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En solo cinco años ha revolucionado la abogacía. Es uno de los grandes beneficiados de los abusos de la banca y de las entidades financieras (preferentes, acciones de Bankia, hipotecas multidivisa y cláusulas suelo). En 2016 facturó una burrada: 39 millones de euros. Este exfraile reconvertido en abogado, que durante un año guardó votos de sacerdocio, es Jesús María Ruiz de Arriaga Remírez (56 años), el director y cara visible de Arriaga Asociados, el despacho de letrados que ha cambiado el orden multidisciplinar de los grandes bufetes gracias a su éxito, según él del 90 por ciento, en miles de pleitos relacionados con temas bancarios.
Aunque ahora tiene 350 abogados fijos en nómina (“no son autónomos ni cobran por los juicios que lleven”), ha llegado a tener 450 letrados a sueldo. Su emblemática oficina central, con las sillas incluso con el color naranja corporativo, está situada en la madrileña calle de Capitán Haya, esquina con General Perón. Con 3.000 metros cuadrados está ubicada a tan sólo 500 metros del Estadio Santiago Bernabéu.
Con el paso de estos años, Jesús María Ruiz de Arriaga también ha adaptado su modelo de financiación. Niega tajantemente que detrás de su empresa haya un fondo de inversión. “Siempre nos hemos financiado con los recursos que hemos ido generando”. En sus inicios pedía un desembolso previo de 400 euros a sus clientes, una cantidad que ha rebajado actualmente a unos 100 euros. Uno de sus reclamos principales para captar agraviados era que al ganar en la mayoría de las ocasiones en costas, buena parte del desembolso real de la minuta a su despacho no lo notaba el cliente en su bolsillo, ya que provenía de las costas que pagaba el banco.
Ahora, por término medio, cobra en torno al 15 por ciento en las sentencias favorables de las cláusulas suelo y un 10 por ciento en el tema de las preferentes. “Y aunque el porcentaje es menor, al ser importes superiores, se cobra más por estas últimas”. El volumen de juicios ganados, en torno al 90 por ciento, le ha permitido esta espiral de crecimiento en facturación y en gastos de autopromoción. “Muchos días hemos llegado a ganar de 80 a 90 juicios y en algunas jornadas hasta más de cien procedimientos”.
Esta es otra de las dudas que los grandes despachos vierten contra él: ¿de dónde saca tanto dinero para prestaciones de marketing, cerca de seis millones, que han llegado hasta el fichaje de Iker Casillas como imagen de la firma? Él lo desmiente. Hace publicidad hasta en The New York Times. “Tuvimos la idea de captar a a Iker cuando me comunicaron que era ya cliente de nuestro despacho. El portero del Oporto reclamaba a Bankia el reintegro de medio millón de euros que había invertido en acciones de este banco”. Sobre las cantidades millonarias que se barajan que ha pagado al excapitán de la selección española de fútbol señala que “son muy moderadas” y que además de su caché colabora con Iker en proyectos solidarios en los que el futbolista es partícipe, como la Fundación Iker Casillas o en otros como con el equipo de fútbol del Alcorcón donde tiene intereses. En las cuentas anuales, el despacho de abogados no especifica entre sus gastos de explotación, que ascendieron a 12,1 millones de euros, cuánto corresponde a marketing y propaganda.
Pero Iker Casillas no es su único cliente famoso. Jesús María Ruiz de Arriaga asegura tener muchos más clientes conocidos, muchos de ellos afectados con la salida a bolsa de Bankia, “No obstante, no puedo decir los nombres, ya que tenemos firmado con ellos una cláusula de confidencialidad”.
Sin miedo al futuro
A este exfraile reconvertido en abogado no le preocupa el futuro. De hecho, el éxito de su actual campaña de cláusulas suelo se basa en su capacidad de previsión. Semanas antes de que el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea en Luxemburgo obligará a los bancos a devolver todo lo cobrado ilegalmente aplicando una retroactividad total, Arriaga ya había puesto en marcha la masiva campaña de publicidad que por primera vez mostraba sus anuncios en las cadenas televisivas de Atresmedia y Mediaset. “Las campañas publicitarias las hacemos según creemos convenientes y según las circunstancias, no bajo una planificación anual. Primero empezamos por Internet, luego la radio, después la prensa escrita con la publicidad exterior y luego televisión primero autonómica y ahora nacional”.
Un salto a la primera línea de la actualidad que no le asusta. De hecho, ya tiene una idea clara de funcionamiento para el crecimiento y rentabilidad futura de su negocio: los centros comerciales. Hace pocos meses abrió ya su primera oficina en el centro comercial Isla Azul, de Madrid, “que va como un tiro”. Y prevé la apertura en breve de otras cuatro o cinco oficinas a corto plazo. Su futuro es la reclamación comercial contra los excesos en los puntos de venta. Su negocio ya se ha consolidado como un bufete basado en reclamaciones.
Desde su fundación hasta el pasado 2015, último ejercicio con cuentas cerradas, ha pasado de facturar un millón de euros a 20 millones de facturación neta. Y ya para este año cerrará el ejercicio de 2016 con una facturación en torno a los 39 millones de euros, un hito para un despacho que nació hace solo cinco años y que ha cambiado el mundo de las togas si tenemos en cuenta su humilde origen.
Un exfraile apasionado de la formación académica
Jesús Mari, como es conocido en el País Vasco, nació en 1960 en Ocariz (Álava), en uno de esos días que es conocido por todos, un 4 de julio, fecha en la que se celebra la independencia de Estados Unidos. Una referencia natal que se relaciona mucho con su carácter emprendedor, didacta y sin ningún miedo al cambio. Coleccionista de carreras universitarias (está cursando su posgrado número 11) se convirtió en abogado casi por casualidad. En el año 2009 se licenció en Derecho cursando la carrera a distancia por la Universidad Oberta de Catalunya, tras haber logrado en su juventud la diplomatura de Ciencias Empresariales en la Universidad de Salamanca. También en su currículum vitae aparecen las licenciaturas en Investigación y Técnicas de Mercado, Ciencias del Trabajo o Administración y Dirección de Empresas.
De su localidad natal de origen, Ocariz en Álava, no tiene ningún recuerdo, ya que apenas estuvo meses como bebé. Su padre era alavés y su madre navarra. Su padre era oficial de fábrica y trabajaba en empresas que fabricaban ballestas para automoción y ferrocarril. El periplo profesional itinerante de su padre le llevó con muy pocos meses a la villa de Zumárraga (Guipúzcoa) y luego a Alsasua (Navarra), localidad que considera como su pueblo. El arranque de su infancia transcurrió siempre junto al devenir profesional de su progenitor. Y aunque los recursos económicos eran limitados, sus padres no dudaron en darle la mejor educación posible. De hecho, además de él, sus cuatro hermanos son todos licenciados universitarios.
Por eso, nada más comenzar la EGB, sus padres le enviaron a la conocida localidad navarra de Puente La Reina, parada obligada del camino de Santiago, donde estudió cuatro años en un centro de los Padres Reparadores. Esta orden religiosa, que controla un albergue para peregrinos en esta localidad navarra, gestionaba también un centro de educación secundaria. Tras formarse allí en su educación básica, su siguiente paso le llevó ya lejos de Navarra, a la localidad salmantina de Alba de Tormes, donde los mismos Padres Reparadores regentaban el colegio y seminario de San Jerónimo.
Jesús María Ruiz de Arriaga estuvo allí en el Seminario hasta los 20 años. Tomó los tres votos de la orden: pobreza, obediencia y castidad, pero sólo durante un año, no renovándolos y dejando la orden que había acompañado buena parte de su vida y que, cómo él mismo reconoce, “le trató siempre muy bien”; incluso, “me dieron una pequeña cantidad de dinero para rehacer mi vida y empezar a estudiar la diplomatura de Económicas en la Universidad de Salamanca”.
De Salamanca a Zaragoza
Allí, en la ciudad helmántica, terminó la diplomatura, para luego trasladarse a Zaragoza e intentar acabar la licenciatura. Algo que no consiguió en un primer intento. Ya con 40 años logró por fin acabarla. Eligió Zaragoza para terminar sus estudios, “como podía haber elegido otra ciudad”. No hubo ninguna causa justificada para su traslado a la ciudad del Ebro. Pero su periplo universitario no fue el deseado: “Fueron muchos cambios y no me concentré para nada”. En marzo de 1985 empezó ya su carrera laboral como responsable técnico del área de Hacienda del Ayuntamiento “de su pueblo” Alsasua (Navarra). Por entonces, el Gobierno socialista de Felipe González daba “mucho dinero a las localidades con bastante paro para solventar la creación de empleo y allí me fui. Estaban desbordados”. De forma paralela, ejerció durante tres años la gerencia de una pequeña empresa de transportes, de nombre Certrans.
Fue ya en enero de 1987, cuando el exfraile Arriaga pasó a ser director financiero de la pequeña cooperativa Ohiana, perteneciente al grupo Mondragón, situada al norte de Navarra, muy cerca de Roncesvalles. Allí solo estuvo un año, volviendo después al mundo del transporte como director financiero de la empresa Transportes Satrústegui, abandonando su puesto en diciembre de 1990.
Ya en 1992, el año de los Juegos Olímpicos, se afincó en Zaragoza. Su entonces novia, María José, que luego fue su primera mujer, y madre de su único hijo, Víctor, estudiaba allí y habían adquirido una vivienda. Por entonces, una empresa de head hunters le reclutó para llevar la gerencia de una asociación de discapacitados intelectuales con serios problemas financieros, de nombre Atades (Asociación Tutelar Asistencial de Discapacitados). En Atades solventó “sus graves problemas económicos de financiación” y, de hecho, como él mismo reconoce, llegó a concertar “más plazas con el Imserso que todas las asociaciones juntas de España entera”.
En Atades estuvo más de siete años, pero en enero de 1999 decidió probar de nuevo suerte. Ahora en el sector de la consultoría, una de sus pasiones junto con la formación. Su época como consultor en el grupo RH Asesores no fue dilatada, apenas duró un año, algo que compaginó de nuevo con su trabajo en Atades, pero en este caso no como gerente sino como adjunto a la gerencia en Atades Huesca. Allí aprendió y se formó junto al que considera su gran jefe, José Luis Laguna Monreal, que ha recibido este año de 2016 la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social a petición de la Delegación de Gobierno de Aragón. Por esas fechas se separó y luego se divorció de su primera mujer, María José.
Paralelamente en el tiempo, empezó otras licenciaturas universitarias. Primero Investigación y Técnicas de Mercado, luego Ciencias del Trabajo y, posteriormente, consiguió acabar Administración y Dirección de Empresas para ya dar el salto a Derecho, que es la carrera que más éxitos profesionales le ha acarreado. Durante esos años compaginó sus trabajos con labores de formación también en Zaragoza, como profesor, principalmente, en la ya desaparecida Columbus IBS y en el Esic. Precisamente, siete años después de su separación y dando clases en la Columbus, conoció a la que es actualmente su esposa, por la vía civil, y administradora única de Arriaga Asociados Asesoramiento Jurídico y Económico SL, la peruana Maria Giuliana Mayuri Chumacera. Que lo hace a través de dos sociedades: Sandoval Lake SL y Proyectos e Inversiones Colibri SL. Junto a ella visita a menudo Perú, como ha hecho estas Navidades.
Esta licenciada en Administración y Dirección de Empresas conoció a Jesús Mari cuando ella estaba elaborando su proyecto final de curso en la Columbus de Zaragoza, donde el exfraile era el supervisor de la tesina. Desde entonces iniciaron una intensa relación amorosa que termino en el año 2013 en matrimonio civil. Hoy es su mano derecha en todo, como también lo es su hermano Juan José Ruiz de Arriaga, un personaje muy discreto, al que no gusta que se sepa nada de su vida privada. Solo se sabe que es dos años mayor que él y que es licenciado en algo completamente distinto al mundo de la abogacía, aunque acaba de finalizar un máster como su hermano y su cuñada en Dirección de Empresas en el IESE.
Las viviendas de Martinsa, germen de Arriaga Abogados
Durante esos años de los 2000, una de las mayores preocupaciones de Jesús María Ruiz de Arriaga era su futuro económico. De 2006 a 2011 compaginó su labor en Atades dando cursos de consultoría financiera, algo que reconoce que “se le daba muy bien”. Aprovechó el boom inmobiliario del ladrillo y empezó a invertir su dinero en viviendas, endeudándose, como vía para asegurar su futuro. Este hecho acabó siendo determinante, pero no como el pensaba.
Aquellas viviendas que compró a la promotora Martinsa, luego Martinsa-Fadesa, del constructor Fernando Martín, a la sazón presidente del Real Madrid, fueron el inicio de su negocio de abogacía. Cuando esta constructora entró en concurso de acreedores se encontró en una situación desesperada. El administrador judicial ni le entregaba las viviendas ni le devolvía el dinero aportado. El ex fraile, recién licenciado en Derecho y colegiado por Huesca, decidió luchar contra esa injusticia con éxito y viendo que era un problema que sufrían muchas otras personas y cansado de” generar negocio para los demás y no para sí mismo” decidió abrir su propio despacho de abogados.
Así arrancó el germen del bufete de abogados Arriaga Asociados. Instaló sus oficinas en su propia casa, en la pequeña localidad oscense de 500 habitantes de Nueno. Allí empezó todo. Su idea de negocio era sencilla, pero exitosa. Se trataba de estudiar una problemática con alta probabilidades de éxito y “vender la solución masivamente”. Al no tener ingresos ni infraestructura empezó a vender su despacho y sus ideas por Internet.
Contactaba con sus clientes solo por teléfono y, en la mayoría de los casos, no los conocía físicamente hasta el día del juicio. “Y en algunas ocasiones ni siquiera eso”. Tanto él como su mujer empezaron a estar desbordados y empezaron a contratar colaboradores. Su hermano Juan José se incorporo a los poco meses. Poco a poco fue montando un negocio, tanto que los abogados incluso llegaron a ocupar su cocina como lugar de trabajo. Sus primeros casos masivos se basaron en las participaciones preferentes de Bankia, las más numerosas, así como de otras entidades financieras.
Día tras día este exfraile ha ido reinventándose, buscando nuevas vías de negocio, como la salida a bolsa de la propia Bankia, las hipotecas multidivisa, las cláusulas suelo y el que puede ser ahora su gran filón: captar en caliente clientes agraviados en las superficies de los centros comerciales. Así se gestó el despacho que ha revolucionado el mundo de las togas.