Los nuevos Romeo y Julieta son indígenas y adoran a un volcán
- Bentley Dean y Martin Butler nos traen una historia de amor prohibido entre dos jóvenes de la tribu Yakel. El escenario paradisíaco y la interpretación de los indígenas atrapan en una película sobre la sociedad tribal.
Un anciano barre el suelo con la rama de un árbol, mueve las hojas que cubren la tierra mientras canta: “Desde el inicio de los tiempos los jefes han concertado los matrimonios a lo largo de los caminos de Kastom pero dos amantes escogieron un sendero distinto”. De fondo, una casa en lo alto del árbol, el bosque de la isla Tanna y la luz del sol entre la arboleda. Así se presenta Tanna la nueva película de Bentley Dean y Martin Butler que se estrenará este viernes 28 de julio.
La tribu Yakel vive en un poblado de la isla -a 30 minutos de la capital-, aislados de forma voluntaria de la sociedad moderna y privados de los bienes materiales. La vida urbana nunca llegó a esta región de Vanuatu, la cultura tribal se mantiene con rituales y costumbres ancestrales como centro de su dinámica social.
En un paisaje casi virgen, en el corazón del paraíso de la Melanesia se desarrolla la historia de dos amantes -Wawa (Marie Wawa) y Dain (Mungau Dain)- de la tribu Yakel condenados por sus familias a no estar juntos. Es un regalo para la vista que narra la aventura del amor prohibido en el interior de la jungla, los tabúes tribales y las creencias espirituales que se mantienen en un pueblo nada alejado de la sociedad actual. Una historia real basada en un hecho que ocurrió en 1987 y cambió las tradiciones ancestrales de las tribus de Tanna.
Sin actores
Los actores no habían visto nunca una película, ninguno sabía qué era una sala de cine, una promoción o un trailer. Los indígenas encarnan a los personajes -creados para ellos- que protagonizan la película. Y por esto la película conquista al espectador, la naturalidad y la esencia de los autóctonos se transmite en cada diálogo -grabados nauvahl, su idioma natal-. “La película no hubiese funcionado con actores profesionales, el éxito de la película se basa en una representación completamente auténtica de la vida en la tribu, y no había mejor manera de lograr eso que hacerlo con los miembros de la comunidad”, afirman los directores en una entrevista a EL ESPAÑOL.
La vida urbana nunca llegó a esta región de Vanuatu, la cultura tribal se mantiene con rituales y costumbres ancestrales como centro de su dinámica social
Para conocer la vida en Yakel, Bentley Dean y Martin Butler crearon papeles a medida para cada personaje, la mayoría interpreta el mismo rol que tiene en la vida real. Los indígenas no actúan -no saben qué es la interpretación- sólo viven delante de la cámara, con tremenda naturalidad, tanta que convierten la película en una experiencia emocional.
La pequeña Selin (Marceline Rofit) es una narradora inquieta. Como si fuera un juego, la pequeña recorrerá la historia de la tribu para enseñársela al espectador, entre juegos y carcajadas la menor de la familia se convierte en ese personaje que hace conectar con el film.
La música como hilo conductor
La canción inicial presenta el argumento, es el centro de la película y la prueba de que la muerte de dos amantes acabó con el matrimonio concertado en la tribu. La fuerza de la música se nota a lo largo del documental, acompaña al reparto y es el accesorio perfecto para una fotografía que atrapa desde el primer minuto.
“Desde el primer día en Yakel recibimos un aluvión de canciones y bailes -de bienvenida, en las ceremonias, para resolver conflictos y celebraciones-, cualquier excusa para bailar, aplaudir y cantar es válida en la tribu”, afirman Butler y Dean. La película refleja la fuerza que tiene la música en la tribu, los directores han sabido utilizarla como un instrumento de la trama, “con el tiempo aprendimos el significado de las canciones, cómo se usaban para fortalecer las relaciones y reconocer los cambios políticos y culturales”, continúan.
La canción de los amantes es real, no se ha creado para la película. Se ha cantado durante treinta años y refleja la historia de los dos jóvenes que se suicidaron porque no podían estar juntos. “Cuando la oímos nos pareció tan poderosa y conmovedora que decidimos basarnos en ella”, cuentan los directores.
El volcán
El paisaje que aparece en el film funciona por sí mismo, sin necesidad de ningún complemento, es el culpable del triunfo y de la belleza de la historia. El volcán de Yasur es sagrado para ellos y guía a los indígenas en sus decisiones sociales y espirituales.
La canción de los amantes es real, no se ha creado para la película. Se ha cantado durante treinta años y refleja la historia de los dos jóvenes que se suicidaron porque no podían estar juntos
Es un elemento más de la naturaleza pero que para ellos funciona como una conexión mística y emocional. Se trata de uno de los volcanes más activos y accesibles del mundo, “para ellos es la madre espiritual a quien consultan las decisiones importantes y tiene el poder de la vida y la muerte en la tribu”. El volcán es el centro de la tribu y organización social.