Roger Gual: "A Netflix le beneficia exportar el talento español a todo el mundo"
El director presenta '7 años', la primera película española estrenada en Netflix: cuatro amigos corruptos deben elegir a un cabeza de turco para que vaya a la cárcel y los exima a todos.
27 octubre, 2016 20:54Noticias relacionadas
Nadie se conoce a sí mismo hasta que se ve sometido a una situación anómala, tensa o enrarecida: si la vida nos aprieta un poco el cuello, se nos olvidan las cortesías, las bondades de las relaciones amistosas, la imagen de civismo que vamos puliendo día a día. Se ve en El ángel exterminador, de Luis Buñuel. Qué fácil perdemos la compostura y mutamos a animales. Ahora vuelve a reflejarlo 7 años, del Premio Goya Roger Gual (Barcelona, 1973) -y escrita por José Cabeza y Julia Fontana-, la primera película española estrenada en Netflix. El planteamiento es este: a cuatro amigos, que fundaron a partes iguales una empresa exitosa, les han pillado desviando dinero a un paraíso fiscal. Sólo hay dos puertas de salida: o uno de ellos ejerce de cabeza de turco y acepta una condena de siete años eximiendo a todos los demás, o los cuatro van a prisión.
Ahí están Paco León, Juan Pablo Raba, Alex Brendemühl y Juana Acosta; disponibles en acción para suscriptores el viernes 28 de octubre a las 00.01 horas. La película consigue crear un clima en el que la corrupción -que inicia todo el desbarajuste- deja de resultar llamativa y la preocupación del espectador se centra en los conflictos de lealtades entre los amigos. En los reproches. En los pánicos. La trampa legal se asume. Ah, como en este país. ¿Será que todos vivimos con un defraudador dentro, aunque a veces pueda pasarse toda la vida dormido?
La película consigue crear un clima en el que la corrupción deja de resultar llamativa y la preocupación del espectador se centra en los conflictos de lealtades entre los amigos
"Yo espero que no", ríe Gual. "Pero está claro que visto lo visto y abriendo los periódicos, da la sensación de que nos podría pasar a todos. Lo interesante es que, viendo la película, el espectador se vaya planteándose si sus valores éticos o su código moral está configurado de una u otra forma". El director vuelve a reír y confiesa no tener "ninguna cuenta en Suiza", pero es consciente de que la sensación general es "que todo el mundo roba" o "que todo el mundo robaría si pudiera".
Sistema corrupto
No es sólo que haya corrupción moral. Es que existe "un sistema superior, a nivel internacional" que permite las tropelías. No obstante, lo que a Gual le interesa es indagar "en nuestras contradicciones". El filme sólo se desarrolla en un escenario, porque el director pone el foco en la degradación progresiva de cada personaje, o, más bien, en cómo cada socio va enseñando sus verdaderas cartas conforme se acerca el momento de elegir a la víctima.
Recuerda a ese caso práctico filosófico en el que unos escaladores quedan atrapados en una cueva por un derrumbamiento y, ante la imposibilidad de salir, sugieren echarlo a suertes y comerse, como caníbales, al que pierda, con tal de sobrevivir: aquí el pacto humano. También Carlos, Vero, Luis y Marsel barajan la forma menos dolorosa de sacrificar a uno de ellos. ¿Qué es más justo? ¿Dejarlo al azar, votarlo? ¿Qué méritos deben haber acumulado los tres que queden en libertad? ¿Lo importante es la valía como ciudadanos, como hijos, como amigos, como pareja? Apenas sabemos en qué punto dejamos de ser buenos para ser malos: tal vez al no visitar a nuestro padre con Alzheimer, tal vez al cometer infidelidades reincidentes, tal vez al fallar a quienes confiaron en nosotros.
¿Qué es más justo? ¿Dejarlo al azar, votarlo? ¿Qué méritos deben haber acumulado los tres que queden en libertad? ¿Lo importante es la valía como ciudadanos, como hijos, como amigos, como pareja?
Roger Gual dice que no le recomendaría al espectador parecerse a ningún personaje. "Como director, intento entenderlos y quererlos para conseguir que se empatice con ellos, pero lo cierto es que no hay ninguno totalmente malo ni totalmente bueno: todos tienen grises". Cuenta, divertido, que hay diferentes tipos de cabrón. "Luis es el cabrón oculto, Marsel es el cabrón fino y elegante, Carlos es el cabrón que va de frente, y Vero es la cabrona fría que te la mete sólo cuando sabe que te la puede meter", reflexiona. "Cada uno tiene su manera de enfocar el problema y su manera de protegerse a sí mismo".
Lente femenina
El papel de Vero (Juana Acosta) resulta especialmente interesante porque, en su rol de "superwoman" -como la llama Gual- encarna todas las pequeñas furias, las pequeñas frustraciones y, en contraposición, los enormes obstáculos a los que se enfrenta la mujer en el mundo laboral y en sus relaciones. "Ella ha hecho sacrificios en su vida personal para estar ahí, para entrar en ese círculo directivo. Pasa mucho hoy en día: sigue habiendo pocas mujeres en puestos directivos. Vero representa esa exigencia de que, para que la mujer sea exitosa, tiene que cumplir ciertos requisitos...".
¿Y en cuanto a Netflix? ¿Cree que debería estar obligado a producir un 5% de sus ingresos como hace Telecinco y Antena3? "Bueno, creo que si siguen así van a superar ese 5%. Llevan un año aquí y están haciendo varias producciones que me consten... no sé qué porcentaje van a hacer, pero lo importante es que han sido lo suficientemente listos para entrar en un mercado como España y producir con talento local y con gente de aquí. Porque les puede beneficiar, porque podemos exportar nuestro trabajo a todo el mundo", sostiene. "Se trata de eso: de actuar en pequeño pero pensar en grande".