José Ramón Julio Márquez Martínez, peor conocido por Ramoncín cuando él se siente más Ramón, Ramón (Madrid, 1955), ha muerto de éxito varias veces pero siempre resucita. Empezó arrojando huevos él desde lo alto de un escenario, siguió siendo confundido con el Rey del Pollo Frito (como si a Juan Ramón Jiménez le confundiesen con Platero) y acabó casi lapidado él, una noche de cuchillos largos y derechos cortos en Viña Rock. Que una cosa es provocar y otra pedirle al personal que se quite de la piratería. Famoso por liarse a puñetazos con quien sea para defender su abundante vida privada, inteligente hasta los tuétanos, tan ladrador como mordedor, es como una gota de adrenalina incorrupta de los años 80, conservada en ámbar fósil de los 2.000. Los dinosaurios pueden haberse extinguido, pero los dragones de Vallecas opositan a la inmortalidad. De dos rombos.
¿Desaparecido yo? ¿Por qué dice usted eso, señorita? Que va, yo no desaparezco nunca, lo que pasa es que hay momentos en que, si no compones, si no escribes... Y, aun así, zafarse del foco no es fácil. Yo llevo muchos años bajo el foco, si pudiera estarlo menos, lo estaría. Pero, bueno, ahora sí que traigo cosas nuevas. Hemos hecho una caja, que se titula Quemando el tiempo, y toda esa caja gira alrededor de un documental, hay en la caja un doble de grandes éxitos y algo que se llama Ramoncín en los huesos, con un tema nuevo y versiones distintas de varias canciones. Lo de los huesos es porque he procurado dejarlas así, despojadas de instrumentación.
¿Que si me he arrancado cantando a capela? Mujer, tampoco es eso, es que de repente donde había mucha percusión y mucho ruido dejo sólo una guitarra y un teclado. Y ahí te das tú cuenta de si las canciones resisten o no resisten el paso del tiempo. Lo cual demuestra una vez más la importancia de las letras para que un tema cale, perdure en el tiempo. Una canción como Litros de alcohol, por ejemplo, vale para siempre.
Dije que me gustaría cantar en el Teatro Real y Jesús Aguirre, el duque de Alba, salió a decir que ni por todo el oro del mundo: pues ahora cantan ahí Sting, los del World Pride… hay que abrir brecha
Hablemos del documental. Usted que acaba de tragárselo enterito, señorita, me dice que le ha servido para tomar conciencia de la fuerza con que irrumpí yo no sólo en la música de los 80 sino como quien dice en toda la cultura y la vida de la Transición; pero usted ha tenido la sensación, viendo aquellas primeras imágenes mías, que irrumpí con la fuerza de un personaje bastante sobreactuado, bastante disfrazado... Pues yo creo que no, fíjese (carraspea).
Yo no soy capaz de distinguir quién soy arriba del escenario y abajo. Yo soy como soy, yo cuando voy a la tele por primera vez en 1978 y canto en directo Marica de terciopelo, y dedico la canción a los presos políticos que todavía había en la cárcel, y salgo de allí y no me detienen los dos policías que había en el plató, que era lo que yo esperaba que hicieran...
¿Y lo de pintarme aquel pedazo de rombo en el ojo?, contraataca usted, señorita. Bueno, eso era una alusión a las pelis de un rombo y de dos rombos que entonces se emitían en TVE. Fíjese que eso del rombo se me ocurrió un minuto antes de salir a cantar. A cantar delante de los 18 millones de personas que veían aquella televisión, porque entonces no había otra. Todos los seres humanos con televisión en España vieron aquello. Podía haber elegido cantar cualquier otro tema, pero elegí Marica de terciopelo, para reivindicar la sexualidad de un colectivo al que yo no pertenezco. ¿Cómo dice? ¿Que con esa estética sí que coqueteaba? Bueno, si me quito el rombo, yo no sé.
Hay un momento de la entrevista que me hacen que me sorprenden con esta pregunta: '¿Y tú, por qué eres tan vanidoso?' A mí nadie me había dicho nunca eso. ¿Usted sí cree que lo soy, señorita? Pero qué voy a ser vanidoso yo, que soy un tipo de mi barrio, que he seguido haciendo toda la vida lo que en mi barrio hacemos todos. Pero fíjese en lo que le digo: yo entonces cuando me preguntaban a dónde quería llegar, decía que a tocar en el Teatro Real. Fue decir esto y salir al día siguiente a doble página declaraciones de Jesús Aguirre, a la sazón duque consorte de Alba, afirmando que “ni por todo el oro del mundo” tocaría yo en el Real. Pues en el Real acaba de tocar Sting, se han celebrado espectáculos del World Pride. Ojo, que no se trataba ni se trata de provocar por provocar, sino de abrir brecha y abrir camino.
En el mundo de la música, muchas víctimas de la heroína fueron niños bien portándose mal
Observa usted que la mayoría de los rockeros envejecen mal, entonces ¿por qué yo no?, se pregunta. Es verdad que hubo demasiada gente que se creyó aquello de vivir deprisa, morir joven y dejar un bonito cadáver. Que si sexo, que si drogas, que si rock and roll. Pues mire, a mí las drogas no me decían nada. Es que yo con doce años ya estaba entrenando con mis guantes de boxeo.
¿Que si yo fui el único rarito que no se pinchaba? No, eh, eh, pincharse era una cosa que eligieron hacer unos pocos nada más, y casi todos lo pagaron con sus vidas. Fumar porros es una cosa que no tiene nada que ver, en aquella época todos éramos hippies y teníamos claro que todo lo natural, todo lo que sale de la tierra, pues de puta madre. Yo, que no fumo tabaco, yo cuando empiezan a circular los porros doy dos caladitas y ya me quedo más feliz que una perdiz, no necesito más. Pero todo lo que era la química, uf…
¿Cómo? ¿Que cuando uno ha nacido en Vallecas, como servidor, ya va servido de malditismo y no necesita hacerse el malo? Pues mire, ciertamente, en el mundo de la música, las víctimas de la heroína fueron niños bien portándose mal. Y saltándose los porros fueron directos a la heroína. Mire usted, en el año 80, 81, cuando la intoxicación masiva del aceite de colza, se hizo un festival en Barcelona para reunir dinero para los afectados. Fuimos todos. No faltaba nadie. Tequila, Nacha Pop, Tino Casal, yo, etc. En fin. Bueno, pues los que traían y vendían el hachís –marihuana había muy poca, la marihuana no motivaba a la gente- regalaban la heroína con el hachís. Tal cual. Alguien iba a comprar su chinita de hachís, pagara lo que costara, pongamos 2.000 pesetas, y de repente le decían, toma, tío, esto es de regalo para que lo pruebes, brown sugar…
Eran los tiempos en que te regalaban la heroína con el hachís y del sexo sin condón: yo me salvé porque de la química paso y por tener pareja fija
El marketing era no llamarlo nunca heroína, el nombre comercial podía ser brown sugar, como la canción de los Stone. También alita de ángel. Y te insistían pues en eso, en que era un regalo y en que no hacía falta pinchárselo, que te lo esnifabas y ya está. Bueno. De los que allí estuvimos, no diré los nombres, pero no menos de tres murieron después a causa del consumo de heroína.
También eran los tiempos del sexo sin condón, añade usted, por no dejarse nada. Pues sí, y del aquí te pillo, aquí te mato, te pillo en el baño, en el pasillo o en las escaleras. Pues yo de eso también me salvé porque, sin ser el mejor chico del mundo, yo tenía pareja fija. Yo fui papá con 19 años y hasta los 24 años vivía con una mujer en mi casa. Y en los años de las giras estaba con la mamá de mi segunda hija, con la que estaba muy enrollado. Se puede hacer mucho el bestia y el gamberro, hasta que las muescas en el cinturón ya no caben, pero no se trataba de eso. Mire, ha hecho mucho daño cierta mitología, cierta dificultad para hacerse a la idea de un Eric Clapton anciano que ya casi no puede tocar, y que, en cambio, si hubiera muerto joven, como Jim Morrison, mantendría el tipo de un mito deslumbrante.
¿Cómo dice usted, señorita? ¿Que para morir joven y dejar un bonito cadáver no se requiere excesiva imaginación, que lo que requiere imaginación y un buen plan B es intentar llegar a viejo? Exacto. Mi plan es vivir mucho y muy deprisa, morirme viejo y dejar un cadáver bien parecido.
Vanidoso o no vanidoso, hurga que te hurga usted, sí me reconoce que siempre he llevado con mucha discreción mi vida privada, algo que no es tan fácil en este mundillo. Doy fe. Yo me acuerdo de una vez que se publicaron unas fotos donde se me veía a mí sentado con mi hija Ainhoa. Yo la tuve con 19 años y ella entonces no tendría ni 2, estábamos en la glorieta Luca de Tena, al lado de casa, donde yo iba todo el tiempo, a estar con ella, a beber horchata, Bueno, pues de repente veo publicada en una revista de la época esa foto mía con Ainhoa con el siguiente titular: “Algo que no querían que se supiera: el cantante de Vallecas Ramoncín tiene una hija secreta”. Bueno, es yo ver eso y…
De lo único que me arrepiento es de haber puesto en riesgo mi trabajo y el de los míos para defender a un colectivo de cobardes y de hipócritas
Mire, yo no soy vanidoso. Yo lo que soy es un asesino. ¿A quién hay que matar, dónde está esa revista, cómo puedo llegar allí y prenderle fuego al edificio? Trataron de calmarme diciéndome: "No, es que esto es así". Y yo: "¿Cómo que esto es así? Entonces, ¿a mí quién me protege?". Las leyes, descubrí. Pues a ellas recurrí y lo he hecho siempre. Luego, años después ya con mi segunda mujer, Diana Polakov, que era más conocida por ser actriz y por estar divorciada de Emilio Gutiérrez Caba, íbamos paseando por la calle, ella ya embarazada, y descubro a un tipo con un foco agazapado detrás de un quiosco de prensa, que le había pagado al quiosquero para que le dejara emboscarse ahí. Bueno, casi tiro el quiosco de prensa al suelo, se armó una que te cagas, vino la policía. Gente a favor, gente en contra. Cuando llegó la policía preguntando, "¿qué pasa aquí?", yo exigí que me llevaran detenido, les dije, quiero irme al juzgado con este señor, al que le he roto la cámara, y con este otro señor, que se ha llevado un puñetazo, y quiero explicarle al juez de guardia por qué he hecho todo esto. Y cuando me expliqué ante el juez, y le cité el artículo de la Constitución que garantizaba mi derecho a la intimidad y el de mi mujer, que entonces me lo sabía de memoria, el juez me dio la razón por haberle roto la cámara a uno y haberle dado dos puñetazos al otro. Y yo me di cuenta de que tenía quien me defendiera.
Por un rato me dejaron en paz pero luego volvieron a la carga cuando cambié de esposa y teníamos los niños muy pequeños. Pero poco, porque vieron que yo defendía aquello con todos los argumentos legales y físicos a mi alcance. Y lo más sonado fue cuando fui compañero profesional en Crónicas Marcianas de una persona muy conocida del mundo del corazón (se refiere, sin nombrarla, a Yvonne Reyes), se empeñaron en que era mi novia. No les parecía posible que trabajando juntos, siendo amigos, viajando en el mismo avión y durmiendo en el mismo hotel no estuviéramos follando… Y aquello es lo que provocó aquel puñetazo al tipo aquel que nos sacaba fotos que salió en todos lados. Dicho todo esto, de mi vida privada no sabe nadie nada.
¿Arrepentirme yo de algo? Quedaría muy rockero y muy chulo decir que de nada, no me arrepiento de nada, pero no sería sincero. Uno se suele arrepentir de lo que no hace, que diría lord Byron. Pero yo de lo que de verdad me arrepiento es de haber dedicado mucha energía, pero mucha, mucha, y una gran parte de mi vida, y poner en riesgo mi trabajo, y el trabajo de los que trabajan conmigo, por haberme empeñado en defender a un colectivo de cobardes, de cómplices silenciosos y de hipócritas. En su mayoría, no todos. Sospecha usted, señorita, que me refiero a todo el tema de la SGAE…
A mí a estas alturas la piratería me da igual, lo que suceda, nos los hemos ganado a pulso
A mí el nombre me da igual, hay en el mundo más de 500 SGAES. Es verdad que yo si pudiera le cambiaría el nombre, lo primero que haría. Pero no nos desviemos. Yo hablo del colectivo. Cuando tú crees, porque eres amigo de gente que son amigos de verdad, como Miguel Ríos, Loquillo, etc, que todos los demás son como ellos, pues ahí te equivocas. De medio a medio. Pero tú no puedes elegir. No puedes decir, voy a dedicar toda esta energía, toda esta lucha, todo este tal, a defender a Loquillo, a Sober, a Ríos, a Bumbury. No, tú defiendes a todo el mundo o a nadie. Yo de eso sí me arrepiento, y cómo. Ahora, si usted me pregunta: ¿lo volvería a hacer? Sabiendo lo que pasa, no. Pero no sabiéndolo sí, volvería a pringar como un idiota. Me vuelven a decir, mira, elecciones con listas abiertas, tú has quedado el segundo más votado por tus compañeros para que les defiendas y les representes. Pues volvería a decir que sí y a ir de cabeza al matadero.
Pregunta usted, señorita, qué fue peor, si que me intentaran imputar unos delitos de los que después, efectivamente, la Justicia me exculpó del todo, o aquel desdichado concierto en Viña Rock donde me arrojaron de todo al escenario hasta obligarme a irme. Yo no quería dar alas a ese enfrentamiento. Mire que yo soy de los de bajarme y liarme con quien sea, pero al ver el percal, me di la vuelta y dije: vámonos de aquí.
Sí es verdad que me arrepiento de no haber demandado a la organización de ese festival. Por supuesto había cobrado, nada más faltaría, estaba en el contrato, pero de no demandarles por lo que pasó, de eso me arrepentiré siempre, el resto de mi vida. ¿Que demandarles por qué, qué tenían que haber hecho ellos? No sé, pero ellos fueron los responsables de que unos tíos nos arrojaran piedras, cristales, CDs cortados en forma de flecha... Se supone que hay unos servicios de seguridad que tienen que evitar que esas cosas se produzcan. Además, estaba mi hijo esa noche conmigo. Ver la cara de mi hijo mientras pasaba todo aquello: a esos hijos de puta nunca se lo perdonaré. Pensar que mucha de esa gente cobró sus derechos en unos meses gracias a mí y a la gente como yo. Seguro que a la hora de la verdad, si ven que alguien amenaza sus derechos ponen el grito en el cielo. Pues eso. ¿Y mis derechos? ¿Quién los defendía esa noche? Ya sé que es la masa, pero...
Apunta usted, señorita, que en este país no hay quien pueda con la piratería, que a quien se le intenta enfrentar, lo hacen polvo. O lo intentan. Pues mire, a mí, a estas alturas, la piratería me da exactamente igual. Lo que pase, se lo ha ganado todo el mundo a pulso. Yo ahora defiendo mis derechos, mis libros, mis discos. Y el resto que se busque la vida. Un colectivo como el del cine se ha defendido muy bien, entre ellos se tendrán envidia y celos y de todo, pero en la defensa de lo que importa son uno y van a muerte. El colectivo de los escritores, que es más pequeñito, pues igual, se organiza y se defiende, procura hacer entender que tú no puedes ir a una librería, coger un libro y robarlo…
Lo nuestro es totalmente otra cosa, con lo cual todo lo que pase, a mí ya me importa un pimiento. Me encanta Spotify, iTunes, vivo y disfruto de todo eso, cuando quiero regalar algo, lo regalo, cuando quiero vender algo, lo vendo. Este país tiene sus cosas y tendrá que solucionarlas algún día. Pero no voy a ser yo. ¿Si por lo menos educo a mis hijos para que no se descarguen ilegalmente nada? No he tenido necesidad. Son aficionados genuinos a la música y como tales respetan la producción de los creadores.
Por no dejar de seguir pasando lista de posibles motivos para el arrepentimiento, me pregunta usted ahora, señorita, si volvería a decirle a Lola Flores en directo en televisión que la copla era una cosa rancia e insufrible y a echarle en cara además el haber actuado en el Pardo para Franco. Pues sí, le volvería a decir exactamente lo mismo que le dije, sobre todo a una persona a la que un año después nos volvimos a encontrar y a conocer más personalmente. Y luego cuando ella tuvo el conflicto con Hacienda yo la defendí. No la defendí por no haber pagado, eh; eso no. Pero sí eché en cara a los responsables de nuestros tributos esa persecución de Lola Flores mientras no se oía hablar de banqueros, cosa que ya hemos visto cómo ha acabado treinta años después. Denuncié esto en directo en la tele con Andrés Aberasturi. Siempre me acordaré de la llamada que recibí la Nochebuena de aquel año. Me dijeron: coge el teléfono, te está llamando Lola Flores. Me puse y ella me dijo: "Ole tu corazón y tus dos cojones y medio".
Y sí, le volvería a decir lo que le dije el primer día, que su música ya estaba desfasada y que tenían que abrir espacio a los aires nuevos, pero eso no quita para que yo reconozca que la copla ha sido y es una cosa extraordinaria. ¿Qué me pregunta ahora? ¿Que si es verdad que la canción que más derechos genera año tras año en la SGAE es Paquito el chocolatero? Bueno, eso no es exactamente verdad. Paquito el chocolatero genera derechos que ya quisiéramos muchos, pero no, en la SGAE, a lo largo del tiempo, los mayores derechos los han generado Albéniz, Falla y el maestro Rodrigo. Afortunadamente.
¿Y si de haber apoyado a muerte a Felipe González tampoco me arrepiento? En absoluto. Jamás en mi vida. Apoyé a Felipe cuando él no era nadie, me jugué la comisaría y la cárcel y la visité unas cuantas veces porque creía en eso, le apoyé cuando perdió, le apoyé cuando ganó y cuando perdió otra vez. Yo no estuve allí un rato y me quité de en medio como hicieron otros muchos. En el 93, cuando ganó por la mínima, ya mucha gente se fue apartando. Y en el 96 ya fue la desbandada. No, yo siempre le apoyé. Discutiendo con él y peleándome a veces, peleamos mucho por la OTAN y por la mili, y más recientemente hemos hablado de las puertas giratorias.
¿Que si me consta que él vive ahora por todo lo alto en la calle Velázquez? Sí, sé que vive en una casa que es de su pareja, y a mí me parece estupendo eso. Yo no tengo nada en contra de quien se gana las cosas con su salario. Yo no quiero, por ejemplo, que el señor Botín no gane dinero, quiero que si lo gana pague sus impuestos. Yo en lo que creo es en la justicia social. Y eso vale para todos. No creo que sea mejor el que pide una factura sin IVA que el que se lleva el dinero a Suiza. Porque hay mucha gente que chilla mucho pero a lo mejor habría que coger uno por uno y decirle, a ver, vamos a sentarnos tú y yo, ¿tú pegas a tu madre? ¿Tú te follas a las gallinas en tu pueblo? ¿Tú pagas tus impuestos? ¿Tú le pones agua al vino? ¿Tú le añades al aceite algo que no deberías? ¿Tú te escaqueas del curro? ¿Tú intentas que tu asesor fiscal te libere de pagar lo que debes? Cuidado con eso.
Jamás fui un niño mimado del PSOE, apoyé a Felipe cuando no era nadie, le apoyé cuando ganó y le seguí apoyando después de haber perdido
¿Que si yo fui un niño mimado de aquel PSOE? Jamás. Me da igual que eso se haya dicho. Jamás lo fui. Yo fui invitado a la bodeguiya una sola vez. En visita privada, con otras personas, Francisco Umbral, Rosa María Mateo, Luis Eduardo Aute… Volví a Moncloa otra vez porque regresaba de Nicaragua y tenía que entregar un mensaje, algún día lo contaré. ¿Por qué no ahora?, salta usted. Señorita, cada uno tiene que tener su seguro de vida o su pensión, la puede tener en un libro de memorias o en un desnudo integral. ¿Que las dos cosas le valen, señorita? (risas).
Pero insisto, de niño mimado del PSOE nada, yo que con Tierno Galván actuaba todos los años en San Isidro y más cosas, cuando Tierno murió y entró Juan Barranco, ya me quedó claro que durante un tiempo sería mejor que no me llamaran para cantar en Madrid. Y volviendo a Felipe, cuando ya era expresidente le pedí, yo que nunca le había pedido nada, que presentara mi libro Políticamente correcto, que lo presentamos en la librería Crisol. Y justo ese día el Tribunal Supremo tenía que decidir si Felipe iba a declarar o no. Imagínese la expectación. En medio de la presentación sale el auto del Supremo que dice que Felipe no tiene que ir a declarar. Me contaba mi editora, Ymelda Navajo, que esa fue la primera vez que se mencionó un libro suyo en las primeras páginas de actualidad política, porque Felipe estaba presentando un libro de Ramoncín cuando saltó la noticia del día.
¿Y el PSOE de ahora, cómo lo veo? ¿Si podría tener con Pedro Sánchez un rollo como el que tuve con Felipe? (Silencio) A mí me gusta Pedro Sánchez. Y creo que ha pasado algo muy interesante en este país, que a veces pasa desapercibido con tanto ruido: aquí ha pasado una cosa extraordinaria que es el fin del bipartidismo. Que tanto PSOE como PP sepan que para gobernar siempre tendrán que sentarse a negociar con otros, eso me parece fabuloso. Dicho eso, creo que se me entiende, ¿no?
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