¿Quién es Bong Joon-Ho? Así es el director que ha enamorado a Hollywood y a los Oscar
El realizador de 'Parásitos' era uno de los directores de culto de los cinéfilos, pero ahora es el ganador de los últimos Oscar.
11 febrero, 2020 04:14Noticias relacionadas
Los Oscar han confirmado lo que muchos ya sabían, que el coreano Bong Joon-Ho es un genio, un artista que con su última película ha roto todas las fronteras, también una de las más difíciles, la de los subtítulos. En EEUU el cine no se dobla, y sin embargo, Parásitos se ha convertido en un fenómeno absoluto que hasta el pasado domingo sumaba 33 millones de dólares.
Su séptima obra es con la que ha dinamitado el tablero del cine mundial y conseguido algo histórico, ganar el Oscar a la Mejor película con un filme hablado en un idioma que no fuera el inglés. Nunca antes, en 92 años de la Academia de Hollywood, había ocurrido. No lo logró La vida es bella, ni Tigre y Dragón, ni ninguna de las películas nominadas en otras categorías de nombres como Fellini o Bergman.
Ha tenido que llegar esta historia impredecible sobre la lucha de clases -de la que es mejor saber poco cuando uno entra a verla- para cambiar las normas, o al menos para dejar claro que se pueden derribar los prejuicios idiomáticos en una industria como la de Hollwyood. Ayer, medio mundo conoció su nombre, porque Bong Joon-Ho, además, arrasó con cuatro premios: Película, dirección, guion original y Película internacional. Un realizador que ahora mucha gente descubrirá, pero ¿quién es Bong Joon-Ho? Estas son las claves de uno de los grandes autores del cine actual.
El descubrimiento de San Sebastián
Los Oscar han terminado de auparle, pero hay que reconocer que fue en España donde le descubrimos. El Festival de Cine de San Sebastián incluyó su ópera prima, Barking dogs never bite, en su Sección Oficial en lucha por la Concha de Oro en el año 2000 y lo describía así: “Corea está dando este año muestras de una envidiable salud cinematográfica. Bong Joon-ho es un buen ejemplo de ello. El debut de este director se localiza en un barrio de clase media de Seúl. Un barrio donde la gente vive tranquilamente, si no fuera por los molestos ladridos de un perro que no calla y provoca en el protagonista una crisis de nervios con resultados inesperados”.
No ganó premio, pero la prensa especializada fue generosa. El mítico Ángel Fernández Sántos adivinaría el futuro en El País: “Rara y curiosa comedia coreana, se ven sólidas maneras de gran director futuro”. El Zinemaldia volvería a apostar por él con la excelente Memories of murder, relato sobre una pareja de policías en la dictadura militar coreana que tienen que resolver una serie de crímenes. Un filme que inspiraría a Alberto Rodríguez para La isla mínima y que marcó su despuntar internacional.
Su pasión por España… y nuestro cine
A Bong Joon-Ho le encanta el cine español, y en todas las entrevistas que se le han hecho en nuestro país siempre destaca a muchos directores españoles que le gustan. En esta carrera por el Oscar ha llegado a dedicar un premio a Pedro Almodóvar, pero también es fanático del cine de Carlos Saura y admirador del de Paco Plaza.
Las visitas a nuestros festivales también han sido asiduas. En 2014, cuando ya comenzaba a sonar su nombre en todo el mundo y había estrenado en Hollywood Rompenieves, la Seminci le dedicó un ciclo y le invitó a formar parte del jurado oficial. Aceptó y era normal verle sonriendo como un niño y feliz por la ciudad. Allí se publicó el primer libro dedicado a su figura, coordinado por Carlos F. Heredero, y hasta se realizó una selección de películas que le habían influido. Su favorita de aquel año de la Sección Oficial: Whiplash.
Venció a Weinstein
Su primer filme rodado en inglés no fue tan bien como pensaba. La adaptación del cómic Rompenieves tenía todo para ser una gran película, pero se enfrentó a un villano con el que no contaba, Harvey Weinstein. Él era el productor del filme, y se empeñó en recortarlo y mutilarlo como solía hacer. El director coreano se opuso y se lo jugó todo a un órdago. Pondrían las dos versiones en pases con público y la que gustara más es la que se exhibiría. Ganó la suya, pero Weinstein la estrenó en pocas salas y a la vez en plataformas digitales condenándola al ostracismo, pero su visión resultó intacta.
La confirmación de Cannes
Aunque fue San Sebastián quien lo descubriera, fue el prestigioso Festival de Cannes quien lo confirmó. Allí presentó en secciones paralelas The Host y Mother. No llegó a la Sección Oficial a competición por la Palma de Oro hasta 2017, cuando concursó con Okja. Con él llegó el escándalo. Su filme de aventuras ecologista estaba producido por Netflix, y fue aquel año cuando los distribuidores se quejaron porque un título que no iba a pasar por salas compitiera por el premio más prestigioso del cine de autor que siempre había defendido las salas. Aquel año, de hecho, el presidente del jurado fue nuestro Pedro Almodóvar, que se posicionó a favor de las salas tradicionales.
En su segunda visita a la Sección Oficial regresó con una película rodada en coreano, sin Netflix y que iba a pasar por las salas. Su nombre seguro que les suena, Parásitos. El año pasado Bong Joon-Ho llegaba y se alzaba con la Palma de Oro por absoluta unanimidad. Desde su pase a la prensa estaba claro que aquella película iba a dar que hablar. Y vaya si lo hizo. El resultado lo saben todos: cuatro Oscar y más de 160 millones de dólares en todo el mundo.
Crítica social desde el género
Una de las claves de su cine consiste en la brutal crítica social que realiza desde los géneros. Desde el humor negro en su ópera prima, al thriller en Memories of murder, el cine de monstruos en The host, o el drama en Mother. Y todos ellos mezclados en la maravillosa Parásitos, una mezcolanza de géneros que contiene uno de los retratos más despiadados de la lucha de clases. Todo el cine de Bong Joon-Ho es eminentemente político, y ha radiografiado la sociedad coreana con bisturí, pero su mensaje es absolutamente universal.
Por eso ha arrasado en los Oscar, porque esa lucha entre los de arriba y los de abajo, esos detalles como el ‘olor a pobre’, y esa mirada despiadada nos interpela a todos. Un cine universal desde lo local, algo fundamental en alguien que nunca se ha traicionado a sí mismo.