'La peste' de Alberto Rodríguez, en apuros por plagio
El historiador Francisco Núñez Roldán trabajó con el equipo en la ambientación de la vida cotidiana de la Sevilla del siglo XVI, pero no se le ha reconocido la tarea y se ha usado un monólogo escrito por él. El asunto está en manos de sus abogados, antes de llegar a Tribunales.
6 febrero, 2018 01:44“La abominación de pecados que hay por acá son para afligir harto”. Sevilla era demasiado para santa Teresa. Y a pesar de ello, era una ciudad profundamente religiosa. Monasterios, cofradías, vocaciones, procesiones, actos, pensamientos, ruegos, rezos... Y mucha peste. Era una ciudad de contrastes: aferrada a dios, abierta a las influencias. Cosmopolita y en tránsito, por allí circulaban almas con diferentes dioses, pero el creo que más se movía era el del dinero. El Siglo de Oro hizo rica a Sevilla. La Catedral, que se había terminado a principio del siglo XVI, se mejoró a finales.
Había tanto dinero, que hasta las artes recibían su pellizco. Eso sí, siempre y cuando recreara o invitara a la adoración y la devoción. Porque dios estaba en todas partes y así lo recrea el personaje que interpreta Pablo Molinero, en la serie de éxito La peste, producida por Movistar+, dirigida por Alberto Rodríguez y escrita por Rafael Cobos. El monólogo es tan importante que la cadena lo eligió para hacer con él la carta de presentación de la serie, el tráiler.
El personaje de Molinero alza su copa y dice: “Quiero poner un brindis: por Dios, que está en todas partes. En las calles y en las plazas, en las encrucijadas de los caminos y en las puertas de las ciudades. En las joyas de las mujeres hermosas y en las blasfemias de los hombres, en los campanarios, en los claustros, en los sermones de los curas, en las oraciones de los niños, en las sentencias de los jueces y en el miedo. En las manos de los artistas, en el nacimiento y el abandono de los niños, en las sábanas de los moribundos, en las camas de los hospitales y en el patíbulo de los ajusticiados, en las súplicas de los pobres y en la caridad de los ricos. En el silencio de la noche y en el sonido de las campanas y los órganos. Hombres y mujeres, todo se hace en su nombre y por su voluntad, nada de lo humano le es ajeno. Nada de lo divino le es extraño. Todo es Dios”.
La historia es lo primero
Nada escapaba al control de dios hace cinco siglos. Hoy tampoco, pero dios es el dinero. Como contaba Javier Zurro hace unas semanas, de todas las series producidas por la cadena en 2018, La peste es la más ambiciosa. Diez millones de euros para los seis episodios del thriller, donde la enfermedad, la corrupción y la Iglesia campan a sus anchas. Rodríguez -premiado con diez Goyas por La isla mínima- ha recreado hasta el más mínimo detalle de aquel momento, un cuadro impresionista al que no se le escapa nada.
El origen de esa minuciosidad tiene un nombre: Francisco Núñez Roldán, historiador y profesor jubilado de Historia Moderna, en la Universidad de Sevilla. En 2004 publicó en Sílex un magnífico libro, titulado La vida cotidiana en la Sevilla del Siglo de Oro. Era un encargo del editor Ramiro Domínguez, que quería publicar una serie dedicada la Historia de Sevilla. Debía ser un escrito breve, directo, ágil, muy accesible, “que no se cayera de las manos”. Es decir, nada academicista.
Historia elástica
Paco era el investigador perfecto. Por un lado, se había documentado en el Archivo de Protocolos Notariales. “Ahí está todo”, dice el profesor retirado a este periódico. Testamentos, inventarios, todo lo necesario para hacer un retrato cotidiano de Sevilla siglo XVI. “Toda la documentación utilizada para el libro es inédita”. Por otro lado, su estilo: “Los historiadores escribimos ladrillos y no los lee nadie”, cuenta
Adora a los historiadores británicos por eso, porque son “los más elásticos”. Los más novelistas en el tratamiento de la narración. Y el libro al que nos referimos no aburre a nadie. De hecho, es la fuente de inspiración del monólogo con el que Movistar+ ha promocionado La peste. Es brillante, este es el extracto del texto original, calcado al utilizado en la serie:
“En los siglos XVI y XVII Dios estaba en todas partes y ocupaba todas las horas de los hombres. Estaba bajo muchas formas y maneras: en las alcobas de los palacios y entre los pucheros de las cocinas, en las calles y en las plazas, en la mesa doméstica y en los altares de los templos, en las encrucijadas de los caminos y en las puertas de las ciudades, en las joyas de las mujeres y en las blasfemias de los hombres, en los campanarios y en los claustros, en los sermones de los sacerdotes y en las oraciones de los niños y en las fiestas de los mayores, en el encabezamiento de los testamentos y de las cartas de pago, en las sentencias de los jueces y en las cédulas de los reyes, en los libros de texto de los estudiantes y en los motivos de los artistas, en las promesas de matrimonio y en las profesiones coventuales de las jóvenes, en el nacimiento y el abandono de los niños y entre las sábanas de los moribundos, en la cabecera de las camas de los hospitales y en el patíbulo de los ajusticiados, en las súplicas de los pobres y en la caridad de los ricos, en el silencio de la noche y en en sonido de las campanas y de los órganos. Todo se hacía en su nombre y por su voluntad. Nada de lo humano le era ajeno. Nada de lo divino era extraño. Todo era religión” .
Esa última frase. Para el historiador, “todo era religión”; para Rafael Cobos, “todo era dios”. Este periódico ha tratado de ponerse en contacto con Movistar+, pero no ha recibido contestación al respecto.
"Joder, eso es mío"
Paco estaba en casa, viendo Antena3 con su mujer, y saltó el anuncio de La peste. Cuando escuchó el monólogo interpretado por Molinero saltó del sofá. “Joder, eso es mío”, dice que le dijo a su mujer. “Uno no se acuerda de todo lo escrito, pero ese párrafo lo recordaba perfectamente”. Y se fue a buscar el libro de hace 14 años. Era el capítulo dedicado a la pasión religiosa de la ciudad. “Me quedé de piedra”, cuenta. Asume que “estas cosas son así” y que él tampoco quiere levantar polémica, “soy una persona que prefiere pasar desapercibido”.
Francisco Núñez Roldán estuvo trabajando con el equipo de documentalistas y con el director artístico de la serie mucho tiempo. “Me llevo muy bien con Pedro Álvarez, el documentalista. Ellos dicen que soy el asesor de la serie, pero yo no aparezco por ningún sitio, ni he sido contratado como asesor. Han sacado mucho partido al libro”, explica a este periódico.
Pacto entre abogados
Nunca firmó nada. Les asesoró por cercanía y amistad. Pero no le ha gustado que hayan utilizado de una manera tan descarada esa página para promocionar la serie. Por eso, explica, está en manos de su abogado. La editorial tiene los derechos en exclusiva y también tienen intereses en resolver este asunto en esta semana, antes de llegar a tribunales.
“A mí no me hubiese importado que utilizasen los textos, pero es que lo han hecho como un reclamo comercial de la serie. Me parece un poco abusivo. He estado hablando muchas horas con ellos y les he facilitado mucha documentación. No me he lucrado, pero veo eso después y pienso que las cosas deberían hacerse con más honradez, con un contrato”, añade. “Si nos indemnizan, será un precio simbólico. No quiero romper mis lazos con los documentalistas ni con el guionista”.
Reconocido sin reconocimientos
De hecho, tanto Álvarez como Cobos han dejado claro en varias entrevistas que han trabajado mucho con el historiador. En el podcast de Los inquisidores, Cobos asegura que el apellido de Mateo (Núñez) es un homenaje a Francisco. “De hecho, el monólogo recitado por Mateo en el tráiler de la serie y que aparece en el episodio 3 está basado en uno de sus textos del libro La vida cotidiana en la Sevilla del Siglo de Oro”.
Pedro Álvarez, en una entrevista con el ABC, reconocía que se había documentado con especialistas y nombró a Núñez Roldán: “Él ha sido fundamental, la persona de cabecera. Cuando teníamos la más mínima duda siempre hemos acudido a él. Un par de sus libros han sido como nuestras biblias: La Sevilla en tiempos de Cervantes y La vida cotidiana de la Sevilla del Siglo de Oro. Se los recomendé a los directores y actores para que los leyeran antes de actuar”. El historiador ha aportado a los actores, a los guionistas, al vestuario, al arte...
Para todos los públicos
Ese párrafo es música impresionista. Es fiel reflejo del intento de un historiador por hacer accesible el rigor a cualquiera. “Tenemos que pensar en la gente que está leyendo. Posiblemente, ese recurso impresionista no lo habría utilizado en un libro academicista”. Dice que es un gran lector de poesía y que de ahí proviene ese estilo colorista y nada rígido. Por eso Cobos debió usarlo tal cual.
“No he visto la serie”, cuenta el historiador. “Pero todo el mundo me dice que es muy buena y que está muy bien recreada. Pero es que yo no soy muy cinéfilo y siempre descubro anacronismos, aunque creo que en La peste no hay”. Núñez Roldán, que ahora anda escribiendo sobre la Sevilla de las mujeres, se muestra conciliador con lo ocurrido, no quiere levantar problemas ni polémicas. Sólo pide reconocimiento a su trabajo. Y a su oficio, porque la Historia no está entre los usos y costumbres habituales de los lectores, ni entre los medios para comer de ella.