Los Oscar se enfrentan este domingo a su primera gala después del ridículo del año pasado, cuando durante unos minutos se nombró vencedora a una película que no había ganado. Moonlight lograba la victoria poco después pero pasaba a un segundo plano por la polémica del cambio de sobres.
Este año dos películas llegan al final de la carrera casi empatadas. La forma del agua, de Guillermo del Toro, y Tres anuncios en las afueras, de Martin McDonagh, han arrasado hasta ahora y las dos podrían llevarse la victoria final. El resto de favoritas las completan Déjame Salir, Lady Bird y Dunkerque. Todas pasan por nuestro triturador de basura que saca lo peor de cada nominada para ver por qué no se merecen la victoria. A la hoguera con ellas.
La forma del agua, naif y plagio
Desde que se presentó en Venecia, La forma del agua es una de las grandes favoritas al Oscar. Una obra que presenta todas las constantes de su director Guillermo del Toro y que es un homenaje al cine, pero... ¿es un homenaje original o sólo un pastiche de referencias?
Pues más bien lo segundo. Desde su estreno las acusaciones de plagio se han sucedido, la última ha llegado en forma de demanda, y realmente la película no es más que una versión de La bella y la bestia con filtros verdes que recuerdan a Amelie. Incluso la protagonista podría ser la mejor amiga de la parisina. Si a eso le sumas unos personajes esquemáticos y un villano de caricatura nos queda La forma del agua.
Tres anuncios en las afueras, tan irónica que cansa
¡Qué irónica es la Mildred que interpreta Frances McDormand!, ¡qué ocurrencias!, ¡qué afilada!... tanto que uno acaba harto de ella. En Tres anuncios en las afueras vemos todo el rato a un guionista queriendo parecer ácido y brillante, mostrando su inteligencia y sacrificando cualquier atisbo de lógica a su relato.
En su película todo ocurre por el azar, ningún acto es consecuencia de lo que ocurre en pantalla. Así se puede permitir giros sorprendentes para el espectador sin justificarlos. Uno de sus trucos más sucios es articular toda su historia alrededor de tres cartas escritas por el personaje de Woody Harrelson que se van leyendo según le venga bien al director y guionista Martin McDonagh. En una de ellas, leída en voz en off -cómo no-, hasta es explica al espectador lo que tiene que pensar del personaje de Sam Rockwell: eres bueno, lo sé, todo fue porque se fue tu padre. Gracias por evitar que dudemos de un policía racista que maltrata a negros y gays porque sí. Ah, no que es porque está traumatizado porque su padre ya no está. Lo del flashback sacado de la manga para mostrar la última frase de McDormand a su hija ya es de traca.
Dunkerque, ruido y dolor de cabeza
Los Oscar por fin se han rendido a Christopher Nolan por su epopeya bélica que muchos han alabado por convertirse en una experiencia sensorial en vez de una historia con una narrativa convencional. Perfecto, pero uno sale de la sala con dolor de cabeza. Tanto ruido no puede ser bueno para la salud, y la banda sonora de Hans Zimmer sólo remarca la propuesta machacona de Nolan.
La ausencia de historia podemos comprarla, pero el truquito de prestidigitador narrativo que se saca de la manga para demostrar que es un virtuoso ya no. Ya sabemos que le gusta jugar con el tiempo, pero lo de que una acción dure un día y otra una semana sólo complica el montaje y la película hasta el punto que a veces es incongruente.
Lady Bird, otra comedia adolescente
Lady Bird se estrenó con la frase promocional de que era la película con mejores críticas del año. Según el portal rottentomatoes.com, ningún periodista había hablado mal del filme de Greta Gerwig, del que se alababan sus interpretaciones y un guion que era un retrato único sobre la adolescencia. Poco de único hay en la fiesta de graduación, el grupo que prepara un musical y el romance con el malote de la clase. Eso sí, todo mojado por la música indie y alguna frase irónica para que nadie se entere de que realmente está viendo otra comedia adolescente más, pero que le han hecho creer que es algo distinto y novedoso.
Déjame salir, la cuota de color
Nadie daba un duro por esta ópera prima de Jordan Peele que se ha convertido en un éxito en taquilla y en una de las favoritas para los Oscar. La clave, usar el terror para hablar de algo mucho más serio: el racismo de las clases altas y progres de EEUU. Pero, ¿es realmente para tanto? Está claro que hay riesgo y originalidad, pero nadie critica esas pinceladas de humor estúpido a lo Scary Movie que Peele no puede evitar y que ciertos giros de la trama se vean venir desde el comienzo. Puede que como crítica a un país racista funcione, porque como thriller de terror ni asusta ni sorprende.
El Churchill más chanante
Nadie entiende que hace aquí El instante más oscuro, había películas mucho más complejas y satisfactorias, pero a la Academia le encanta un buen biopic. Este no aporta nada a una figura que se ha retratado con más aristas en The Crown y que intenta despuntar con tres movimientos de cámara que dejan claro que detrás de la cámara está Joe Wright.
Del Oscar que va a ganar Gary Oldman mejor no hablar, porque podría recogerlo Joaquí Reyes caracterizado como Churchill y nadie se daría cuenta del error.