La segunda temporada de Narcos llega el dos de septiembre con una cosa bien clara: Pablo debe morir. La caza del narcotraficante más famoso de todos los tiempos continúa, en el trailer que Netflix ha ofrecido comienza con 4.000 soldados, cuatro helicópteros, cientos de miles de balas y la mayor cagada policial de la historia.
En el final de la primera temporada dejamos a Pablo Escobar (interpretado por Wagner Moura) recién escapado de la cárcel que él mismo se construyó, ‘La Catedral’ un centro penitenciario de lujo al que no se podía acercar la policía a menos de cuatro kilómetros. Mientras, la Agencia de Control de Drogas (DEA) seguía desplegando dispositivos para luchar contra Escobar, que es más peligroso cuando casi creen que van a cogerlo.
El narcotraficante político y altruista
Los diez capítulos de la primera temporada fueron un rotundo éxito, la crítica y el público se deleitaron viendo cómo Pablo Escobar se reía del gobierno colombiano y de los americanos, mientras conquistaba al pueblo. La serie transcurre entre los setenta y los noventa cuando el Cartel de Medellín, liderado por Escobar, controlaba el 80% del mercado mundial de la cocaína. Pero los dominios de Escobar iban mucho más allá de las drogas, en 1991 consiguió que se cambiase la Constitución colombiana para que se prohibiera la extradición de delincuentes colombianos por crímenes cometidos en otros países, de este modo seguía campando a sus anchas.
La serie transcurre entre los setenta y los noventa cuando el Cartel de Medellín, liderado por Escobar, controlaba el 80% del mercado mundial de la cocaína
La serie original de Netflix ha conseguido mostrar la vida de uno de los mayores narcotraficantes de la historia reflejando la dualidad que Pablo Escobar representaba. Frente al asesino está el hombre que construyó un barrio para que decenas de familias dejasen de vivir en un vertedero. Frente al padre entregado está el infiel que le pone los cuernos a su mujer. Detrás de todo esto siempre está Pablo Escobar, el hombre que hizo creer al mundo que fue un niñito desamparado y que, en realidad, venía de una familia acomodada y era el niño mimado de su madre.
El Cartel de Medellín llegó a ser un negocio más que rentable, tanto que no importaba perder 2.100 millones de dólares al mes porque lo guardaba en escondites secretos y las ratas y la humedad estropeaban los billetes. Su hijo, Juan Pablo Escobar, afirmó que “hubo un momento en el que no había más cosas en las que gastar el dinero”. Después de que tuviese la finca más grande de Colombia, una colección inigualable de coches de lujo y un zoológico lleno de especies exóticas, de hecho tenía la población de hipopótamos más grande del mundo fuera de África. Escobar llegó a ser tan rico que en 1989 la revista Forbes lo nombró el séptimo hombre más rico del mundo.
La carrera política del narco fue en ascenso y llegó a ser elegido suplente al Senado, pero Escobar no se conformaba con eso y le decía a su mujer que se preparase para ser primera dama
Pero para limpiar el dinero que conseguían del tráfico de drogas se vieron en serios problemas y él se vio obligado a adecentar su imagen pública. Escobar tuvo que crear una pantalla que de cara a los ciudadanos, para ello construyó decenas de campos de fútbol, un barrio entero para que las familias dejasen de vivir en un basurero e incluso se ofreció a pagar la deuda de Colombia. La carrera política del narco fue en ascenso y llegó a ser elegido suplente al Senado, pero Escobar no se conformaba con eso y le decía a su mujer que se preparase para ser primera dama. Sin embargo, su carrera política se acabó y comenzó una bien distinta: la guerra armada, que se saldó con tres candidatos presidenciales asesinados.
Plata o plomo
En plena guerra de Pablo Escobar se acabó la primera temporada, a tan sólo un año y medio de su muerte. Que el narco va a morir lo dice la historia, la pregunta es quién lo matará. La segunda temporada promete alcanzar niveles de violencia altísimos (todo un reto para los productores que en la primera entrega de la serie ya mataban por doquier) y narrar paso a paso la caída de Escobar.
En esta segunda temporada cobrará mayor protagonista la mujer del narcotraficante, Tata, que tendrá que elegir entre proteger a sus hijos y seguir al lado de su marido, más vulnerable que nunca. El declive de Escobar mostrará el lado más humano del criminal. La interpretación de Wagner Moura dará mucho que hablar, sobre todo por la gran expresividad de sus ojos y por la mejora de su acento colombiano, ya que el actor es de origen brasileño y recibió muchas críticas por su forzada forma de hablar.
La nueva temporada explotará los nuevos conflictos de la Colombia de la época, es decir, la guerrilla comunista y los paramilitares de la extrema derecha
El descenso del narco reflejará la lucha entre sus enemigos por matarlo. No sólo la policía colombiana quiere acabar con él, si no que cada vez hay más gringos intentando cargárselo. A los agentes de la DEA se le sumará una jefa que no se sabe muy bien de qué lado está. Además, habrá un nuevo embajador de Estados Unidos bastante más combativo y la aparición de agentes de la CIA que no se andan con tonterías.
En la lucha contra el narcotráfico seguirá habiendo “plata o plomo” (la ley de Escobar, o aceptas el soborno o te mato), pero explotará los nuevos conflictos de la Colombia de la época, es decir, la guerrilla comunista y los paramilitares de la extrema derecha. En pleno proceso de paz de las FARC la segunda temporada de Narcos mostrará las disputas que aun hoy no han acabado, el narcotráfico sigue fuera de Netflix.