Cada película de Pixar es un acontecimiento cinematográfico. Hasta cuando hacen secuelas. Pero si encima estrenan un título original las ganas se multiplican. Ellos revolucionaron el cine de animación con Toy Story y lo llevaron a cimas impensables con obras maestras como Up, Wall-E, Ratatouille o Del Revés. Ni la compra de Disney les amansó, y siguen dejando muestras de su talento y de su originalidad.
Este año toca doble ración de Pixar, y aunque todos apuesten porque Soul será la gran película animada de este año, su primer estreno es una notable obra que recupera el espíritu de las películas de aventuras clásicas de toda la vida y le aporta un giro emocional tan marca de la casa. Onward muestra un mundo de elfos, ogros, hadas y otras criaturas fantásticas en el que la evolución ha acabado con la magia. ¿Quién va a querer usar su varita para hacer un fuego cuando alguien inventa la bombilla? Un punto de partida fantástico que conduce a un universo parecido al nuestro pero probado por todo tipo de seres.
Es ahí donde dos hermanos, que han perdido a su padre -otra marca clara de la casa-, descubrirán que él era un mago y que ellos deben completar un hechizo para poder pasar 24 horas con él. El hechizo saldrá bien… a medias, y sólo se materializará la parte de abajo del padre, por lo que tendrán que completar una serie de pruebas para poder terminarlo.
Onward es un filme que bebe de Dragones y Mazmorras, de aquellos relatos fantásticos donde un héroe tiene que completar una misión. Una partida de rol vibrante, técnicamente brillante, con momentos realmente emocionantes. Pixar sigue sabiendo como sorprender y emocionar, y es en esa relación de dos hermanos donde lo demuestran. Una deconstrucción de la masculinidad con dos hombres que se tocan, se abrazan y se cuidan. Como contaba a este periódico el director del filme, Dan Scanlon, ya “hay muchas películas de hermanos pegándose, y aunque esa parte es cierta esa no es mi experiencia, y quería mostrar que hay debajo de ese ‘machismo’, y hay emoción”.
Por desgracia la película de Pixar está obteniendo notoriedad por el complot que círculos ultra conservadores están realizando por el simple hecho de que presenta al primer personaje abiertamente LGTB de la productora. Un personaje que es terciario y que tiene una frase en la que muestra abiertamente que es lesbiana, una nadería por la que se están pidiendo boicots al filme acusándole de “adoctrinamiento LGTB”. La situación más surrealista se ha vivido en Rusia, donde el gobierno quiere censurar esa escena para que el público no puede verla.
La representación LGTB no sólo es necesaria, sino que plasma la realidad de nuestra sociedad, como expresaba Scanlon al ser preguntado por el tema: “Queríamos crear un mundo que fuera real, y para hacer eso teníamos que reflejar nuestro mundo real, un mundo lleno de diversidad, y eso es muy importante para nosotros”. Viendo las reacciones de la ultra derecha a este primer paso habrá que ver si siguen apostando por la diversidad y se atreven a que uno de sus protagonistas represente al colectivo.
Otra de las deudas pendientes de Pixar es la presencia de mujeres al frente de sus proyectos. Los dos filmes que estrenará este año tienen a hombres al frente, confirmando que les queda mucho por hacer, pero por ello la productora del filme, Kori Rae, aclara que el cambio está cerca, y que “va a haber muchas voces femeninas nuevas en Pixar”. Una presencia que ya han notado en las mujeres que estudian para dedicarse a la animación y en sus equipos creativos, aunque sigan sin confiarles sus grandes producciones. Temas paralelos e importantes, pero que pueden tapar a un filme original y con corazón que no debería pasar desapercibido.
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