El gran atasco en las autoescuelas: 500.000 aspirantes al carné, víctimas por falta de examinadores
En torno a 600 examinadores atienden a las 9000 autoescuelas y a sus alumnos en un país en el que el precio del carné varía entre los 450 y los 900 euros de media. Algunos estudiantes esperan durante más de mes y medio para poder examinarse.
5 febrero, 2017 02:42Noticias relacionadas
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Adrián espera a las diez menos cuarto de la mañana en el porche rojo de la entrada a la autoescuela Balmaseda. Es jueves y no acude a la clase práctica desde la semana anterior. Hace tiempo que está preparado para afrontar los veinticinco minutos de prueba que es preciso sortear con éxito para aprobar el carné de conducir. En los últimos tiempos, ya solo acude a la autoescuela de Arturo Soria (Madrid) una vez a la semana. “Me saqué el teórico en junio, antes de empezar la universidad. Dejé el verano libre y luego me puse a ello. Ahora si vengo todos los días me dejo una pasta...”. Comenzó las prácticas en el mes de noviembre y para diciembre ya estaba dispuesto a hacer el examen. Pero su profesor le veía verde y no se lo permitió. Ahora, meses después, cuando sí que está preparado de verdad, tiene que esperar porque no hay hueco para él.
Desde el mes de enero ya está disponible para hacerse con el carné de conducir, pero la lista de espera de la Comunidad de Madrid para examinarse hace que no pueda presentarse hasta como muy pronto, principios del mes de marzo. Como él, cada año alrededor de 500.000 jóvenes que han aprobado el teórico, según datos de la DGT, se preparan para el práctico en toda España. Son ellos los que hoy en día están sufriendo las consecuencias del atasco generalizado de las autoescuelas.
El colapso que sufren los alumnos de las autoescuelas madrileñas no es que se propague, es que se está reproduciendo de la misma manera en todo el país. Con algunas peculiaridades en las distintas provincias, pero algo que se lleva generalizando desde que la crisis comenzó a notarse en los hogares españoles. El problema es bien claro. Según los datos de la Confederación Nacional de Autoescuelas de España (CNAE) hay alrededor de 9.000 autoescuelas en toda España. Para atender a todos sus alumnos hay tan solo 600 examinadores en todo el país. “Pero no todos en activo: como en todas las empresas, hay bajas por enfermedad y otros que se van jubilando. Una cifra muy lejana a lo que había antes de la crisis, cuando había en torno a 1.000 examinadores”, explican desde la asociación.
Examinarse cada mes y medio
La situación es conflictiva en la mayoría de las Comunidades. La semana pasada, la Asociación de Pequeños Empresarios de Autoescuelas de Madrid convocó una manifestación frente a la DGT en la avenida de Arturo Soria, donde se encuentra la sede. El pasado lunes, 300 de las 700 autoescuelas de Sevilla se concentraron frente a la Subdelegación del Gobierno de la comunidad andaluza para protestar por los mismos motivos. A finales del pasado mes de diciembre, un centenar de autoescuelas reclamaron un aumento en el número de examinadores frente a la jefatura provincial de Tráfico de Granada. El próximo trece febrero hay convocada una manifestación para todas las empresas del sector en Ciudad Real.
¿Qué es lo que está sucediendo? José Miguel Báez lleva los últimos 27 años siendo el presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas. Él conoce como nadie las vicisisitudes, los puntos fuertes y los débiles de lo que ocurre en el gremio, más aun lo que está ocurriendo con la escasez de examinadores y las demoras en las fechas de examen. “Su plantilla ha disminuido en los últimos años. Muchos efectivos han ido cayendo por causa de las jubilaciones. Las plazas que han ido quedando vacantes no se han cubierto o se han cubierto a tal ritmo que la plantilla no ha dejado de disminuir. Sólo hay media docena de provincias en las que se examina con normalidad durante todo el año”.
Felipe Cogolludo, “Pipe” para los amigos, lleva casi diez años al frente de la autoescuela Balmaseda, una de las más antiguas de la ciudad. La fundó su padre en el año 66, también Felipe, un hombre de setenta años que esconde sus canas debajo de un elegante sombrero beige. Espera con los reporteros mientras su hijo aparca en la explanada. A su cargo tiene un total de 3.000 alumnos repartidos en los 14 puntos que la autoescuela tiene distribuidos por la ciudad. También ha hecho negocio en Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, donde abrió hace años una autoescuela con un antiguo compañero de la facultad. “Me dijo que por qué no la abríamos, que allí hacía falta una. A aquello nos ayudó el ministro de interior del país. Es una de las primeras de la zona. Cada mes y medio estoy por allá para supervisarlo todo”.
El negocio familiar construido por los Cogolludo es uno de los más grandes de Madrid en el mundo de las autoescuelas, pero tampoco se salva del colapso. Solo pueden incluir a sus alumnos en un examen al mes. Ha dejado de facturar un 15 % del total de sus ingresos. “Hace años -cuenta Felipe padre- los llevábamos a examinar cada semana. Ahora es diferente”. “Nos vemos obligados a que tengan una demora de más de un mes. Eso perjudica al proceso formativo. El alumno, evidentemente, no tiene tanto dinero para seguir manteniendo una clase diaria durante un mes. Y por eso vienen menos”, explica ‘Pipe’. El dato lo corrobora Báez a nivel nacional desde CNAE. “Incluso empieza a no ser extraño que lo haga cada mes y medio o dos, cuando lo normal sería que examinase cada semana. Para el ciudadano el trastorno es grave. El permiso le sale más caro porque deja de dar clases, ya que no sabe cuándo se va a examinar y no le sobra el dinero”.
Lo que sufre el bolsillo: entre 930 y 450 euros
Sacarse el carnet de conducir a veces supone un importante esfuerzo económico, cuando no directamente un ojo de la cara. Dependiendo de la ciudad, el dinero a gastar varía en gran medida. Facua-Consumidores en Acción realizó un estudio en el año 2015 realizado en las 30 ciudades principales del país analizando lo que se gasta al sacarse el carnet en según qué lugar.
De ese modo, el estudio dispone dos supuestos. El primero de ellos, toman como supuesto a un usuario que recibe un mes de clases teóricas, veinte clases prácticas de circulación de 45 min. cada una y aprueba a la primera el examen teórico y el práctico. En este caso, Murcia sería el lugar más caro: allí cuesta una media de 933,12 euros por alumno. Después, Lleida (903,29 euros) y Bilbao, con un coste total de 880,26 euros por estudiante. Lo más barato es Granada, donde aprobar ambos exámenes a la primera cuesta una media de 452,46 euros. A Coruña (499,78) y Badajoz (511,20) son las siguientes. De las 286 autoescuelas analizadas por FACUA, la variación entre la más cara, situada en Cuenca, y la más barata, situada en Granada, es de hasta 900 euros, un 276,9%.
En el mismo estudio, se maneja un segundo e interesante supuesto: De esa manera, Barcelona es la ciudad en la que resulta más caro sacarse el carnet de conducir si se suspende más de dos veces. Facua calculó cuánto costaría sacarse a la tercera el carnet, es decir, renovando las tasas de tráfico al pagarlas de nuevo. En ese caso, a un alumno que suspenda dos veces el práctico con 35 clases pagadas le costará más de 1.600 euros obtener el permiso de conducir en la capital de la comunidad autónoma catalana. En el mismo caso, el que menos paga es quien se lo saca en A Coruña: 950 euros. Esto resulta muy importante, porque los dueños de las autoescuelas y los responsables del sector aseguran que ahora se suspende más que otros años: los alumnos dedican menos horas a las clases porque tienen que convivir con la incertidumbre de no saber en cuánto tiempo se van a presentar a examen.
Sin duda, influye el precio de las clases prácticas, que varía en gran medida entre unas y otras ciudades. Las más caras son Barcelona (31,2), Pamplona (30,8), Oviedo (29,2) y Bilbao (28,6). Sin embargo, las ciudades en las que las clases de 45 minutos son más baratas son A Coruña (13,9), Badajoz (17,3), Jaen (20,3) y Almería (21,1). Todo esto, no obstante resulta ciertamente relativo, puesto que dentro de algunas de esas mismas ciudades existen importantes diferencias de precios. Sin ir más lejos, en la propia Almería, la autoescuela más cara cuesta 28 euros, contrastando con la más barata de la ciudad, en la que vale a 15,75 euros la práctica. Los alumnos, en todo caso, están sufriendo en todas las comunidades debido a un parón del que nadie se salva.
El sufrimiento del pequeño empresario
Santos Rafael Ortiz Quirós (62 años) y su mujer Josefina Palomino (60) llevan la autoescuela Santos desde el año 1992 en Campo de Criptana, un pueblo de 15.000 habitantes de la provincia de Ciudad Real. En la ciudad y la provincia, las autoescuelas más caras cobran la práctica de 45 minutos a 26,62 y las más baratas la cobran a 18,15. La suya es una de las tres que hay en el pueblo. Otro ejemplo del aroma familiar que desprende el negocio de las autoescuelas, y también de lo extremo del atasco en el sector de los exámenes de carné de conducir.
El próximo examen práctico en la provincia tendrá lugar la semana que viene, el día 10 de febrero. Sin embargo, explica Santos, ninguno de los diez alumnos que en este momento tienen esperando para la prueba práctica podrán acudir a realizarla. “Es muy posible que nos quedemos fuera porque seguimos en lista de espera. Hoy mismo (jueves dos de febrero) hemos ido a examinar a uno al teórico y a otros cuatro al práctico. Pero esta gente tenía que haber ido el 25 de enero”. Los alumnos esperan y esperan. Algunos de estos tendrán que esperar, forzosamente, hasta el mes que viene. Muchos comenzaron las prácticas el verano pasado, durante el mes de agosto, para poder presentarse al inicio del curso escolar, a partir de septiembre, cuando vuelven a estar disponibles los examinadores. Algunos de ellos esperan todavía desde entonces.
Después de casarse, Santos y Josefina abrieron la autoescuela. En parte, para ambos solo era un traslado, ya que llevaban toda la vida dedicándose a ello. “La convencía para que se viniera”, explica. Eran tiempos diferentes: había menos competencia. Y aunque no se han planteado echar el cierre al negocio, reconocen que la situación no es muy buena. “Antes, todas las semanas llevábamos más de veinte personas a examen. Pero venimos haciendo uno o como muchísimo dos exámenes al mes desde hace algo más de un año”, lamenta.
En las mejores épocas del año instruyen a una media de 35-40 alumnos. Solo en los alrededores de su pueblo hay un total de 12 centros como el suyo, en la zona de Alcázar de San Juan. Ese colapso del que se está hablando en toda España adquiere el caso extremo en esta provincia de calor que achicharra en verano y de frío que pela en invierno: “hay un total de personas en la provincia esperando para el examen práctico. En toda Ciudad Real hay un total de cinco examinadores, y uno de ellos es el coordinador”, explica Santos. No dan abasto.
Hace unos años, como en muchos otros puntos de España, buena parte de los examinadores de la provincia se jubilaron y sus puestos quedaron vacantes. Nadie ocupó su lugar. “Antes había diez. Este enero se jubilaron dos. Y no han cubierto las plazas. Dos o tres más lo dejaron hace tres años y no cubrieron esos puestos de trabajo. Había diez examinadores hace cuatro años”, explica Santos.
¿Soluciones?
El perjuicio es muy grande para las autoescuelas. “Somos microempresas que viven casi exclusivamente de la Formación Vial. Tenemos que afrontar las nóminas de los profesores y del personal de los centros, los seguros, los gastos corrientes, la Seguridad Social, hacer frente a nuestras obligaciones fiscales, etc., pero no podemos llevar al examen a todos los aspirantes a conductores que preparamos”, explica el presidente de CNAE. El examen es para ellos un problema que está mermando sus ingresos. “Es como un cuello de botella que merma nuestra productividad y nuestra facturación. Todo ello en un contexto de competitividad feroz”.
Durante el último año no se han podido tomar decisiones en la DGT. Entre otras cosas, por la ausencia de gobierno en España. “Se tienen que nombrar directores, jefes provinciales, etc. No es tan sencillo”, explica Felipe. ¿Quién es la responsable de lo que ocurre? Algunos apuntan a la DGT como responsable de no suplir las bajas que se han ido produciendo en los últimos años. “La única salida aceptable es que se dote al servicio de exámenes de la DGT de personal suficiente. Y si la política del Gobierno le impide un incremento del gasto, debería fijarse en otros países de nuestro entorno”, reclama Báez desde CNAE. “Calculamos que hacen falta por lo menos 270 examinadores más. Tirando por lo bajo”.
“Hay que sentarse a hablar, a dialogar con la DGT. Hay que llegar a acuerdos con ellos”, explica Cogolludo. En la capital, Ricardo Cano, presidente de la Asociación Provincial de Autoescuelas de Madrid (APAM), defiende que hay alternativas con las que echar el freno a la situación. “No tienen capacidad para crear de hoy para mañana nuevos puestos de examinadores. Lo que sí pueden hacer es gestionar lo que haga falta para que los examinadores puedan hacer horas extra”.
Es difícil encontrar soluciones a la situación que se avecina. La crisis ya ha pasado, por lo que la demanda de las autoescuelas ha vuelto a crecer a niveles previos a 2012. Sin embargo, esa cadena de producción en la que el alumno sale con el carné de conducir tras unos meses de estudio y de prácticas se encuentra detenida. Y el verano, cuando aumenta la demanda en las autoescuelas, está cada vez más cerca. “Puede ser ya el límite a esta situación”, explican desde CNAE. ¿Qué se puede hacer? Hay partidarios de todo tipo. “Hay que sentarse con ellos a negociar, hablar lo que haga falta y llegar a acuerdos”, explica Pipe, preocupado. Otros como Santos y su mujer Josefina, tienen menos paciencia. Lo demostrarán el próximo 13 de febrero en Ciudad Real. “La semana que viene iremos todos los profesores con los coches. Tiene solución: crear puestos de trabajo en el ministerio de Interior. Que a la gente le paguen lo que tienen que pagarle. Mientras tanto, la semana que viene iremos de manifestación”.