Javier Giner presenta 'Yo, adicto': "Es un grito salvaje y radical a favor de la bondad, la empatía y comunicar las vulnerabilidades"
- El creador de la serie y su actor protagonista Oriol Pla hablaron con EL ESPAÑOL sobre el proceso y el viaje que han vivido juntos a nivel creativo.
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La temporada televisiva sigue su curso y sin duda nos tiene guardadas las mejores series para el final del 2024. Una de las grandes imprescindibles será sin lugar a dudas Yo, adicto, la descarnada adaptación de la novela homónima escrita por Javier Giner, que también se encarga, junto a Aitor Gabilondo (Patria), de llevarla a la pantalla. Acaba de estrenarse en Disney+ y ya está entre las grandes series españolas del año.
Proyectada por primera vez en la pasada edición del Festival de San Sebastián, Yo, adicto cuenta cómo Javier Giner (al que interpreta maravillosamente Oriol Pla), profesional de la industria audiovisual, decide a los 30 años ingresar voluntariamente en un centro de desintoxicación.
En el momento de máxima oscuridad, tomará la decisión de pedir ayuda profesional movido por un instinto de supervivencia desesperada. Sin saberlo, ese gesto le cambiará la vida, convirtiéndole en una nueva persona.
Preparados para el estreno de la miniserie de seis episodios, Javier Giner y Oriol Pla charlaron con EL ESPAÑOL sobre el viaje que han vivido juntos a nivel creativo. Nos reciben, curiosamente, en un bar donde parece que solo sirven bebidas alcohólicas y comentan esto mismo, entre risas.
Ambos están muy entusiasmados por el lanzamiento de la ficción y cuentan cómo fue abordar este punto de vista tan concreto y de qué manera puede contribuir para eliminar el estigma que sigue habiendo con las personas adictas.
La sinceridad como prioridad
Aunque es cierto que conocemos -o creemos conocer- el mundo de las drogas por lo que se muestra en las series y el cine, lo cierto es que muy pocas veces se habla de lo que ocurre después, de lo que pasa con aquellas personas que no pueden dejarlas. Por eso es especialmente bienvenida una serie tan desgarradora como Yo, adicto, que a través de la sinceridad extrema y casi kamikaze de Javier Giner, se lanza de lleno a poner este tema sobre la mesa.
"Realmente, la parte más llamativa o lo que tú puedes esperar como espectador de una ficción que se titule Yo, adicto prácticamente solo transcurre en el primer episodio. Porque a mí lo que interesaba narrar, era justamente qué pasa cuando acaban todas esas ficciones que todos conocemos sobre el descenso a los infiernos", arrancó Javier Giner.
"Claro, como está basado en hechos reales y en mi propia experiencia y mi propio proceso de desintoxicación, para mí era muy importante y vital ser radicalmente honesto con la forma de presentarlo, de hablar de ello y la forma de desestigmatizar. Y para eso una condición sine qua non era abrirme en canal. No me lo he planteado como algo valiente, no me siento así y no creo que sea especialmente valiente, pero sí que me he empeñado mucho en ser radicalmente honesto y contar las cosas tal y como son".
"Y como respuesta a esa honestidad y ese compromiso, pues yo me sentí invitado y con muchas ganas a responder a todo eso, a esa misma vibración que estaba proponiendo Javi", agregó Oriol Pla. "Para mí todo el proceso ha sido tremendamente transformador a muchos niveles".
Borrando el estereotipo
Acostumbrados a ver cómo se perpetúan los estereotipos de las personas adictas, muchas veces retratadas como bichos raros o gente de la que es mejor permanecer lejos por si te contagian algo, llega Yo, adicto, una serie dispuesta a eliminar el estigma. "Hay una reivindicación muy consciente y muy política, de dotar de voz a personas que normalmente no la tienen, o a personas que son juzgadas, condenadas, marginalizadas o que son observadas desde una especie de superioridad moral", explicaba al respecto Giner.
"Al final, un enfermo mental o una persona que sufra cualquier tipo de trastorno relacionado con la salud mental, ya sea una adicción u otro tipo de enfermedad, como algunos de los personajes en la serie, son seres humanos. El hecho de que haya un estereotipo es como una simplificación muy inhumana de una etiqueta muy vaga. Nos quedamos con la superficie, con un personaje, con una idea que de alguna manera resume toda una vida y toda una experiencia de una persona. Y lo que hemos intentado en la serie es dotar de humanidad a todo eso".
El autor de la novela homónima en la que se basa la serie cree que está removiendo porque "muy pocas veces se ha contado la enfermedad mental o la adicción desde el punto de vista humanista" y porque "siempre se ha hecho desde el infierno que se vive o desde la condena". "Nunca se ha hecho el esfuerzo de explicar exactamente lo que es la adicción y eso es lo que creo que hace la serie", destacó.
"En el momento en el que tú empiezas a escarbar en esas problemáticas, te das cuenta de que lo que hay por debajo es un dolor, una frustración, una inseguridad, un miedo o unos complejos o unas creencias irracionales que no solo le pertenecen al adicto, le pertenecen a cualquier ser humano. También a ti, aunque no tengas ningún tipo de problema con la adicción".
"Al final, la experiencia de estar vivo y de ser humanos nos es común a todas las personas y en eso reside la empatía. Creo que la serie es un grito salvaje y muy radical a favor de la bondad, de la empatía y a favor de la comunicación de nuestras vulnerabilidades".
"Vivimos en una sociedad y en un mundo donde ser honesto se ha convertido en un acto punk. Ahora, de repente, ser vulnerable es algo revolucionario y nos hemos olvidado de comunicarnos desde ahí. Justamente a mí fue eso lo que me salvó la vida", añadió.
Por su parte, Oriol Pla, opinó que "la serie también lucha contra la alienación, que es uno de los males que mencionábamos: esa mirada superior, simplista y superficial. Y también es una serie muy humanista, en el sentido de que es estructural, social. No podemos entender esta enfermedad como un acto individual, porque al final también es una mirada muy clásica. No podemos entender la enfermedad sin entender la alienación, la presión social, el desamparo humano que sentimos y en el que estamos como sociedad".
La visibilidad
Otro de los temas que se abordaron durante la conversación tuvo que ver con el discurso que tiene Yo, adicto y la manera en la que se ha construido a través de un equilibrio constante que visibiliza lo que debe sin sentar cátedra o caer en un sermón de autoayuda.
"Es que yo creo que la historia misma es como es esta persona que está haciendo este proceso. Tú lo haces con él y es inevitable que haya frases que te apuntas en la libreta que no quieren ser de autoayuda, pero que no dejan de formar parte de un viaje de autoconocimiento", explicaba Javier Giner.
"Si dividimos esta serie, podríamos decir que son cinco horas de un thriller emocional. Pronto comienza a narrar un viaje de autoconocimiento hacia el interior de uno mismo. Y creo que la historia en sí misma genera unos límites concretos y al mismo tiempo es inevitable también que la personalidad de todos los que formamos parte de la serie impregne la propia serie".
"A mí la literatura de autoayuda como tal me produce mucho rechazo y yo me niego a colocarme en un lugar en el que decirte cómo vivir tu vida o cómo solucionar tus problemas. Sobre todo porque no tengo las respuestas. Y parte de la honestidad radical de la que te hablaba antes también es esto, decir 'yo estoy encontrando mis respuestas y tú estás encontrando las tuyas y cada cual encuentra las suyas'. No soy ningún gurú", agregó con firmeza.
"Este viaje de desintoxicación para mí ha sido un viaje de autoconocimiento y de cómo aprender a vivir mi vida de manera sana, sin dañarme y sin dañar a los demás. Pero eso no quiere decir que yo tenga las respuestas de todo, porque yo cuento mi historia no para ponerme como ejemplo, sino para acompañar. Y ese viaje es íntimo y personal. Estamos en contra de esta literatura de autoayuda simplista, superficial, que va como al arreglo rápido, a la frase hecha, a unos mandatos emocionales que no sirven de nada. Yo no soy un profesional y no quiero serlo, simplemente ayudo como puedo, que es contando mi historia en el formato en el que yo vivo mi vida, que es el formato audiovisual".
Mucho riesgo
Puede que, alejándose de los estereotipos previamente mencionados, cueste incluso menos dejarse llevar por la historia y conectar muy fácilmente con la historia de Javier, el protagonista. "Hemos corrido muchos riesgos, pero uno de ellos tiene que ver con el personaje principal", empezó a desgranar Giner.
"En los dos primeros episodios dudas como espectador entre querer romperle la boca porque es absolutamente insoportable y sentir lástima de él. Y esa dualidad es absolutamente real. Es decir, la adicción te transforma en un monstruo. Aunque tengas tu mismo aspecto, la adicción te transforma en alguien que no eres tú. Es como si tomara el control de tu vida y tú no fueras dueño de tus propios actos. Te deforma de tal manera que la forma que tienes de relacionarte con el mundo y de actuar está atravesada por esa deformación".
"Y para mí era muy necesario mostrar qué implica estar enfermo, para desde ahí empezar a eliminar las capas y llegar a la herida que provoca la enfermedad", comentaba. "Parte de la desestigmatización de la serie comienza en lo que comentamos. Si yo digo la palabra yonqui, te viene algo a la mente, que es el heroinómano de los años 80 con la aguja colgando que pegaba palos en los portales para conseguir caballo. Un imaginario muy concreto. Pero claro, yo también soy un yonqui y he conocido yonquis con carreras teóricas, con éxito, con un capital social envidiable, con una vida relativamente estructurada dentro de su propia locura".
Javier Giner también recordaba sus propias experiencias para conectar con sus argumentos. "En mis periodos más oscuros, cuando ya era un alcohólico, a mí nunca se me dijo que lo era, porque claro, como no hablamos abiertamente de todos estos procesos de manera adulta, humana, madura y con la complejidad que tienen, es muy difícil identificarlos. Y como no me levantaba y desayunaba vodka, yo pensaba que no era alcohólico, porque en mi propio imaginario el alcohólico es al que le cierran el bar y se lo llevan a rastras a su casa", decía.
"Pero de repente ingreso en una clínica de desintoxicación y es ahí dentro cuando empiezo a aprender sobre mi propia enfermedad y me doy cuenta de que se puede ser alcohólico sin consumir alcohol o cocaína a diario. Al final, el intentar desestigmatizar es hablar con absoluta sinceridad de cómo es la enfermedad", alegaba.
Sin caer en el morbo
Entre todas las cualidades positivas de las que puede presumir Yo, adicto -que no son pocas-, quizá una de las más importantes es su manera de huir radicalmente del morbo en todo momento, haciendo que la historia sea íntima sin recrearse en la pornografía del dolor.
"Creo que la humanidad está por encima del morbo. Es decir, creo que la serie está impregnada de una manera consciente e inconsciente de mi mirada y mi punto de vista", señaló. "Es un punto de vista es muy amoroso, desde muchísimo cariño", se incorporó Oriol Pla.
"Hay una ternura que subyace a todas esas personas que nos hemos perdido o que nos hemos equivocado, o que nos hemos roto en un momento dado, sin compadecer, claro. Y luego hay otro tema también que recae más bien en los actores, especialmente en Oriol, como maestro de ceremonias y conductor de toda la serie, que es la humanidad que cada uno de ellos trae a su personaje", continuó Giner. "Han hecho un trabajo tremendamente valiente de no quedarse en la superficie o en el estereotipo. La forma en la que Oriol ha defendido a Javier Giner es desde una profunda humanidad y desde una profunda comprensión y respeto hacia esa persona, por muy equivocada y monstruosa que sea por momentos".
Las redes de personas
Por último, la conversación giró en torno a las redes de apoyo y la importancia que tiene formar parte de una comunidad, especialmente en la historia que se cuenta en Yo, adicto.
"No es baladí que los grandes avances tienen que ver con el grupo y con el vincularse con el círculo, con ese encuentro equitativo en el que hay que validarse a través de los otros, porque te hacen de espejo para crecer. Es algo también muy necesario en una sociedad en la que tú solo tienes que poder conseguirlo todo. El pedir ayuda, que sería una de las primeras cosas que un adicto tiene que permitirse para desestigmatizar, el aceptar que no puedes solo... Hasta que no se hace ese acto de humildad y el adicto se rinde, no va a poder nunca solo", observó Oriol Pla.
"El vínculo, la relación con los otros es lo que nos mantiene a flote. Entender que somos un organismo y que intentar vernos como individuos completos en nosotros mismos es muy utópico y es una presión que genera en muchos casos una autoflagelación y un sufrimiento. Y en esta sociedad tan capitalista del individuo y de la alienación, donde se ha sustituido la relación por la conexión y la información antes que la relación más profunda y el vínculo, cada vez estamos más aislados. Por eso ese necesario ser honesto y subversivo, eso es realmente revolucionario".
Javier Giner concluyó haciendo un paralelismo, expresando que "los grandes avances sociales y políticos siempre han sido avances colectivos" y que "Yo, adicto, sin ser una serie política, sí que termina siéndolo. Tejimos una reivindicación muy radical del humanismo, de la vulnerabilidad, de la fragilidad, pero también de lo colectivo. Al final es tan sencillo como que el poder de lo colectivo multiplica el poder individual. Da la sensación de que en la sociedad que la que vivimos cada vez se nos está olvidando más, pero creo que también hay un poso ahí de reivindicar la unión entre los seres vivos. Y de que juntos somos mejores".