Consejos para crear al nuevo Albert Rivera
Daniel Hendler ofrece en 'El candidato' una sátira política sobre un líder de centro muy parecido al líder de Ciudadanos que busca crear una imagen para un nuevo partido.
22 marzo, 2017 01:57Noticias relacionadas
La nueva política ha llegado para quedarse. En un sistema envejecido y cansado de los tejemanejes de los dos principales partidos era necesaria la irrupción de nuevas figuras que reconfiguraran el espacio ideológico español. Tanto Ciudadanos como Podemos han buscado en los dos lugares que habían desaparecido del espectro. El centro como sitio donde todos convergen, y la izquierda real olvidada por un PSOE cada vez menos socialista. Los dos últimos años será recordados cómo aquellos en los que la política española cambió para siempre. No es el único sitio donde esto ha ocurrido, y echando un vistazo a El candidato, película presentada a concurso en el Festival de Málaga, uno se plantea hasta qué punto no es todo una calculada estrategia de marketing similar en todos los países del mundo.
El filme de Daniel Hendler -al que habíamos perdido la pista a pesar de obras tan apreciables como El abrazo partido- compite por la Biznaga de Oro con una sátira política que seguro suena a muchos de los espectadores del certamen. Una reunión de un equipo intenta dilucidar qué sonido identifica mejor a su partido. Escuchan una biblioteca de audios muy amplia centrándose en graznidos de pájaros y ven también su figura, al final se quedan con una que se parece mucho a la gaviota, perdón, al charrán del PP. Está claro que son el equipo creativo y de imagen de un partido político. También quieren asociar el grupo a un árbol, algo moderno, que les vincule con la naturaleza, y ahí aparece el nombre de dicho partido, Neo.
Paren un momento. Eso no tiene nada de moderno y novedoso, suena a vetusto. Y es que El candidato juega con estas confusiones para reírse de la política. Realmente ese Neo cuya creación cuenta el filme es un partido reciente, que quiere desvincularse de las políticas actuales de argentina. Para ello quieren crear una imagen moderna y fresca, pero tampoco demasiado. Para ello el equipo creativo se retira a una casa en el campo donde comienza una lluvia de ideas que hará que ese candidato tenga bastantes coincidencias con Albert Rivera. Hendler acaba creando un manual de cómo parir a un líder aunque ni siquiera tengas claro el mensaje que quieres comunicar.
El primer parecido que sorprende es el aspecto de ese candidato. Repeinado, siempre con camisa -con un par de botones abiertos estratégicamente- y metida por dentro. Con vaqueros. Arreglado pero informal. Ni hablar de camisetas. Sólo se deja ver con algo más de sport si sale a correr. De hecho se bromea varias veces con el buen aspecto físico de este candidato cuyo atractivo es utilizado en los spots comerciales para cautivar a las señoras. La imagen, joven y guapa, vende. El segundo está en el color elegido para el nuevo partido, Neo. Sorpresa, sorpresa… Naranja. ¿Les va sonando familiar?
Donde El candidato empieza a tender lazos con el partido de Albert Rivera es cuando entra a definir su ideología. Lo hacen tras una conversación delirante en la que se han dado cuenta que han elegido el color, un pájaro, el logo, un sonido y hasta rodado un anuncio promocional sin saber qué quieren defender. Sólo tienen claro que no son como los otros, pero en esa reunión no hay ningún ideólogo, ningún político. Así que cuando el pobre diseñador gráfico les pregunta para saber por dónde tirar sus propuestas todos balbucean sin saber qué decir. La primera reacción es clara: “somos de centro”. Y aclaran lo que actualmente significa eso, no tener una idea completamente definida pero moverse a la izquierda o a la derecha según convenga para rascar votos. La política vuelve a colarse en la Sección Oficial de Málaga después del retrato a la corrupción ofrecido por Víctor García-León en Selfie.
Para este nuevo candidato interpretado por Diego de Paula hay una cosa fundamental, que el pueblo no le identifique con las grandes empresas a las que ha estado vinculado antes de su vena política, pero que ellas tampoco se sientan traicionadas para que apoyen su candidatura. Un difícil equilibrio que se rompe cuando tiene que buscar una madrina política en forma de estirada ricachona.
Todo ello envuelto en la campechanía. Porque a nadie le gustan los ampulosos congresos, las salas de reuniones. Mejor ir al campo, hacer una barbacoa, dormir todos juntos para que las ideas surjan y que el pueblo se entere de cuáles son las formas de una nueva política capaz de crearse en 48 horas en una casa rural. Eso hasta que se desata la tragedia y Hendler demuestra que el centro no es tan manso como lo pintan.