
Javier acostado junto a su madre María Eugenia.
Javier casi muere con 10 años por una negligencia en Granada: los médicos olvidaron más de 1 metro de cable en su intestino
Joaquín Perales, letrado de la familia, reclama una indemnización de 123.500 euros al Servicio Andaluz de Salud. La Consejería de Salud declina pronunciarse: "No hacemos valoraciones de casos judicializados".
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A María Eugenia le preguntaron en marzo de 2021 si quería donar los órganos de Javier porque su querido hijo se estaba muriendo con solo diez añitos. Todo ello, tras pasar un viacrucis de ingresos hospitalarios y de pruebas durante dieciocho meses en los que este niño con parálisis cerebral fue declarado "código ictus", "entró en coma" y "acabó en cuidados paliativos". El próximo 24 de abril, Javi cumplirá 14 años gracias a que su madre tuvo la vista de un lince cuando le estaba cambiando el pañal y detectó que "un trocito de cable asomaba por el ano" de su hijo.
Aquel día se acabó el calvario médico de este niño. "Empecé a tirar y vi que salía cable y que seguía saliendo más cable. Entonces, dejé de estirar porque me di cuenta de que era una sonda ventrículoperitoneal y me llevé corriendo a Javi a urgencias", según resume María Eugenia, con tres años de experiencia trabajando en la sanidad privada, por su formación como auxiliar de enfermería, hasta que se hizo con una plaza de celadora interina en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada. "Mi hijo tenía un cable de más de un metro y medio que se habían dejado olvidado en su aparato digestivo, en una de las once operaciones que le hicieron".
Así lo recoge la reclamación patrimonial que esta madre ha presentado contra el Servicio Andaluz de Salud (SAS), a través del abogado Joaquín Perales, cuyo bufete está especializado en negligencias médicas y siniestros viales. "Ha existido una infracción de la lex artis imputable al SAS, al dejar en el interior del cuerpo del menor un catéter suelto que hubo de ser expulsado por el ano", tal y como expone -literalmente- el documento por el que esta madre reclama que su hijo sea indemnizado con 123.500 euros por semejante descuido médico en la mesa de operaciones.
"En alguna de las once intervenciones a las que fue sometido Javier, se dejaron dentro una sonda ventrículoperitoneal que va del cerebro al peritoneo", tal y como insiste María Eugenia Santos, de 36 años, debido a que fue ella misma quien destapó la presencia "de un cuerpo extraño" dentro del organismo de su hijo. Desde la Consejería de Salud de Andalucía declinan pronunciarse sobre el contenido de esta reclamación: "No hacemos valoraciones de casos judicializados".

María Eugenia, junto a su hijo, Javier, durante una de sus hospitalizaciones.
- ¿Por qué motivo tuvieron que operar once veces a su hijo?
- María Eugenia: Javi tiene parálisis cerebral y en el verano del año 2020, le operaron porque se le rompió una válvula [para drenar el exceso de líquido cefalorraquídeo]. En el quirófano cogió una meningitis bacteriana y como tenía mucha fiebre, tuvieron que dejarle ingresado en el Hospital Materno Infantil Virgen de las Nieves. Le sometieron a once neurocirugías porque los cables de la válvula se le infectaban por la meningitis.
De forma que Javier (Granada, 2011) no abandonó el centro hospitalario hasta el mes de noviembre. Pero cuando regresó al domicilio familiar junto a sus padres y su hermano, su estado de salud empezó a entrar en barrena sin motivo aparente. "Nunca volvió a estar bien del todo, a pesar de que había recibido el alta médica". "Siempre tenía un cuadro de dolor espantoso", tal y como recalca María Eugenia, una madre que jamás tiró la toalla para averiguar qué le estaba ocurriendo a su hijo. "Ha estado más de un año con un cuerpo extraño dentro de su organismo".
- ¿Qué efectos tenía el catéter en la salud de su hijo?
- Javi no comía porque tenía muchísimas náuseas, mareos, dolores de cabeza, fiebre, estaba irritable, no podía hacer caca… Se retorcía de dolor y chillaba cuando le cambiaba el pañal. Mi hijo, antes comía por la boca, pero debido a esta peritonitis no diagnosticada, dejó de comer, y de hacer sus necesidades por él mismo.
Le pusieron nutrición parenteral, en vez de seguir buscando la causa de esos síntomas tan claros de que algo le estaba pasando a mi niño y de que no era debido a su parálisis cerebral. Mi hijo estaba como los pobres niños de África que sufren desnutrición, con la barriga hinchada como un balón de fútbol. Siempre la tenía colorada y ardiendo.

María Eugenia sujetando la mano de su hijo en 2021 cuando los médicos le preguntaron si quería donar los órganos de Javier porque iba a morir.
El pobre Javier dejó de ir a sus clases en el Colegio de Educación Especial San Rafael, no podía realizar sus terapias con el fisioterapeuta y el logopeda de la Asociación ASPACE… "Cuando dejó de comer comenzó a agravarse su cuadro clínico", insiste esta madre. "Le hicieron un montón de pruebas, pero no sabían que le pasaba". "Nos pasamos un año y medio sufriendo, sin saber la causa de su malestar". Hasta que todo se precipitó: "Primero, declararon a mi hijo como un paciente con código ictus, y al final, terminó en cuidados paliativos domiciliarios".
- ¿Qué ocurrió cuando Javier empezó a recibir en el domicilio familiar la visita del personal sanitario de paliativos?
- María Eugenia: En marzo de 2021, mi hijo entró en coma estando en mi casa. Le hicieron una resonancia, un TAC, una ecografía… No sé cómo no le vieron un cable de un metro y medio dentro de su sistema digestivo. La sonda le había perforado el intestino y por eso tenía una peritonitis. Un día después de ingresar en estado comatoso, los médicos me dijeron que mi hijo se estaba muriendo y me preguntaron si quería donar sus órganos porque le estaba fallando todo, pero les dije que no.
También me negué a que le pusieran morfina porque soy auxiliar de enfermería y sabía que si se dormía no iba a remontar. Javier estaba en coma, para qué iba a drogarlo y no dejarle que pudiera luchar por su vida. Yo no quería influir en la decisión de que Dios y el universo se lo llevaran. Así que le pusieron un tratamiento antibiótico y terminó despertando.
Cuando Javier salió del coma, el matrimonio se llevó a casa a su hijo teniendo claro que estaban cerca ded la funesta despedida de su pequeño, con solo 10 años, porque seguía incluido en el programa de cuidados paliativos domiciliarios: "Como no comía nada por la boca a causa de los dolores, decidieron ponerle una vía central y una sonda nasogástrica, para mantenerlo, ya que estaba desnutrido".
Hasta que María Eugenia se puso a asear a su hijo, un 8 de octubre de 2021, y detectó que algo anómalo sobresalía de su cuerpecito: "Estaba cambiándole el pañal y vi que de su culete le salía una sonda por el ano". Esta celadora con formación de auxiliar de enfermería, comenzó a tirar sin dar crédito a lo que veía: "Estaba que me iba a dar un ataque de ansiedad. Era una sonda ventrículoperitoneal y me llevé corriendo a mi hijo al hospital. Cuando le sacaron el catéter, solo me dijeron una cosa: 'Ya lo ha echado, el niño ya está bien'. No me dieron ninguna explicación".

Javier se tenía que alimentar con una sonda nasogástrica.
- ¿Qué ocurrió desde que le retiraron el catéter?
- Cuando le quitaron el cable, mi hijo comenzó a remontar: volvió a comer, dejó de tener la barriga hinchada, desparecieron los dolores, no tenía fiebre... En el hospital, a Javier le llaman el niño milagro porque no saben cómo sigue vivo después de sufrir una peritonitis.
El Consejo Consultivo de Andalucía debe emitir un dictamen -no vinculante- sobre la reclamación patrimonial de 123.500 euros que ha presentado esta madre, para que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) decida si acepta -o rechaza- el pago de esa indemnización por el daño moral que ha sufrido este menor de edad. De momento, el dictamen médico del SAS, previo a la citada resolución, considera que no existe una responsabilidad médica y achaca todas las complicaciones que ha padecido Javier a su patología de base: una parálisis cerebral.
De modo que el letrado Joaquín Perales ha presentado un escrito de alegaciones contra el dictamen del Servicio Andaluz de Salud. "El resumen es que al SAS le da igual haber dejado un catéter que tuvo que salir un año después, abriéndose paso a través del intestino mediante una perforación intestinal, saliendo finalmente por el ano. Sin palabras", tal y como reflexiona el abogado. "Este menor permaneció un año con dolores intestinales y la barriga hinchada, incluso una vez entró en coma".
El despacho Perales Abogados aporta pruebas objetivas en sus alegaciones, como el contenido del informe médico del 8 de octubre de 2021, cuando María Eugenia acudió con su hijo al Hospital Virgen de las Nieves tras detectar que un cable le asomaba por el ano: "Se observa sonda de derivación ventrículo-peritoneal con recorrido íntegro. Se observa sonda saliendo por ano que termina en cabo suelto a nivel instentinal, próximó a cámara gástrica, que probablemente se corresponda al cabo proximal de un catéter que se recambió y que se dejó muerto".
El citado informe también detalla que el catéter llega al aparato digestivo: "Se palpa la sonda de derivación en todo su trayecto subcutáneo, hasta el punto de inserción del abdomen. Por ano, asoma una sonda de varios centímetros. Se tira, saliendo con facilidad restos de sonda de unos 30 centímetros aproximadamente". Tal medida es desmentida por María Eugenia quien sostiene que el cable "medía más de un metro", mientras subraya que ella busca algo más que una indemnización económica: "No quiero dinero, solo quiero que se reconozca el sufrimiento que ha pasado mi hijo, Javier, durante un año y medio".