Un monstruo llamado Bayona
El director se ha convertido en el centro de las críticas de los puristas del cine, pero con su última película demuestra que juega en otra liga. Y eso en España no gusta.
21 septiembre, 2016 12:12Noticias relacionadas
En España somos muy cainitas. Suena a tópico manido, pero es cierto. En cuanto alguien triunfa y empieza a ser reconocido por todos surge una masa que intenta destrozarle.
Después del pase de prensa de Un monstruo viene a verme, la nueva película de Juan Antonio Bayona, parece que el director español es el nuevo centro de las iras de los cinéfilos más sesudos. Le acusan de manipulador y de pornografía sentimental, algo que ya ocurrió con Lo imposible. Da igual que este joven haya conseguido llevar el cine español un paso superior en lo que a niveles de producción y ambiciones comerciales se refiere. No importa que el propio Steven Spielberg haya caído a sus pies y le hayan fichado para Jurassic World 2 (siendo el primer español en dirigir una superproducción de Hollywood). También parece que se olvidan de que, a pesar de ello, es una de las personas que lucha por la industria. Su rechazo a saludar al ministro Wert cuando recibió el Premio Nacional de Cinematografía lo certifica.
El director español es el nuevo centro de las iras de los cinéfilos más sesudos. Le acusan de manipulador y de pornografía sentimental, da igual que sea el primer español en dirigir una superproducción de Hollywood
Por supuesto que esto no son motivos para defender sus obras, pero parece que las últimas críticas recibidas se centran más en su figura que sus propias películas. Con Un monstruo viene a verme Bayona cierra lo que muchos han llamado su ‘trilogía de la maternidad’ que comenzó con El orfanato y cierra ahora con esta adaptación de la novela de Patrick Ness. Un cuento donde la fantasía se mezcla con el drama desgarrado: un niño debe afrontar la pérdida de su madre y recurrirá a la imaginación para ello. Bayona nunca se ha escondido, él hace un cine de sentimientos. Donde otros apelan al estómago, él lo hace al corazón. Quizás eso es lo que le ha llevado a su unión con Spielberg.
Bayona nunca se ha escondido, él hace un cine de sentimientos. Donde otros apelan al estómago, él lo hace al corazón
Lo que el realizador de Lo imposible demuestra con su nueva película, antes del salto a Hollywood, es que es un director que juega en otra liga. Su dominio de la puesta en escena, su capacidad de trenzar una historia complicada que alterna animación con acción real y su don para manipularnos lo convierten en esa raza extraña que encantará al gran público sin renunciar a sus rasgos autorales. Y sí, Juan Antonio Bayona manipula, pero lo hace con gusto, con talento. Añade capas a un relato que en su original literario era más simple, y hasta se saca de la manga una escena final que es todo un brindis a la importancia de contar historias y de los legados materno-filiales.
La historia de este niño al que un monstruo visita cada noche como camino al duelo y a la aceptación era material inflamable. Madre con cáncer, niño que sufre bullying en el colegio, una abuela autoritaria… Bayona parecía retar a sus detractores eligiendo este proyecto como nueva película. Las críticas más duras recibidas por Lo imposible fueron, precisamente, por sentimentaloide y por forzar la lágrima. Aquí parece consciente de ello, y durante hora y media realiza un acto de contención. Podría haber sido una sucesión de charlas profundas, de lloros incesantes y de muestras de cómo la enfermedad consume al personaje de Felicity Jones. Pero, Bayona opta por la fantasía gótica y el escape imaginativo. A pesar de lo repetitivo de la narración y de la simpleza de las historias que cuenta el monstruo uno queda embobado por la capacidad del español de enlazar cada parte con una facilidad pasmosa -ayudado por el asombroso diseño de producción de Eugenio Caballero y la fotografía de Oscar Faura-.
Bayona opta por la la fantasía gótica y el escape imaginativo, en lugar de charlas profundas, lloros incesantes y mostrar cómo la enfermedad consume a los personajes
Es en la última media hora cuando el realizador español se desata. Da rienda suelta a la emoción, y lo hace arrasando. Son treinta minutos demoledores, donde también los sueños ayudan al niño a expiar su culpa. Sí, es arrebatador y emotivo, como no podía ser de otra forma y más con una bestia como es el descubrimiento del joven Lewis Macdougall.
No todo es perfecto en la película. La música de Fernando Velázquez, hermosa y emotiva, está demasiado empeñada en subrayar emociones que ya se transmiten con la propia imagen. Rebajar el tono de sus bandas sonoras ayudaría a que la sensación de manipulación sea menor. Tampoco está bien definida la trama del bullying, que no enriquece en exceso la trama y la estructura peca de repetitiva, pero aun así es una de las mejores películas españolas del año y un salto cualitativo (y cuantitativo) para el cine español.
El monstruo se llama Bayona, y aunque Hollywood quiera robárnosolo él ya ha asegurado que después de los dinosaurios volverá a rodar en España. Ni siquiera los cainitas conseguirán hundirle.