Publicada

Antonio Ramírez camina entre los chasis y los zumbidos estridentes de las radiales en las fábricas de TSD. Lleva una boina verde oscuro y viste una americana negra con un pin de la empresa en su solapa. Está de celebración. Su fábrica de vehículos tácticos y blindados, cuyo máximo referente hoy es el IBERO, lleva 25 años operativa. En poco más de dos décadas ha conseguido que la OTAN, el Ejército, la Policía y decenas de bancos y negocios privados dedicados al traslado de bienes en todo el mundo elijan, cada año, sus productos. Los fabrica en Herencia, Ciudad Real. 20.000 metros cuadrados de instalaciones que son un referente en la industria de defensa de España, y del mundo.

A su lado, sus dos mayores orgullos. No son ni el vehículo de transporte pesado que un operario pule a su izquierda, y que dentro de unos meses dará servicio a un banco central de África, ni el todoterreno negro de su derecha, aparentemente civil por fuera pero protegido, por dentro, contra balas y minas, y cuyo destino será alguna misión diplomática no especificada. No, la ufanía responde a la presencia de sus dos hijos, Antonio Ramírez Gallego, director de desarrollo de negocio de la compañía, y Carlos Ramírez Gallego, director de proyectos de TSD.

Cuando él, que ya ha cumplido 64 años, se jubile, serán ellos quienes tomen el testigo de este negocio familiar que hoy factura 130 millones de euros anuales a través de sus diferentes ramificaciones. Porque TSD Technology & Security Developments, si bien está especializada en el diseño y fabricación de automóviles para las Fuerzas Armadas de España y sus socios atlantistas, también cuenta con otras líneas de negocio, como DIVISEGUR, destinada a crear los componentes y útiles para el transporte de aerogeneradores, o TSD RAIL, enfocada a algo tan poco militar como es remodelar el interior y el exterior de los trenes.

Antonio Ramírez, presidente de TSD, frente a un IBERO.

Antonio Ramírez, presidente de TSD, frente a un IBERO. Laura Mateo E. E.

Flota de vehículos Ranger blindados en las instalaciones de TSD, en Herencia, Ciudad Real.

Flota de vehículos Ranger blindados en las instalaciones de TSD, en Herencia, Ciudad Real. Laura Mateo E. E.

No obstante, su principal nicho es la seguridad. "En TSD trabajamos en tres grandes sectores", explica Antonio Ramírez mientras se retira el gorro y pasa la mano por su frente. "Primero, la defensa, a través de los vehículos blindados y militares, donde ofrecemos protecciones balísticas y de seguridad para prevenir ataques. La mayoría están en el Ejército de Tierra, pero la Armada y el Ejército del Aire y el Espacio cuentan con algunos. Segundo, el policial y de emergencias, a través del desarrollo de vehículos para Policía Nacional, Local y Guardia Civil, entre otros cuerpos y fuerzas de seguridad regionales, como Ertzaintza y Mossos; desde patrulleros hasta furgones antidisturbios o autobuses para transporte de presos. Y, tercero, está el transporte de fondos, es decir, damos servicio a bancos centrales para el traslado de dinero".

Mientras lo dice abre la puerta lateral de uno de sus furgones. Su interior, completamente protegido, con una cámara acorazada digitalizada gracias a un panel electrónico oculto, parece un fortín inexpugnable, casi tanto como las cabinas de camión blindadas e intercambiables que fabrican para grandes remolcadores.

"Incidimos mucho en el control remoto de los vehículos. Estos funcionan desde las centrales. Se puede aplicar tanto al ámbito policial como al de transporte de bienes. Telemáticamente, deben darse las órdenes para permitir la apertura de las puertas. O para que pare el vehículo. Si el conductor de un furgón conduce por una zona no permitida, todo se bloquea en remoto".

"Se trata de ir anticipándonos a posibles problemas", interviene Antonio Ramírez Gallego, su hijo. "Cada vez es más difícil penetrarlo. En el caso de este tipo de equipos, concretamente cuando hablamos de furgones como los que podría tener, por ejemplo, Prosegur, hemos patentado un sistema llamado Flooding System (FS). Si un enemigo intenta asaltar la carga, se suelta una espuma que se solidifica en cuestión de segundos. Posteriormente, con un líquido especial, el cargamento se puede recuperar".

Vehículo IBERO SMV durante unas maniobras de prueba.

Vehículo IBERO SMV durante unas maniobras de prueba. TSD

Detalle del pin de TSD en la solapa de Antonio Ramírez, presidente de la compañía, contratista del Ministerio de Defensa y de Interior.

Detalle del pin de TSD en la solapa de Antonio Ramírez, presidente de la compañía, contratista del Ministerio de Defensa y de Interior. Laura Mateo E. E.

Antonio Ramírez y los dos hermanos se apostan ahora frente a un vehículo que destaca por encima de los demás. Es un IBERO. Un 4x4 multipropósito que puede llegar a pesar 14 toneladas y cuyo blindaje está hecho a prueba de balas, misiles y minas. Es verde oscuro, aunque quizás el lector los haya visto con pintura crema. El primero es el pigmento oficial que deben llevar los vehículos de la OTAN; el segundo, el que suele utilizarse en el desierto, y que constituye el color habitual de los equipos que van destinados a Oriente Medio.

"Trabajamos siempre bajo STANAG, la normativa internacional de la OTAN que marca los requisitos para los niveles de blindaje", incide Antonio Ramírez Gallego. "En el caso del IBERO, tenemos tres tipos cuyo tonelaje y capacidad de carga es distinta. El de mayor capacidad, el HTV (Heavy Tactical Vehicle), llega a pesar 15 toneladas y puede llevar hasta 12 personas en su interior; el LTV (Light Tactical Vehicle), el más pequeño, puede sumar 6 y pesa 5 toneladas. Existe un modelo intermedio, el SMV (Security Multipurpose Vehicle), de 10 toneladas".

Estos vehículos han sido probados en combate y han resistido todo tipo de ataques. "Tienen capacidad evasiva y pueden introducirse por rincones complicados", interviene Carlos Ramírez. "Es un vehículo de apoyo a unidades como los 8x8 y opera como vehículo de acompañamiento a los de inteligencia en zonas calientes. Están preparados para poder llevar torretas telecomandadas y afustes de disparo directo. Valen para cualquiera de los ejércitos en acciones terrestres".

Asimismo, explica Ramírez, el IBERO puede usarse "como ambulancia y como vehículo de extracción o de asalto, ya que es totalmente configurable". Además, entre sus usos militares y policiales se encuentra la capacidad de ser configurado como vehículo de vigilancia fronteriza, de escolta de convoyes, lanzamorteros o incluso puede adaptarse a amenazas NBQR, es decir, nucleares, radiológicas, biológicas y químicas.

Antonio Ramírez sonríe durante la entrevista con TSD en sus instalaciones de Ciudad Real.

Antonio Ramírez sonríe durante la entrevista con TSD en sus instalaciones de Ciudad Real. Laura Mateo E. E.

Antonio Ramírez Gallego (i) y Antonio Ramírez (d), presidente de la empresa, frente a un vehículo militar blindado IBERO en las instalaciones de TSD en Ciudad Real.

Antonio Ramírez Gallego (i) y Antonio Ramírez (d), presidente de la empresa, frente a un vehículo militar blindado IBERO en las instalaciones de TSD en Ciudad Real. Laura Mateo E. E.

De momento, hay unos 70 equipos fabricados de esta clase, ya que, aunque empezaron a desarrollarlos hace 10 años, se presentaron por primera vez en 2020.

Los Ramírez Gallego inciden en que son una empresa de fabricación de segunda fase, es decir, siempre que elaboran sus vehículos –más de 5.000 policiales al año; 1.500 si son personalizados– siempre parten de un chasis y ellos confeccionan y configuran todo lo demás. Por eso, en sus talleres se encuentran desde Ford Ranger hasta Mercedes o IVECO. "Cada empresa tiene su propio protocolo. Algo que nos caracteriza es nuestra agilidad de ingeniería para integrar todo lo que se requiera".

"Trabajamos en lo que es la órbita defensiva y de seguridad", señala Antonio Ramírez. "Tenemos contratos con países de todo el mundo. Evidentemente, lo que hacemos a nivel militar es a través del Ministerio de Defensa, y trabajamos en España, Europa, África y Latinoamérica. Además, tenemos puntos de posventa en casi todos los países a los que damos suministro".

TSD, explica Ramírez, fue fundada hace 25 años, en el año 2000, como un concepto de negocio familiar. "Es una historia larga, y a la vez corta. Comenzamos centrando nuestros trabajos en el transporte de fondos, en la elaboración de cámaras acorazadas o cajas fuertes para cajeros automáticos de banca. Poco a poco, ampliamos las capacidades, especialmente en el sector defensivo. Nunca tuvimos antecedentes militares ni industriales. Sólo queríamos ofrecer una alternativa".

(De izquierda a derecha) Carlos Ramírez Gallego, Antonio Ramírez y Antonio Ramírez Gallego, líderes de TSD.

(De izquierda a derecha) Carlos Ramírez Gallego, Antonio Ramírez y Antonio Ramírez Gallego, líderes de TSD. Laura Mateo E. E.

Con los años, los Ramírez Gallego han demostrado que la industria de defensa en España puede competir al más alto nivel nacional e internacional. Y, dado el ingente número de retos que afronta Europa, especialmente en su frente oeste, negocios como el suyo se convierten en elementos clave para garantizar una estabilidad geopolítica firme y duradera.

"Europa debe ser autosuficiente", zanja el presidente de la compañía. "Los presupuestos siempre han sido muy justos y no le hemos dado importancia a garantizar nuestra seguridad. Era una tarea pendiente que hemos dejado hasta el final. Y es una lástima, porque gozamos de capacidad industrial". Esa tendencia está a punto de cambiar. El aumento de la inversión en defensa es el mayor reto al que Europa debe hacer frente de forma común.