Vasco, negro y gay: la comedia española que rompe los tópicos
En 'Señor, dame paciencia', el cine español recurre de nuevo al humor costumbrista para arrasar en taquilla.
14 junio, 2017 03:56Noticias relacionadas
El cine no se lo piensa a la hora de representar a un vasco: alguien con cara de pocos amigos, rasgos marcados, acento fuerte y malas formas. Piensen en Vaya Semanita, o en el Karra Elejalde de Ocho apellidos vascos. Son la encarnación física de los tópicos del lugar. Da lo mismo que sea una comedia, un drama o un thriller, los vascos son así, parecen decirnos nuestras películas. Hasta ahora. De repente llega otra comedia que quiere reírse de las tradiciones y de ese humor costumbrista y presenta a un personaje euskaldun que no es cómo los demas, ni siquiera parecido.
Se trata de Eneko, uno de los protagonistas de Señor, dame paciencia, la nueva comedia de Atresmedia con ganas de arrasar en taquilla y dirigida por Álvaro Díaz Lorenzo. Un joven que no llega a los 30 años y que a pesar de haber nacido en Bilbao es negro. También es gay. El clásico del hombre rudo del norte echado abajo en un gag que centra los mejores momentos del filme. Hijo de senegaleses, pero tan vasco como el que más, Eneko tendrá la difícil de misión de ganarse a su suegro, un Jordi Sánchez -el popular Antonio Recio de La que se avecina- madridista, racista y homófobo.
Al personaje más rompedor del filme da vida Boré Buika, hermano de la cantante Concha Buika, y que ya vivió el éxito con su anterior película, Villaviciosa de al lado, la comedia de Nacho G. Velilla que reventó las previsiones y superó los 10 millones de euros el año pasado. Dos taquillazos que se aprovechan de una máxima: la gente quiere reír. Desde hace cinco años el público ha demostrado una gran fidelidad al humor cañí español. Ambas siguen explotando el filón del humor costumbrista. Nuestro cine se ríe de nosotros y de nuestras tópicazos. En Villaviciosa era la gente del pueblo, y aquí el motivo de mofa son los prejuicios de un ultraconservador. Al personaje de Sánchez le toca lidiar con sus peores temores: un hijo gay, un novio negro, otro de podemos y otro catalán e independentista. Al final, cómo no, todo se torna en humor bienintencionado que hace que la gente se olvide de las diferencias políticas.
Con 'Ocho apellidos' empezó todo
El origen del fenómeno del humor de tópicos y costumbrista en el cine español lo marca la irrupción de Ocho apellidos vascos en 2014. Aquella peliculita en la que nadie confiaba y que se convirtió en un terremoto que arrasó con todo. 9,3 millones de espectadores y una recaudación de más de 55 millones de euros fueron el resultado. Todo el mundo quería verla y reírse de nosotros, de nuestro patetismo y hasta de nuestras tradiciones.
Sólo un año después llegaba Perdiendo el norte, también de Nacho G. Velilla. Ahora el centro no eran las diferencias entre regiones, pero sí que había algo de catártico en ella. Esta vez era la crisis de la que había que reírse. Desengrasar la tragedia de los miles de jóvenes que tuvieron que huir por falta de oportunidades. De sus experiencias surgió una especie de remake de Vente para Alemania Pepe que confirmó que el humor pegado a la actualidad y a nuestra identidad era perfecto para la taquilla. Ocho apellidos catalanes lo volvió a demostrar, y Cuerpo de élite (2016) también aprovechó ese humor regional en una especie de Equipo A cañí con un miembro de cada comunidad autónoma.
En Europa lo vieron antes
En España vimos el chollo tarde. Reírse de sí mismos y aprovechar las diferencias culturales entre regiones es algo que en Francia vieron claro en 2008. Bienvenidos al norte, de Dany Boon jugaba con las diferencias entre el norte y el sur del país vecino. Un cartero era destinado al Norte-Paso de Calais y allí se encontraba con compatriotas que tenían unas costumbres diferentes y hasta hablaban distinto a él.
Como ocurriría seis años después en España, la comedia se convirtió en un fenómeno desproporcionado que le llevó a recaudar más de 100 millones de euros sólo en su país. Aquí también se estrenó, y aunque no entendíamos ni la mitad de chistes costumbristas, superó el medio millón de espectadores en salas. Italia tardó poco en hacer un remake adaptado a sus tópicos, y poco a poco todos se fueron apuntando a una moda que ahora vuelve con un pequeño giro. Los vascos quieren volver a triunfar, aunque ahora en vez de ocho apellidos sean negros y homosexuales.