Nueva vida a los 50: orgasmos, menopausia y nietos
La cineasta francesa Blandine Lenoir viene a demostrar que hay vida para la comedia romántica una vez cumplidos los 50. Y también sexo, claro.
28 julio, 2017 03:33A Aurora le enfada que las madres abracen a las crías al grito de "¡Ya eres una mujer!" la primera vez que les viene la regla. "¿De dónde sale esa tontería? Y ahora, sin regla, ¿qué soy?", se pregunta. Acaba de cumplir cincuenta y sus óvulos han dicho "hasta aquí". Duerme desnuda y se despierta en mitad de la noche con sofocos. Pasea por la casa liada en la sábana, se abanica con pasión y se encuentra al novio de su hija en gayumbos por ahí.
Las cosas están cambiando, dentro y fuera de la carne. Ella es guapa y no lo intenta -aunque no para de sentirse consciente de su edad-: lleva en el gesto la empatía de una madre, la coña de una amiga, la graciosa seducción de la amante. Es fácil creerse a Aurora (Agnés Jaoui en 50 primaveras, dirigida por la cineasta francesa Blandine Lenoir) porque es como ya son o como serán las mujeres que nos rodean, las del mercado y el cine, las del libro, la frustración y el beso, las que dan el pecho y se masturban.
Hembras valientes e imperfectas que lo pelean duro, que lloran y al minuto se espabilan, que extrañan, se arrepienten y se atreven. Los cincuenta merecen comedia romántica en primera persona, carajo, no sólo drama. Los cincuenta están llenos también de primeras veces. Y Aurora las digiere con poderío, sin victimismos. Incluso cuando se reencuentra con su amor de los 18 años.
Se ven pocas escenas de amor con mujeres de más de 40 años. Como si la sexualidad sólo tuviese que ver con mujeres fértiles. Es absurdo
"No es sólo Hollywood quien ha perpetuado el tópico de que sólo las mujeres jóvenes pueden enamorarse. Es así en todos los países del mundo", cuenta la directora a este periódico. "Se ven pocas escenas de amor con mujeres de más de 40 años. Como si la sexualidad sólo tuviese que ver con mujeres fértiles. Es absurdo".
De la discriminación laboral al sexo
Aurora está divorciada, tiene dos hijas -la adolescente que anda serotonínica con el novio y otra, un poco más mayor, que se ha quedado embarazada- y acaba de cambiar de jefe: el nuevo la ha bautizado como "Samantha" para revestirla de un absurdo glamour y, a pesar de su experiencia de más de 15 años en hostelería, la relega a la barra porque prefiere que las jóvenes sean las que sirvan. "Has pasado de 'abeja' a 'abeja reina', ¿entiendes?". Sí, entiende y está harta, así que decide dar un giro a su vida y empezar a alicatarla de nuevo -eso siempre tan emocionante y doliente-.
Se enfrenta entonces a la discriminación laboral, a volver a pedir una cita, a llevarse un fiasco emocional, a ironizar sobre todo con su mejor amiga, a forjarse como futura abuela, a lidiar con los nuevos problemas de sus hijas
Se enfrenta entonces a la discriminación laboral, a volver a pedir una cita, a llevarse un fiasco emocional, a ironizar sobre todo con su mejor amiga, a forjarse como futura abuela, a lidiar con los nuevos problemas de sus hijas -y con los traumas arrastrados-, a inyectarles fuerza y a guardar un poquito para sí misma. ¿Por qué no ponerse esa falda corta? Eh, ¿cuánto tiempo hacía que no le practicaban sexo oral?
¿En qué momento pasó a creer la gente que el orgasmo femenino es patrimonio de la juventud? Es interesante que 50 primaveras no peque de eso de lo que se quejan las actrices españolas: de que las mujeres a partir de los 40 pasen, en el cine, de ser el objeto de deseo a la madre o la abuela del objeto el deseo.
"En Francia pasa igual", repone Lenoir. "Durante mucho tiempo, el cine fue hecho sólo por hombres y se han divertido rodando carne joven y fresca. Las cosas van cambiadno desde hace ya algunos años, pero aún así, sigue siendo difícil entender que un personaje femenino es tan interesante como un personaje masculino".
Película y directora feminista
50 primaveras es una película profundamente feminista. Por varias razones: por la sororidad que se da entre los personajes femeninos, por la complicidad, por la lucha conjunta. Por sus reacciones tajantes ante el acoso callejero. Por la fuerte voluntad de tomar la iniciativa y el nulo espíritu servil. "Tendrás hambre. ¿Quieres que te caliente algo?", le dice la hija de Aurora a su pareja, mientras la amiga la imita por lo bajini: "¿Quieres que te caliente algo? ¿También le va a planchar la camisa?".
Confiesa la directora que ha encontrado más dificultades para avanzar en el mundo del cine por ser mujer. "Cuando era joven, se me miraba más de lo que se me escuchaba"
Cuenta la directora que es consciente de que "las mujeres tienen, a menudo, papeles pequeños, discretos, en segundo plano". "Como algo colocado allí, de fondo, para hacer más bonita la imagen. Eso se llama dominio patriarcal, y es algo que está en la sociedad, y, por lo tanto, en el cine", lanza. Confiesa que ha encontrado más dificultades para avanzar en el mundo del cine por ser mujer. "Cuando era joven, se me miraba más de lo que se me escuchaba. Y resulta complicado encontrar un lugar en un universo tan masculino. Las cosas están cambiando ahora; es más fácil, creo, para la generación joven".
Ahora está aquí y trae de la mano a Aurora, que, por suerte, es lo que pasa después del final feliz de todas las comedias románticas de criaturas jovencísimas e incorruptibles que hemos consumido en nuestra vida. Ni más ni menos que la verdad.