La navidad ha traído un buen bulo a Twitter, uno que se ha corrido como la pólvora al tratarse de un personaje muy querido, y que ha terminado con un giro sorprendente. El 25 la gente comenzaba a dar el pésame a los familiares de Mónica del Raval, nombre artístico de Ramona Coronado García, prostituta que saltó a la fama por el documental de 2009 dirigido por Francesc Betriu y en el que ella contaba todas las décadas que había ejercido la prostitución.
Twitter había matado a quien se había convertido desde entonces en un icono LGTB y en una figura de la escena más independiente con apariciones en filmes como Puta y Amada. Era un final que no sorprendía, ya que Mónica llevaba meses en el hospital, pero en esta ocasión se trataba todo de una fake new que concluyó con la exprostituta resucitando en la red social horas después con un comunicado de su gente más cercana.
En Facebook emitían el siguiente comunicado: "Nuestra reina continúa hospitalizada y con VIDA. Es rotundamente FALSO que Mónica esté muerta o algo parecido. Cuando llegue ese fatal desenlace todas las personas que la queremos, apoyamos y vamos a visitarla cada día os informaremos de TODO. Lleva cerca de cinco meses ingresada en un centro y su evolución está siendo muy lenta y complicada. POR FAVOR, antes de publicar alguna noticia similar, estad al tanto porque sus familiares y amigxs estamos muy afectadxs por estos mensajes difundido". Así, Mónica del Raval murió y resucitó el día de navidad, aunque siga hospitalizada desde agosto con una evolución que está siendo “muy lenta y complicada” y que le dejará “secuelas irreversibles”.
Ramona era una habitual de las Ramblas y el Raval, donde su pelo rubio platino, su maquillaje excesivo y su corona de plástico la habían convertido en alguien conocido para todos los vecinos y barceloneses. Fue por ello por lo que Bertriu le dedicó ese documental que la puso el nombre artístico por el que todos la conocen.
Pocos años después, en 2015, en una entrevista en Cadena Ser, anunciaba que dejaba la prostitución. Lo hacía después de asegurar que tras 31 años en activo se habría acostado con unos 50.000 o 60.000 hombres y que en cada ciudad donde había vivido y había ejercido la prostitución la conocieron con un nombre. En Ibiza fue Marta; en Valéncia, Heidi; y en Alicante, Carolina. Una prostituta que siempre ha mantenido que ha ejercido libremente lo que ella consideraba un trabajo, y que tras su empujón de fama incluso vendía ‘merchandising’ suyo en las calles del Raval.