Pedro Almodóvar: “Me parece mal que algunas feministas marginen a las mujeres trans”
El director estrena este viernes 'Madres Paralelas', un emocionante drama sobre maternidad y Memoria Histórica.
4 octubre, 2021 02:32Han pasado más de 40 años y 22 películas, pero por fin Pedro Almodóvar ha abordado un tema que seguía guardado en un cajón. Apuntado en una libreta de ideas, en un guion sin terminar. La Memoria Histórica siempre ha sido uno de los asuntos que le ha obsesionado, pero nunca lo había materializado en su cine. Durante años coqueteó con una adaptación de las memorias de Marcos Ana que llegó a comprar, un proyecto que nunca cuajó.
Nadie puede decir que el cine de Almodóvar no sea político, pero su activismo llegaba siempre de otra forma. Desde la exaltación de la libertad, desde la normalización de cualquier opción sexual, desde la dignificación de las mujeres trans cuando la sociedad las señalaba. Ahora, con 72 años, nada que demostrar y alcanzada su madurez estética y narrativa, se atreve a introducir la política en su cine. Lo hace con Madres Paralelas, un drama protagonizado por Penélope Cruz en el que habla de madres sí, pero también de Memoria Histórica, de la necesidad de abrir las fosas y de contar la verdad para seguir vivos. Un filme emocionante que se estrena el 8 de octubre y del que habla con EL ESPAÑOL.
En Madres paralelas une dos tramas, una sobre la maternidad y otra sobre el tema de la memoria histórica que se unen a través de un concepto común, el del trauma. El trauma íntimo y el trauma del país.
Sí, el quid de la película es exactamente el dilema moral de la protagonista, que tiene que ver con la búsqueda de la verdad colectiva, la verdad histórica, y eso se contrapone con la verdad intima, la verdad personal de ella. Para mí ese es el núcleo central de la historia. Yo soy muy sensible al tema de las fosas, pero no quería hacer una película que tratara exclusivamente sobre ese tema; sino que prefería a nivel formal, como director, abordarlas de manera tangencial, que sirvan de obertura y de apéndice final, de epílogo, y que surgieran a través de un personaje que vive otras peripecias. También porque cuando me decido ya a contar la exhumación, no quería mezclarla con otra parte de la trama, porque es tan poderosa, tan sombría y tan fuerte la realidad que fagocita todo lo que pongas a su lado.
De hecho, en algún desarrollo de guion había una escena larga en la que aparecía de nuevo el tema de las fosas. Una en la que Penélope y el antropólogo coincidían viendo El pan y la sal, una obra de Andrés Lima sobre los juicios a Garzón por investigar los crímenes franquistas a Garzón, que por cierto Naciones Unidas ha dicho que fue injusta la condena. Era una representación, que era lo que más me interesaba, porque yo no soy un autor naturalista y era un entorno perfecto para que hablaran de lo que tenían pendiente. Puse tres secuencias y tres testimonios, pero tenía tal fuerza que anulaba todo lo que había antes y después, así que decidí no mezclarlo con nada más. Son dos verdades en colisión, y ella cuando explota es cuando se oye a sí misma hablar de la verdad histórica y piensa, ‘cómo me atrevo yo a decir eso si dentro de mí guardo una mentira’. También quería mostrar unas maternidades más imperfectas, con más esquinas que las otras maternidades que he tratado ya.
En 2016, en una master class en el Círculo de Bellas Artes, dijo que usted rodaba como si Franco nunca hubiera existido, que era su forma de vengarte. Esa norma en esta película salta por los aires.
Totalmente. Eso lo dije mucho, sobre todo cuando estrené Pepi, Luci, Bom y Laberinto de pasiones, no porque me preguntaran sino que era algo deliberado por mi parte. Eran películas que no reconocían ni la sombra de Franco, eran mi modo de vengarme de su existencia. Eso no significaba que yo no tuviera memoria o que despreciara la memoria histórica, que es tan necesaria para seguir adelante y tener futuro. Por eso creo que el problema de las fosas es importantísimo ahora mismo, porque ya son los bisnietos los que están pidiendo que se abran, y creo que quizás es la última generación a la que le preocupará encontrar los restos de sus familiares.
La Movida no fue un movimiento, éramos gente que coincidimos en muchos sitios nocturnos y volvíamos al día siguiente, pero eran apolíticos
Creo que es una cuestión de edad. Porque hablando de fosas, de memoria y de víctimas, yo veo mi trayectoria a través de esta realidad y parece que hubiera una contradicción que creo que no la hay. Las fosas eran una forma de borrar a las víctimas, de deshumanizarlas, como si no hubieran existido. 40 años después, con la Transición y la ley de amnistía, era el momento para sacar el tema, después de un silencio patológico de 40 años y de mucho miedo. En ese momento ocurrió lo que se llamó el pacto de silencio y las víctimas volvieron a ser los habitantes del subsuelo. Es muy injusto.
Tampoco quiero echar por tierra la Transición. Imagino que la izquierda actuó del modo más pragmático. Porque lo que sí es real, y lo sé porque lo viví en mis carnes, es que aquello fue probablemente lo necesario para pasar a una democracia. Y la democracia existió porque de otro modo yo no podría haber salido a la calle y mucho menos hacer cine. Mi contradicción es que yo, en ese momento, del 77 al ochenta y algo no pensaba en las fosas ni en la memoria histórica. Yo estaba pensando en divertirme de todos los modos imaginables, porque era una persona joven que se encontraba con una explosión de libertad. Yo ya tenía conciencia social en ese momento, porque lo que llamamos después la Movida no fue un movimiento, éramos gente que coincidimos en muchos sitios nocturnos y volvíamos al día siguiente, pero eran apolíticos, o éramos apolíticos. Yo seguía en la Telefónica, me había enfrentado a los jefes, habíamos hecho la primera huelga de su historia en el año 76, nos querían echar… Yo tenía conciencia del franquismo, pero el resto de la gente de la Movida tenía 14, 15 y 16 años. No tenían fantasmas. Así que fue una apuesta absoluta por el placer, el hedonismo y la libertad en todos los aspectos. Y allí estaba yo, aprovechando todo eso.
El PSOE tuvo tres legislaturas con grandes mayorías en los 80 y 90 y ese era el momento, a ellos les correspondía haber abierto las fosas
Hablando de temas tan delicados como la Transición y la Ley de Amnistía, creo que sí que a través de ellos dimos nuestros primeros pasos en una democracia real. La izquierda todavía estaba mirando de reojo a su alrededor porque UCD estaba lleno de franquistas. Y no les faltaba razón en vigilarse, porque tres años después de las elecciones hay un golpe de estado. Por eso mi reproche, no sé si llamarlo reproche, porque yo no tengo ningún familiar en las fosas, y es que el PSOE tuvo tres legislaturas con grandes mayorías en los 80 y 90 y ese era el momento, a ellos les correspondía haber abierto las fosas. Y no se hizo. Ahora, con la Ley de Memoria Democrática, donde por fin es la administración la que se hace cargo de abrir esas fosas, se vuelve a hablar de ellas. Yo he participado de todo, y he participado en ese momento que yo ahora mismo lo veo de forma más critico y yo en ese momento no pensaba en ello.
Es una película que se estrenará fuera, ¿hay cierto ánimo pedagógico en la cinta respecto al tema de la Memoria Histórica?
Yo nunca he pensado en mi cine como algo pedagógico, pero si algo tiene el cine es que visibiliza aquello de lo que habla. Hacía tiempo que quería hacer una película sobre este asunto, pero no quería abordarlo hasta tener una película-película. Porque a veces el cine político es, cinematográficamente, muy pobre. Yo quería una historia con sus protagonistas, donde esto apareciera. Pero es cierto que esta película le da mucha visibilidad. Todos los profesionales que aparecen en la excavación son reales. Todos estaban muy agradecidos y todos hablaban de la palabra visibilidad. Ahora se hablará del tema en los medios porque es un tema candente y porque tiene que llevarse a cabo, tienen que abrirse muchas fosas, algunas muy importantes para la sociedad española.
Creo, y eso es bueno recordarlo, que nuestra sociedad tenía, y sigue teniendo a día de hoy, una deuda moral con los familiares y con las víctimas, y ahora todo hace pensar que esa deuda se cumplirá. Una deuda que lejos de abrir heridas como dicen, las cierra todas. Es una deuda moral en la que los familiares no piden ajustes de cuentas, no piden una compensación. Piden un lugar donde enterrar los restos y ponerles flores. A los directores sen nos da el poder enorme de imponer nuestra visión del mundo, lo cual es un poder descomunal, el de tener un equipo que está montando para ti un sueño que has imaginado. Y tú lo lanzas a los demás. Hay que hablar del tema y yo dudaba si se iba a entender fuera, pero la han visto ya varios festivales internacionales y se entiende perfectamente.
Usted tiene comprados los derechos de las memorias de Marcos Ana. ¿De alguna forma esta película sustituye a aquel proyecto, es esta su película sobre la Guerra Civil?
Yo creo que sí que la reemplaza. Marcos Ana es la mejor persona que he conocido en mi vida. Es increíble que un hombre al que torturaron y hasta al que dieron por muerto tres veces fuera un hombre con semejante bondad. Incluso, en el libro, no nombra a sus torturadores aunque se acuerda perfectamente de ellos, para que la vergüenza no caiga sobre sus nietos. Llegué a tener una sinopsis, pero por alguna razón no me veo haciendo una película de cárceles. Quizás por una cuestión de claustrofobia.
Lo que llegué a escribir trataba más sobre cuando sale de la cárcel después de tantos años y se marea porque tenía sus limitaciones y ahora los espacios eran descomunales. Pero sobre todo hablaba de cómo con cuarenta y pico años seguía siendo un adolescente, porque lo habían apresado con 16 o 17 años. Estaba en las juventudes socialistas en Valencia y ahí le cogieron. Y salió siendo un adolescente, entonces cuando veía una mujer, y eso lo describe él en el libro, la seguía hasta desaparecer por el metro. Un amigo llegó a sacarle una noche para que conociera el deseo carnal y lo pudiera satisfacer y se pasó toda la noche hablando con la prostituta sin hacer nada y al día siguiente le mandó un ramo de flores con todo el dinero que tenía. Yo lo hacía coincidir con el 64, que es cuando David Lean estuvo aquí rodando Doctor Zhivago. Había una especie de ensoñación donde él oye que van cantando La Internacional, y era una escena de Doctor Zhivago donde a David Lean le sorprendió que todos los extras se supieran La Internacional. Pero sí, creo que de momento sustituye a ese proyecto.
La España de Madres paralelas es un país de mujeres solas que tiran adelante.
Sí, me ha salido de mujeres solas. Es una película de mujeres, con un papel masculino secundario, algo a lo que antes se reducían los personajes femeninos. Me ha salido así, no puedo decir otra cosa. Yo cuando me pongo a escribir no tengo una tesis, la tesis la formo a posteriori, así parece que lo he hecho a propósito [risas]. Le he ido dando a los personajes lo que me pedía el argumento. Y sí que ha salido un retrato intergeneracional femenino en el que se pone en evidencia el poder de la maternidad. Porque por mucho que hagamos, que conciliemos, que avancemos… creo que los hombres no entenderemos jamás la magnitud de la maternidad. No está en nuestra genética entenderlo. Podemos hacer del feminismo algo real, podemos hacer que la vida de las mujeres sea equiparable en todo, y la situación está cambiando mucho, pero hay algo milagroso en nuestra naturaleza y la depositaria es la mujer.
Yo defiendo lo que decía la Agrado en Todo sobre mi madre: una es más auténtica cuanto más se acerca a lo que ha soñado de sí misma
Me han salido madres que, con sus defectos, tienen que tirar solas de la familia. Y, a la vez, al final también dejo caer de modo sutil un nuevo tipo de familia. La familia hace mucho que cambió. Hay muchos tipos de familia, yo ya en La ley del deseo propongo una que forman dos hermanos que cuidan de una niña y eso es también una familia, aunque no sean biológicas y no sean la idea que puedan tener en Roma de lo que es una familia. Yo propongo un tipo de familia donde hay dos mujeres, habrá una niña, lo que venga y un hombre, y ese núcleo es un núcleo de emociones y cuidados a los más pequeños. Yo conozco a algunas de esas madres vocacionales y creo que si la idea de la familia sobrevive es gracias a esas personas, que con sus parejas del mismo género o ellas solas se lanzan a la maternidad con gran vocación. Son familias más deseadas que la heteropatriarcal y normativa, porque hay un deseo profundo, se enfrentan dificultades y han de superarlas.
En Madres paralelas, los personajes viven su sexoafectividad de una manera libre, lejos de etiquetas, algo que dialoga con sus primeras películas, que ya hablaban de esto hace más de 40 años.
Para mí la sexualidad siempre ha sido un modo de expresión y uno de los grandes dones, uno de los grandes regalos que nos han hecho a los seres humanos. En mis películas hay muchos bisexuales, que se habla poco de ellos, o personas que simplemente tienen experiencias con ambos géneros. Porque creo que eso lo que pasaba en esos años de la Movida, que la gente se acostaba indistintamente con ambos géneros sin etiquetarse, y después se centraban o no en uno de ellos. En la relación de ellas dos me gusta que las protagonistas vivan así su sexualidad, que haya naturalidad y deseo espontáneo.
Ahora tenemos tantas etiquetas e incluso falta de ellas, lo cual me gusta mucho. Por ejemplo, con el género no binario. Me parece bien que cada uno se defina de acuerdo a lo que percibe de sí mismo, porque creo que el género está en la mente de cada uno. Es tan amplio como eso, por mucho que no les guste a algunas feministas esa definición. En su día, esto se llamaba 'Non Identified Gender' y yo lo conocí en las universidades de Estados Unidos, era una batalla de gente muy joven, de 18 a 20 años. Me parece que Es un síntoma de libertad.
Sobre todo para las y los transexuales ha sido tan duro llegar ahí, han tenido que sufrir tanto física y psicológicamente para llegar ahí que, yo no quiero quedar mal con nadie, pero me parece mal que algunas feministas, las históricas, marginen a las mujeres trans. A las últimas trans no les importa que les siga llamando así, pero yo soy amigo de algunas de las históricas y no les hace ninguna gracia, son mujeres. Han luchado mucho, han pagado un precio muy alto por llegar ahí, por ser mujeres u hombres. Esto está en plena discusión, hay muchas susceptibilidades heridas, sobre todo por parte de estas feministas, pero yo defiendo lo que decía la Agrado en Todo sobre mi madre: una es más auténtica cuanto más se acerca a lo que ha soñado de sí misma.
El personaje de Aitana Sánchez-Gijón dice en un momento de la película: “yo soy apolítica, mi trabajo es gustarle a todo el mundo”. Evidentemente, usted no es apolítico, pero ¿alguna vez se ha arrepentido de mojarse tanto?
Al contrario, me hubiera gustado implicarme más, meterme en más charcos. A veces los evitas por simple comodidad o para concentrarte en lo tuyo. Curiosamente, esa frase es real, se la oí a una actriz en televisión. Después del histórico ‘No a la guerra’, escenificado en la ceremonia de los Goya, el PP nos convirtió a todos los que ellos llaman titiriteros para burlarse de nosotros, a todos los que nos dedicamos a este oficio, en su bestia negra, y es cierto que en ese momento, que además tenían el poder, la hostilidad nos la hicieron notar mucho.
Me olvido de todas a la hora de escribir, porque estoy seguro de que con cada cosa que escribo estoy ofendiendo a alguien, pero no por voluntad mía, sino porque seguro que hay alguien que no está de acuerdo
La cultura nunca ha tenido particular protección, ni siquiera con los socialistas, pero la derecha ha hecho verdaderas campañas difamatorias, por ejemplo, contra la familia Bardem. Eso no era cómodo. Yo ese año no tuve ningún premio, pero yo estuve en esa gala y me sentí muy orgulloso de ella. Pero es verdad que de repente ser actor o actriz se convirtió en algo incómodo. Y provocó que algunos dijeran, nos pasamos. Y desde luego se notó en subvenciones, en trato personal… De ahí que muchos actores dijeran que no es que fueran apolíticos pero sí que tenían que gustar a todo el mundo.
Ahora también vivimos un momento de muchas susceptibilidades, de tener miedo a las reacciones ¿Cómo le afecta eso en su creación?
Por salud mental o inconsciencia no tengo miedo ni tengo ninguna preocupación a la hora de crear. Pero esto por ejemplo de la sensibilidad católica que ahora aducen, por lo que quisieron condenar a Rita Maestre, eso no existía cuando yo hice Entre tinieblas. Nunca ha habido tanta sensibilidad católica como ahora mismo. Vivimos en un mundo en el que todo son susceptibilidades, y me olvido de todas a la hora de escribir, porque estoy seguro de que con cada cosa que escribo estoy ofendiendo a alguien, pero no por voluntad mía, sino porque seguro que hay alguien que no está de acuerdo. Pero me parece peligroso y uno tiene que olvidarse de eso, porque si no viene la autocensura, que es la peor de las censuras.
Yo lo de lo políticamente correcto creo que es uno de los grandísimos males actuales, y esto unido a las redes sociales que le da voz a una masa anónima, sin cara, que organiza el odio... me parece una situación delicadísima y mucho peor que cuando empecé. A mí me preguntan mucho si se estrenarían ahora mis películas de aquella época, y no lo sé, pero sí sé que yo las haría. En lo que dependiera de mí las haría, pero probablemente a la tercera los distribuidores dijeran que ya no la distribuyen. Creo que es muy importante que la gente joven que está empezando en YouTube, en cine o donde sea, que se atrevan a ir lo más lejos que puedan. Que sean personales, que digan cosas de formas que no se han dicho, porque el futuro es de ellos.
Yo voy todos los fines de semana al cine, y todos los fines de semana acabo frustrado, pero en el último Cannes ha sido un desahogo, una alegría ver que hay películas como Annette o Titane, que son absolutamente de autor, que no se parecen a ninguna otra, y están ahí, así que creo que todavía hay esperanza. En España creo que los chicos que quieran empezar haciendo un cine muy personal y probablemente muy minoritario lo tienen más difícil que nunca, porque las ayudas no piensan en esos cineastas.