Hay un lugar que está en boca de todos, o mejor dicho de todas, y que como el mejor de los virus no para de expandirse ni tiene cura que lo frene. Es el Club de Malasmadres, un lugar que cuenta ya con más de 350.000 socias. La clave de su éxito está en los metros cuadrados infinitos de respeto que lo contienen y en haberse convertido en el altavoz de una generación de mujeres —y también de hombres— que quieren conciliar y vivir la maternidad sin el martilleo constante de la culpa ni la perfección.
Laura Baena es su fundadora. ¿Su filosofía? “Somos una comunidad emocional 3.0 de madres con mucho sueño, poco tiempo, alergia a la ñoñería, con ganas de cambiar el mundo o al menos de morir en el intento. Somos madres que no queremos renunciar a nuestra carrera profesional, pero tampoco queremos renunciar a ver crecer a nuestros hijos”.
La aventura de este popular club empezó hace cinco años, cuando Baena, con su primer embarazo, intentó conciliar —sin conseguirlo— y comenzó a hacer de internet su lugar de desahogo. Este viernes 2 de junio celebra la Party 4, una fiesta a la que acudirán 350 malasmadres de toda España —las entradas se agotaron en menos de 48 horas— "para mover las caderas y malamadrear".
Si a estas alturas te preguntas qué es malamadrear, adelantamos que es un verbo que la RAE todavía no recoge y que es sinónimo de descanso y autoestima. "Es buscar ese ratito para ti, para leer ese libro que coge polvo en la mesita de noche, para arreglar esas uñas que parecen de drag queen, para mirar al infinito sin más, para salir con las amigas a arreglar el mundo..." tal y como dice el Facebook de este movimiento.
EL ESPAÑOL ha entrevistado a la jefa del clan, Laura Baena, y a otras 10 mujeres para que nos definan qué es para ellas la maternidad. Este es el resultado:
1. Laura Baena
Fundadora del Club de Malasmadres y creativa publicitaria.
Madre de dos niñas (5 y 2 años).
—Se define como “nacida para luchar y malamadrear”. Rambo a su lado no tiene nada que hacer. ¿Qué va a ser lo próximo?
—¡Lo que el destino nos depare! (ríe). Estoy muy orgullosa de esta comunidad, de demostrar que la coalición de mujeres con un mismo objetivo es capaz de cambiar el mundo. Tenemos que seguir luchando, reivindicando por conseguir un cambio de modelo social de la maternidad, donde la renuncia no sea una solución y donde la conciliación sea un derecho para todos. No nos vale el postureo, se buscan hombres que concilien.
Queda mucho por hacer, lo próximo: conseguir un Plan Nacional de Conciliación, estamos trabajando con partidos políticos e instituciones porque, aunque parezca una utopía, en este tema de la conciliación hay unanimidad. Eso sí, esto no es posible sin el impulso de todas las malasmadres. He tenido la suerte de ser su voz y eso para mí no es más que una gran responsabilidad que tengo que asumir y por la que seguiré peleando como Rambo hasta el fin de los días (ríe de nuevo).
—¿Cuántas veces se le olvida a una madre que tiene que desconectar?
—Demasiadas veces. Y cuando decides desconectar por fin, el mundo se pone en tu contra, ocurre 'el imprevisto' y tienes que abortar el plan. O lo que es peor, desconectas con un sabor agridulce por la dichosa culpa que arrastramos. Una culpa generada por la presión social, por los prejuicios de una sociedad patriarcal, que parece que todavía quiere a la madre abnegada, que renuncia a su vida.
No olvidemos nunca que si nosotras no somos felices, ellos, nuestros buenoshijos, tampoco lo serán. Así que yo me lo recuerdo como un mantra cada día y si no ahí está el buenpadre o la buenaabuela acechando con su: "¡Tienes que cuidarte! ¡Si no te cuidas tú, nadie te va a cuidar!”. ¡Qué gran verdad
—¿El gintonic de la Party para una malamadre es lo que el biberón a un bebé?
El gintonic es la bebida oficial del Club de Malasmadres porque lo bebes para olvidar y para conservarte como la reina madre y así se incluye en nuestra Biblia de las Malasmadres o, lo que es lo mismo, el libro manifiesto que escribí con Lunwerg Soy buena/malamadre. Por supuesto, es una metáfora, como tantas otras que hacemos, un símbolo de que hay que malamadrear, salir con amigas, compartir otros momentos vitales tan importantes antes de ser madres y tan necesarios también ahora. Seguramente esos gintonics de la Party los vamos a recibir con tanta emoción como lo hace mi querida buenahija cuando de madrugada grita bibi y su madre aparece con él en la mano.
—Si tuvieras que definirte con un antes como mujer y un después como madre ¿Cómo lo harías?
—Antes de ser madre me consideraba insatisfecha por naturaleza. Siempre he sido demasiado exigente y autocrítica conmigo misma. Es muy difícil convivir con esas fortalezas o debilidades, según se mire, de una misma. No te imaginas lo que ha supuesto para mí la maternidad y con ella este Club de Malasmadres. Me ha hecho más paciente; nunca imaginé la paciencia infinita que he desarrollado gracias a mis buenashijas y sus rabietas. Me ha hecho más feliz y esto es así para mí, y no para todas tiene que serlo, pero no por el hecho en sí solo de ser madre y descubrir ese amor incondicional que todo lo compensa, sino porque me ha ayudado a ser menos exigente, a quererme como soy, a no esperar tanto de mí ni de los demás. Me ha hecho mejor persona; creo firmemente en ello. Porque me ha ayudado a preocuparme más por los demás, a poner mis energías en una lucha social.
2. Rebeca de Torres
Periodista y bloguera.
Madre de dos niñas (5 y 7 años).
Rebeca de Torres vive a caballo entre Torrijos (Toledo) y el mundo 2.0 de su blog La cocina de Rebeca, donde da recetas que quitan el hipo y de paso el hambre. Cual cocinera, tenía muy claro los ingredientes de la maternidad hasta que le llegó su momento. “Todas somos madres ideales antes de serlo, pero luego empezamos a descubrir la realidad de la maternidad y lo mejor que nos puede pasar es relativizar nuestras meteduras de pata y tomárnoslo con humor”, dice. "Una vez que asumes la situación, descubres que no estás sola: hay muchísimas malasmadres".
“Por esos ratos que el blog roba a mi familia, tengo que darles las gracias; en especial a mi marido, que a veces tiene que esperar con impaciencia hasta que hago las fotos a algún plato, mientras se le hace la boca agua; y a mis hijas, que prueban mis experimentos, se prestan para algunas fotos y hasta se convierten en ayudantes de fotografía”, recalca.
Además, reconoce que ser malamadre la ha hecho ser más solidaria. “Entre todas luchamos para que la sociedad nos deje conciliar nuestras vidas laboral, familiar y personal; y para que en casa haya corresponsabilidad”. Para ella, maternidad significa intensidad. "Con los hijos pasas del amor a la desesperación en cuestión de segundos. Lo que es una tranquila tarde de parque puede acabar en la rabieta del siglo cuando dices: '¡Nos tenemos que ir a casa!'".
3. Alejandra Melus Matarredona
Diplomada en Educación Especial.
Madre de dos niños (niño de 10 meses y niña de 3 años y medio).
Para esta experta, cuyo lema es “ver la infancia a través de los ojos de los niños”, ser malamadre está unido al hecho de ser mujer: "Es una condición que viene dada en el ADN".
Tanto en sus sesiones como en su blog reclama la necesidad de jugar como condición de una infancia en mayúsculas. “Sin juego no hay ilusión. Sin ilusión no hay aprendizaje. El juego es el motor del niño”, dice. Una diversión que también reclama para sí misma como malamadre. “Es genial salir a malamadrear, con la conciencia tranquila y, además, no tengo que ocultar que me gusta ser mujer, profesional y persona, además de madre. Me permite vivir feliz y orgullosa de ser tal y como soy”, reconoce.
Para ella, los hijos son como los vasos de agua. A veces se ven medio llenos y otras medio vacíos. “En ocasiones, te los comerías, literalmente, cuando no duermes, gritan o te la lían en el supermercado, luego te miran con esa carita y esos ojitos y te dicen "¡mamá, te quiero!" o te sacan una sonrisa después de un día de esos que no puedes más, y se te olvidan todos los momentos difíciles”, añade.
4. Raquel López
Licenciada en Ciencias de la Actividad Física.
Madre de un niño (2 años).
Esta franquiciada y entrenadora de MAMIfit reconoce que “en el mismo momento que nace un buenhijo, nace una malamadre. Cada día se comete un nuevo error y se aprende algo nuevo, eso hace que crezcamos como personas y familia”. Por esa misma razón no se arrepiente ni un poquito de vivir la maternidad según su norma y no la que dicta la sociedad. “Soy feliz de ser lo que soy y de ser como soy. Es un aprendizaje diario y una satisfacción continua”.
Es más, Raquel resume la etapa de la maternidad en cuatro palabras: “Puro amor y pura vida”, añade. "En mi caso, Noah tiene una preciosa sonrisa con la que consigue absolutamente todo".
Y es que aunque puede sonar a tópico para ella su vida tiene todo el sentido desde que es madre. “Esto conlleva muchas cosas, conocerse en profundidad, crecer y mejorar como persona, conocer tus límites, sacar tu mejor versión, fuerza... Es cierto que ser malamadre implica cosas duras, pero sin duda está recompensado”, comenta.
5. Sonia López Iglesias
Licenciada en Psicopedagogía, maestra y atleta.
Madre de dos niños (9 y 11 años).
Esta privilegiada de la vida a la que el destino le ha deparado una segunda oportunidad reconoce que su fin no es otro que hacerse “cada día un poco mejor” y que gracias a sentirse malamadre ha encontrado la fórmula mágica para hacer todo mucho más sencillo: “Cuando te estrenas como mamá, para mí sin duda el mejor oficio del mundo, nadie te explica la parte difícil; las noches en vela, las dudas sobre la educación de tus pequeños, los enormes problemas para conseguir una conciliación real… enseguida te das cuenta que te habían contado un cuento chino sobre la maternidad. A ser malamadre se aprende en el momento que te das cuenta que tus hijos no quieren una madre perfecta sino feliz”.
Sonia tiene claro que sentir que otras madres tienen tantas dudas y preguntas como ella le ha servido para que su vida sea mucho más sencilla. "Todo tiene mucho más sentido y lo tomo con mucho sentido del humor".
6. Paula Sánchez-Dopico
Ejecutiva y bloguera
Madre de tres niños (dos niños de 11 y 8 años y una niña de 6).
Paula es “un quiero y no llego”, la antítesis de superwoman. A su currículum realista y humano suma el haberse reconocido malamadre. Algo que le ha dado mucha paz y tranquilidad. “He dejado de ser un bicho raro y de sentirme mal porque otros no compartían mi forma de enfrentarme al mundo".
Y es que según Paula, lo de ser o hacerse malamadre es una mezcla de ambas cosas. “Puede ser que lo seas pero, hasta un determinado momento no te hayas dado cuenta. Una charla, un momento de desesperación, y de pronto ahí está... eres una malamadre que no sabías que eras. Yo creo que la vida es mucho más fácil y se disfruta más cuando descubres que no tienes que ser perfecta, porque nadie lo es. Disfrutemos de nuestras imperfecciones y admitámoslas, es mucho más sencillo todo”.
7. Cristina Villanueva
Periodista y escritora
Madre de dos niñas (3 y 7 años).
Para esta reconocida periodista ser malamadre es algo innato que desvela algo tan importante como saber quién se es de verdad. “Se nace con ello porque es una mezcla de supervivencia que te lleva a un lugar en el que solo tú tienes cabida. Hay que saber quererse para querer a los demás. Ese egoísmo en positivo es el que define a las malasmadres".
En su faceta de madre reconoce que hay algo que se le da tan bien como encontrar titulares. “No me gusta transmitir a mis hijas el perfeccionismo absoluto porque eso produce un estrés angustiante. Ellas tienen que aprender que en la vida se puede y se debe vivir sin la perfección. Esto es un juego de equilibrios y a veces la pelota se cae y no pasa nada. A ellas les transmito que hay que ser feliz pase lo que pase”, comenta.
En cuanto a si la familia lo es todo en la vida, considera que “lo es en la medida en que sacrifico cosas personales o profesionales por y para la familia. Me nutro y me aprovecho de ella porque me llena y me da una alegría, paz y plenitud. Pero esa familia lo es todo no puede convertirse en el todo. Tiene que ser una parte de tu vida, no una prisión para la mujer o la madre”, concluye.
8. Alicia Senovilla
Periodista, presentadora e influencer.
Madre de dos niños (niño de 10 años y niña de 14).
Todoterreno hasta la médula, esta conocida presentadora de televisión que ahora anda por Castilla La Mancha TV y haciendo de maestra de ceremonias en todo tipo de eventos, alimenta cada uno de sus días siendo malamadre. “Me hice malamadre desde el primer embarazo y lo sigo siendo”, cuenta. La razón por la que está encantada de serlo es tan inmensa como sana: su propia felicidad y la de quienes la rodean. “Ser así, no buscar la perfección, me hace más humana y menos perfecta”.
Eso sí, tiene claro que la familia no puede acabar con los sueños y pasiones de ninguna mujer. “La familia es el centro, el motor, el motivo…pero no el todo. Si lo fuera no habría malasmadres”.
9. Anne Igartiburu
Presentadora de televisión.
Madre de tres niños (un niño de 1 año y dos niñas de 5 y 16 años).
La presentadora estrella de TVE se reconoce malamadre por los cuatro costados. “Es una condición que se hereda, crece y se reproduce”, ríe al decirlo. Para esta licenciada en Marketing Industrial es la fórmula perfecta de quitarse el estrés y la presión en una misma. “Te ayuda a desdramatizar. Es una forma de tocar tierra y recordarnos que no es tan grave lo que pueda pasar”, añade.
Reconoce que sus días de locura en el trabajo y de carreras por todos sus compromisos son más fáciles de llevar ya que cuenta con un buen padre como el de su hijo pequeño que está a su lado y cuida igual que ella de su pequeña gran familia. “Es fundamental que quien esté a tu lado sea un buen padre, un buen compañero que haga piña y equipo contigo".
10. Beatriz Talegón
Abogada y colaboradora en medios de comunicación.
Madre de dos niños (niña de 8 meses y niño de 2 años y medio).
Esta socialista inconformista se describe como malamadre en construcción permanente. “Voy aprendiendo sobre la marcha. Es un aprendizaje basado en el instinto, mucho instinto, en leer, hablar, pensar, probar... combatir el miedo, que no llegue jamás a paralizarme”, cuenta.
A Beatriz la maternidad le ha cambiado la vida. “Me la ha ampliado y redimensionado. Ha desarrollado una serie de sentidos, de capacidades, que hasta ahora yo desconocía. Al final, te conviertes en gestora: de emociones, de tiempo, de economía, de salud, educación... tienes mil factores en cuenta cada vez que tomas una decisión. Y te vas haciendo, vas aprendiendo. Y siempre llegas a la conclusión de que pones lo mejor de ti. No dejas jamás de prestar atención. Es una labor indescriptible de la que aprendes cada día”, añade.
Para esta política sus hijos son lo más maravilloso de su vida. “Estoy contenta de ver que soy capaz de criarlos sanos, alegres, felices. Me siento orgullosa de cada paso que van dando, de un proyecto compartido con su padre. Una labor de equipo. Y en política, concretamente, la maternidad me resulta un hecho fundamental: te da una perspectiva muy necesaria para poder entender las necesidades sociales. La interconexión de todo lo importante. Echo de menos muchísimas madres en política. Así, estoy convencida, cambiaría el mundo”.