En estos momentos todo el mundo habla de dos series. La primera, The Crown, se ha confirmado como la joya de la corona de Netflix y todo el mundo se ha rendido a sus pies. Es una serie de consenso. Nadie puede negar que es una ficción brillante. La competencia, por su parte, tiene Watchmen, la adaptación apócrifa del cómic de Alan More y Dave Gibbons que es más una continuación libre con el espíritu de la obra original que otra cosa.
HBO ha conseguido un nuevo fenómeno de culto. Watchmen es demasiado críptica, arriesgada e infiel al cómic para ser un nuevo Juego de Tronos, pero es tan buena y diferente que ha conseguido una masa muy fiel de seguidores que hablan todo el rato de lo que ocurre en la serie. De entre todas ellas, hay un suceso que se ha alzado como el gran hilo conductor de la serie: la matanza en el Black Wall Street de Tulsa en 1921.
Watchmen es una serie que habla sobre el racismo. Pero no sólo sobre el auge de la extrema derecha o sobre un caso concreto, sino sobre el racismo como una enfermedad que carcome EEUU desde su fundación. Se han dado pasos, sí, pero sigue siendo un país xenófobo que no ha sabido nunca quitarse la lacra del racismo. Por ello es tan inteligente la decisión de su creador, Damon Lindelof, de usar un hecho salvaje que casi nadie conoce: el asesinato de 300 negros en Tulsa, Oklahoma, en unos hechos salvajes que fueron ocultados por todos durante décadas, y que no fueron reconocidos y se iniciaron las compensaciones hasta 1997.
Fue la noche de 31 de mayo cuando se prendió la mecha que iniciaría la masacre. El racismo se había incrementado, y aunque las personas de color y los blancos habían combatido juntos en la Primera Guerra Mundial, no había servido de nada. El Ku Klux Klan resurgía con fuerza y todo iba formando un caldo de cultivo que sólo necesitaba una pequeña chispa para explotar.
Lo provocó una 'fake new'. El Tulsa Tribune publicó el 31 de mayo una noticia diciendo que un menor negro había abusado de una joven blanca. Daban todos sus datos personales y llamaba a a la rebelión. El joven había sido puesto en libertad y todo había quedado como un malentendido, pero el medio decidió que era un buen suceso para darle la vuelta y agitar al supremacismo blanco, que recibió la noticia con sus antorchas en alto.
No es casualidad que fuera en Tulsa, ya que allí se había formado lo que se conocía como el Black Wall Street. Un barrio que nada tenía que ver con la bolsa de EEUU, sino que se llamó así al lugar donde toda la comunidad negra creó su hogar. Un b arrio próspero, lleno de comercios, que fue asaltado aquel día. Negocios quemados, matanzas, palizas, bombardeos… todo lo que muestra Watchmen es real, y una vez ocurrió se calló durante años.
La mayor parte de los americanos reconocen que no saben qué es la matanza de Tulsa de 1921. No se estudia en los libros de historia. No se habla de ello, e incluso desaparecieron las noticias que iniciaron la masacre. Si no se cuenta no ocurrió, debieron pensar entonces. Pero los supervivientes y sus herederos sí recordaban. No fue hasta 1997 cuando por fin se aceptó la masacre y se comenzaron las labores de recompensar a las víctimas. Un hecho histórico que una ficción ha recuperado y que ha dado a conocer en todo el mundo.