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El teniente coronel Jorge Aguado, líder del Batallón de Helicópteros de Ataque del Ejército de Tierra, observa el horizonte con sus brazos cruzados desde la torre de control. A través del ventanal se vislumbra cómo el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel ha recuperado su verde esplendor gracias a las copiosas lluvias de marzo. De pronto, dos manchas negras se cuelan en el gris plomizo que pinta el húmedo horizonte; les sigue el rumor de unos rotores que, en cuestión de segundos, se convierten en un rugido atronador. Son dos Tigres, los helicópteros más potentes de las Fuerzas Armadas de España, el sello de identidad del BHELA.

Las aeronaves se disponen a aterrizar. Una lo hace sin problemas, pero la otra se deja caer a gran velocidad sobre el suelo. ¿Pero qué...? Firme, Aguado, de 44 años, con su boina de lana azul calada a la izquierda y miles de horas de vuelo a sus espaldas, entre ellas las acumuladas en dos misiones internacionales, una en Bosnia, otra en Afganistán, sonríe al contemplar la arriesgada maniobra. Confía en sus hombres.

"Tranquilidad. Todo está bajo control. Esto es parte del ejercicio. El instructor de vuelo ha desconectado uno de los dos motores y el piloto debe solucionar el problema. Tiene que picar la aeronave, cambiar la velocidad por sustentación y posarse en el primer punto que pueda". El HA-28 Tigre cae con el morro hacia abajo sobre el asfalto, como si fuera a estrellarse, pero antes de tocar suelo el piloto corrige la dirección y ejecuta un aterrizaje perfecto.

Así entrena la élite de los cielos del Ejército de Tierra, el Batallón de Helicópteros de Ataque Rodrigo Mínguez

Finalizado el ejercicio, el teniente coronel despide a sus subalternos con un saludo militar y se dirige a los hangares del batallón. Allí reposan los 18 helicópteros HA-28 de Ataque y Destrucción con los que cuenta el BHELA, los únicos que hay en las Fuerzas Armadas. El batallón, explica el militar, lo forman 208 hombres, los cuales están radicados en la ciudadrealeña base Coronel Sánchez Bilbao, en Almagro.

"El Tigre es un helicóptero multipropósito, principalmente de ataque, aunque también puede realizar misiones de reconocimiento, vigilancia y observación", explica mientras se adentra en una gigantesca nave en la que un grupo de soldados de la Unidad Técnica de Mantenimiento revisa las entrañas de otro pájaro. Los Tigres requieren de un protocolo de revisión tan exhaustivo como el de la aviación comercial. Por cada hora de vuelo, hay cinco de mantenimiento.

El teniente coronel Jorge Aguado durante la entrevista con EL ESPAÑOL.

El teniente coronel Jorge Aguado durante la entrevista con EL ESPAÑOL. Rodrigo Mínguez E. E.

Vista de un HA-28 Tigre en la base Coronel Sánchez Bilbao de Almagro (Ciudad Real).

Vista de un HA-28 Tigre en la base Coronel Sánchez Bilbao de Almagro (Ciudad Real). Rodrigo Mínguez E. E.

"Lo bueno que tienen este tipo de aeronaves es que, en función de la misión, pueden configurarse para tener o más armamento o más autonomía. Su adquisición en 2005 supuso un salto muy grande en el campo de batalla. Pasamos de los BÖ-105 Bolkow, que medían 6 o 7 metros, a estos HA-28 Tigre, que son como un Fórmula 1, primera división, y que se encuentran entre los tres helicópteros más potentes del mundo, a la altura del Apache estadounidense o el Mangusta italiano".

Una de las grandes virtudes de los helicópteros Tigre es que gozan de una configuración en tándem, es decir, un piloto se sienta detrás de otro de forma escalonada, lo que permite que la aeronave sea mucho más estrecha. "Ofrecemos la menor silueta posible, lo que reduce la capacidad de ser batidos". En el puesto delantero se encuentra el piloto; en el trasero, el tirador y comandante de la nave, ambos protegidos por unas planchas blindadas situadas en los costados y en la parte baja del helicóptero.

"Cada acción tiene que estar perfectamente coordinada, ya que no vemos al compañero más que a través de un espejo retrovisor. Los suboficiales se forman en la cabina del piloto; los oficiales practican para hacer las veces de tirador o comandante, ya que su puesto tiene la capacidad de hacer una puntería más eficaz. Ambos, no obstante, pueden pilotar o hacer uso del sistema de armas".

Precisamente esa adaptabilidad convierte al HA-28 es uno de los helicópteros más potentes y versátiles de las FAS. Bajo el morro cuenta con un cañón de 30 milímetros con una capacidad de 450 disparos. Debajo de las alas pueden colocarse diferentes armamentos, desde misiles aire-tierra hasta 4 guiados antitanque del modelo SPIKE o aire-aire MISTRAL 2. Asimismo, puede llevar cohetes de 68 o 70 milímetros y cuenta con un sistema de bengalas contramedida para desviar misiles tierra-aire y aire-aire.

Miembros de la Unidad de Mantenimiento del Batallón de Helicópteros de Ataque revisan un Tigre, en Almagro (Ciudad Real).

Miembros de la Unidad de Mantenimiento del Batallón de Helicópteros de Ataque revisan un Tigre, en Almagro (Ciudad Real). Rodrigo Mínguez E. E.

En caso de no requerir tanto armamento de combate pero sí una mayor distancia de vuelo, los misiles, situados bajo las pequeñas alas del Tigre, pueden ser sustituidos por un tanque de combustible adicional. Esto permite una autonomía de 560 kilómetros sin depósitos auxiliares y 897 con ellos. Su velocidad de crucero habitual es de 222 kilómetros por hora, aunque puede alcanzar una velocidad máxima de 325 km/h.

"Somos una unidad única. Nadie más tiene una capacidad operativa con helicópteros de ataque, y somos los únicos de las FAS que tienen una configuración en tándem", insiste el teniente coronel Aguado mientras se retira la boina y abre la puerta de una sala plagada de pantallas en la que un grupo de jóvenes pilotos atiende a las directrices de un veterano instructor de vuelo.

"Lo bueno de nuestros helicópteros, lo que los hace especialmente versátiles, es que son muy maniobrables. Debido a la amenaza antiaérea que puede existir en el campo de batalla, hacemos vuelos pegados al terreno para evitar el radar enemigo. A pesar de que pesan más de seis toneladas de carga máxima, son ligeros".

Además, los Tigre disponen de un visor denominado Strix-NG situado sobre el techo del helicóptero. Este incluye un sistema de visión giroestabilizado con una cámara termográfica, una cámara infrarroja y un designador láser que permite ejecutar misiones de día y de noche, independientemente de las condiciones atmosféricas. Gran parte de la formación como pilotos, explica Aguado, la hacen en condiciones nocturnas. Incluso los cascos del Tigre cuentan con un display en el que se proyecta toda la información de los sistemas de navegación y tiro.

Detalle de la cabina del Tigre con configuración en tándem, donde se puede apreciar los puestos del piloto (derecha) y del tirador (izquierda).

Detalle de la cabina del Tigre con configuración en tándem, donde se puede apreciar los puestos del piloto (derecha) y del tirador (izquierda). Rodrigo Mínguez E. E.

El BHELA ha participado en dos misiones internacionales de gran relevancia, y en ambas el teniente coronel ha tenido la ocasión de estar presente. La primera fue la Operación Charlie-Sierra de Bosnia-Herzegovina, en 2007, cuando él, recién estrenada la treintena, coordinó el despliegue de la primera misión del batallón de helicópteros de ataque.

Cinco años después, en 2012, en el marco de la Operación ISAF de Afganistán, tres Tigre HA-28 del BHELA-I tuvieron que desplegarse para asistir a las fuerzas españolas que se estaban replegando desde Qala-i-Naw hasta Herat. "Los grandes enemigos de este tipo de helicópteros son misiles como los Stinger. Lo bueno es que cuando los Tigres llegan a zonas en las que hay enemigos, suelen huir por su importante efecto disuasorio". El HA-28 hace honor a su sobrenombre, HAD: Helicóptero de Ataque y Destrucción.

Estructura orgánica de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET).

Estructura orgánica de las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET). Ejército de Tierra Ministerio de Defensa

Simuladores de última generación

La lluvia comienza a acuciar y dos helicópteros Tigre se disponen a despegar del helipuerto en dirección a Zaragoza para hacer unas maniobras conjuntas con otra unidad. Es entonces cuando hace su aparición el teniente coronel Carlos Carreres Villena, quien cruza un largo pasillo que separa una sala de control del hangar en el que se encuentran los simuladores de vuelo del BHELA. Cada uno de ellos es un gigantesco domo metálico similar a las naves circulares de 2001: Una odisea del espacio. Es en este ambiente futurista donde los pilotos de los Tigre hacen su formación.

Aunque estas instalaciones están integradas en la base Coronel Sánchez Bilbao, forman parte de la ACAVIET, la Academia de Aviación del Ejército de Tierra, que cuenta con tres centros de formación en España, cada uno centrado en un tipo de helicóptero. La base Coronel Maté, de Colmenar Viejo, recoge la mayor parte de su arsenal; el acuartelamiento Héroes del Revellín de Agoncillo, cerca de Logroño, entrena a especialistas de helicópteros NH-90; esta, la de Almagro, en Ciudad Real, tiene la sección delegada de los HA-28 Tigre.

Dos simuladores de vuelo de Indra donde los pilotos de los Tigres realizan sus ejercicios.

Dos simuladores de vuelo de Indra donde los pilotos de los Tigres realizan sus ejercicios. Rodrigo Mínguez E. E.

Un piloto del BHELA-I en interior de la cabina del simulador de vuelo.

Un piloto del BHELA-I en interior de la cabina del simulador de vuelo. Rodrigo Mínguez E. E.

"Contamos con simuladores individuales configurados para pilotos o tiradores", adelante Carreres. "Pueden actuar de forma independiente, conjuntamente e incluso conjuntamente con helicópteros de otras unidades. Todos los centros de simulación se pueden conectar entre sí de modo que las tripulaciones de Agoncillo o las de Colmenar se unan a estas trabajando en el mismo escenario".

Carreres teclea un código y abre la puerta de uno de los domos. En el interior del simulador hay una cabina que replica exactamente la de un Tigre. Está rodeada de una enorme pantalla circular de PVC microperforado similar al de una pantalla de cine.

"Está realizando unos ejercicios de forma individual", explica el teniente coronel mientras señala a un veterano piloto a bordo del simulador. En la pantalla se proyecta, a escala real y de forma hiperrealista, la bahía de Algeciras. "Cuidado con la cinetosis, porque al mirar la pantalla, cuando el helicóptero 'se mueve', uno tiene la tentación de agarrarse y se marea". 

Estos gigantescos simuladores de vuelo pueden replicar también el movimiento y hasta la caída de los Tigre. Si antes el teniente coronel Jorge Aguado enseñaba unas maniobras de aterrizaje de emergencia reales sin un motor, es aquí donde se practican otras situaciones críticas, como cuando los helicópteros deben sobrevivir a la pérdida de los dos motores. El software, desarrollado por Indra, propiedad del Ministerio de Defensa y con perfiles de vuelo de Airbus, es, en palabras de Carreres, algo exclusivo, prácticamente único. "En Europa, sólo uno o dos países tienen estos equipos".

Llega el mediodía en la base Coronel Sánchez Bilbao y los helicópteros vuelven sobre ruedas a sus hangares. Los reclutas terminan de afinar sus habilidades de vuelo en los simuladores. Afuera, la lluvia comienza a caer con fuerza, pero dentro, en las oficinas, la vida militar sigue en marcha: entrenamientos, revisiones, planificación de futuras misiones. Para el teniente coronel Aguado y su equipo, la clave está en la formación constante; el éxito, al fin y al cabo, depende de la preparación previa. El soldado que practica en tiempos de paz, desfallece menos en la batalla.