de trabajo se centra mayormente en heridos por labores de limpieza. "Ha venido mucha gente con hierros y tornillos clavados, estamos poniendo muchas medidas antitetánicas".
La colaboración social también está trayendo numerosos "problemas sociales". Son muchos los voluntarios los que están acudiendo a los hospitales de campañas ya sea por malestares por patógenos externos o heridas abiertas que se han infectado. Otra realidad que se está viviendo en al ámbito sanitario, es la alta proporción de personas que demandan ayuda psicológica tras el trauma de lo acontecido, y los que están por venir. "Todavía es pronto para asimilar lo que se ha vivido en la zona cero", dice un residente. "Medicamentos, médicos y enfermeros hay, pero de psicólogos, escaseamos", destaca un sanitario en Paiporta.