Whitney Houston, VHS y porno: así llegó el capitalismo a Polonia
'Estados Unidos del Amor' muestra los primeros pasos del capitalismo en Polonia. Un filme protagonizado por mujeres en una sociedad de cambio.
6 julio, 2017 02:02Tomasz Wasilewski tenía nueve años cuando comió un plátano por primera vez, también cuando vio la televisión por primera vez. Era 1989 en la ciudad de Torun, en Polonia, y el comunismo acababa de caer. El capitalismo daba sus primeros pasos, y todavía no había devorado todo a su paso. La sociedad salía a la calle para rendirse a los placeres del nuevo sistema y conseguir todo lo que se les había negado durante décadas.
Esos recuerdos no se fueron de la mente de Wasilewski, sino que crecieron y maceraron hasta desbordarse en forma de guion cinematográfico en Estados Unidos del Amor, su tercer filme como director -que ganó el premio al Mejor Guion en el pasado Festival de Berlín-, un retrato frío y quirúrgico de la llegada del capitalismo y cómo cambió la forma de vida e incluso la manera de relacionarse de las familias.
Aerobic por primera vez
Con una fotografía gélida, desteñida, casi de película postapocalíptica, el realizador de 36 años cuenta la historia de tres mujeres que tras vivir años reprimidas y metidas en casa empiezan a ver la luz, aunque no siempre se atrevan a salir a ella. En los primeros compases de su película, Wasilewski resume a la perfección ese mundo nuevo al que se asoman las protagonistas. Un mundo en el que por primera vez pueden ir a clases de aerobic, escuchar canciones de Whitney Houston, ver películas en VHS y hasta disfrutar del porno, con el que auguran que habrá un buen negocio en la tienda del barrio.
Recuerdos que el director vivió con menos de diez años, pero que no ha querido contrastar con nadie. Esta es su visión de lo que pasó, del mundo que conoció. “No, no investigué, me acuerdo de esos días tan bien... Me acuerdo de la primera vez que fui a la tienda y pude comprar bollitos, me acuerdo mucho de cuando tuve por primera vez un chicle como regalo de navidad, cuando comí mi primer plátano, las colas para comprar una tele, y cuando cogimos la primera, que fue el mismo día que tuve un hámster, fueron cosas que antes no habíamos vivido, eran un gran cambio", cuenta el director a EL ESPAÑOL.
"Mira, en 1993 viajé a Nueva York para ver a mi padre porque tuvo que emigrar, y no me importaba el avión, lo que me llamaba la atención es que podía beber zumo de naranja gratis en el avión, eran cosas diferentes. Mi generación recuerda esto”, lanza.
Con menos de 40 años ya ha dirigido tres películas, todas con personajes femeninos fuertes en mundo que se cae a trozos
Aunque su intención no fue crear una película política, sino sobre esas mujeres forzadas a elegir y llevadas al límite, tenía claro que la acción tenía que desarrollarse en un momento tan concreto. Primero por su necesidad de exorcizar sus recuerdos, pero también la memoria de sus padres. “Cuando escribí el guion empecé a pensar en la vida de mis padres cuando tenían mi edad, y tenían más o menos esta cuando colapsó el comunismo, así que empecé a recordar lo que pasó en nuestro mundo y cómo cambió todo. Cómo tuvieron que tomar elecciones porque la sociedad en la que vivían antes era completamente distinta. También noté que he madurado, y que a menudo no decimos las cosas más importantes a la gente que nos rodea, y eso quería ponerlo en mis heroínas, ellas están juntas, pero también se echan de menos”, añade.
Ese mundo cambió tanto, que hasta las relaciones personales se vieron afectadas. La gente ya no se relacionaba igual. No se trataba igual e incluso no se tocaba de la misma forma. “Creo que las emociones son universales, pero que el comportamiento y sus relaciones con la gente cambió. Mi personaje ahora iría a terapia, y es normal, pero entonces la consideraban una loca, la sociedad. La sociedad occidental cambió nuestra sociedad polaca con el capitalismo, pero el amor, el deseo y todas las emociones universales se mantienen esté el sistema que esté”, zanja.
Un comunismo “terrible”
A pesar de que él habla de esa llegada del capitalismo con una sonrisa en la cara, sus personajes no lo viven de la misma forma. Tienen un mundo material en sus manos, pero en lo sentimental no encajaban antes y no se adaptan ahora. Tomasz Wasilewski lo justifica como una elección personal, no realista en una película que “no es sobre el tiempo y que no es un retrato de la sociedad como tal, sino que es mi visión del mundo”. “Siempre puedes encontrar personajes que, si no son infelices, sí que tienen que lidiar con situaciones que les llevan al límite y que están a punto de caer por el abismo”, apunta.
Me acuerdo de la primera vez que fui a la tienda y pude comprar bollitos, me acuerdo mucho de cuando tuve por primera vez un chicle como regalo de navidad
Casi 30 años después y con el capitalismo arrasando con todo, con la extrema derecha subiendo en las encuestas y los populismos en pleno auge, el director tiene claro que aquel cambio fue para mejor, y que no quiere retroceder ni para coger impulso. Por ello le angustia la situación de nuestro continente.
“Estoy muy preocupado por la situación en Europa y concretamente la nuestra, la de los polacos. Nosotros hemos vivido bajo el comunismo, bajo el yugo de Rusia durante tantos años y fue terrible. No había nada. La sociedad se paró durante años, y entonces descubrimos la Unión Europea y se abrieron las fronteras", recuerda.
"En ese momento vi una nueva generación de polacos, y eran libres. Ahora veo a gente que quiere cargarse todo lo construido y que quiere separar a la gente. No me gusta, no lo apoyo y me asusta, porque creo que nuestro poder es una Europa común. Nuestras sociedades son diferentes, pero debemos estar juntos”, zanja este niño prodigio del cine europeo que con menos de 40 años ya ha dirigido tres películas, todas con personajes femeninos fuertes en mundo que se cae a trozos.