El capítulo de ‘The Crown’ que muestra el miedo de la monarquía a un gobierno progresista
El primer episodio de la tercera temporada muestra el recelo de Isabel II al gobierno laborista de Wilson por si amenazaba la monarquía, una situación que podría pasar en España.
9 enero, 2020 03:09Noticias relacionadas
La reina Isabel II se prepara una tostada en el desayuno mientras su marido, Felipe de Edimburgo, ve atento el telediario. Es el año 1964 y Reino Unido se enfrenta a unas nuevas elecciones para elegir a su primer ministro. Felipe pide a su sirviente que le suba el volumen para escuchar la previa. Mientras, la Reina recibe un duro golpe, Winston Churchill, el líder conservador, ha sufrido una embolia. Él fue el único político con quien ella había realmente congeniado.
En la televisión sale una figura completamente opuesta a la de Churchill. Un hombre bajito, poco corpulento, con cara afable. No lo suficiente para contentar al consorte. "¿Sabes que si ese hombre gana querrá echarnos? La mitad de sus ministros son antimonárquicos convencidos, querrán pasarnos por la guillotina", dice enfadado. Se refiere a Harold Wilson, líder laborista que pocas horas después se convertiría en el primer ministro, dicen que uno de los más socialistas y progresistas de la historia del país.
La escena abre la tercera temporada de la maravillosa serie The Crown, escrito por Peter Morgan, el cronista de la monarquía en obras como The Queen, y la mejor ficción de Netflix. Muestra con gracia y acierto un tópico: el miedo de la monarquía a la llegada de gobiernos de izquierdas pensando que van a querer acabar con ellos. La situación, recuerda al momento actual español, cuando la derecha preconiza el final del reinado de Felipe VI por el gobierno de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Tanto en la ficción como en la realidad ese miedo se basa en políticas del miedo más que en datos reales. Es cierto que el gobierno de Wilson contaba con muchas personas republicanas, pero una cosa que deja clara siempre la serie es que la salud de la monarquía tiene que ver con el momento social que consiguen sus primeros ministros. Harold Wilson fue uno de los líderes que más reformas sociales hicieron, y eso no fue ninguna barrera para que su relación con la monarca fuera excelente a pesar de las reticencias iniciales.
De hecho, la reina fue a cenar al 10 de Downing Street para anunciar su dimisión, un honor que sólo ha concedido a otro primer ministro,Winston Churchill. Un conservador y un laborista como Primeros Ministros preferidos.
Ante los apocalípticos Pablo Iglesias ya ha respondido en su primera entrevista como vicepresidente que no habrá pulso a la monarquía. "Creo que sería muy ingenuo pensar que en el corto o en el medio plazo en España se va a producir una suerte de transición hacia un sistema republicano, porque eso requeriría de unas mayorías parlamentarias y sociales amplísimas, que creo que en este momento no existen", ha dicho en El Diario, donde también ha advertido que ahora mismo la mayor amenaza a la institución viene de la derecha: "Piensan que ayudan a Felipe VI diciendo 'viva el rey'. Lo que más daño hace a Felipe VI es que los diputados de Vox digan 'viva el rey', o que solamente lo digan los diputados del Partido Popular".
¿Sabes que si ese hombre gana querrá echarnos? La mitad de sus ministros son antimonárquicos convencidos, querrán pasarnos por la guillotina
Wilson, cómo no, se enfrentó a las fake news y a miles de rumores y mentiras, entre ellos los que aseguraban que era un espía de la KGB, algo que según la serie de Netflix la reina llega a pensar porque sí que había un espía, pero se trataba de Sir Anthony Blunt, encargado de la colección de arte de la Familia Real, y al que mantienen en el puesto a pesar de todo para no levantar un escándalo. Por su parte, el primer ministro se convirtió en el mejor garante dela monarquía en un momento en el que su popularidad estaba bajo mínimos.
El primer episodio de la tercera temporada también muestra el primer encuentro de la reina y el político, y ambos tienen reticencias. Él empieza pidiendo disculpas por no ser de su agrado y porque estaba convencido de que ella prefería a su predecesor. "Es mi deber no tener preferencias", contesta Isabel, por lo que él explica su argumento. "Todos las tenemos, es humano. Él es de buena cuna, sabe qué cubiertos usar a diferencia de un gañán como yo. El país ha dicho que están harto de los conservadores, del caos que han provocado, de que la vivienda esté disparada, de las revueltas raciales, de los escándalos sexuales o el déficit anual", dice Wilson aportando argumentos que suenan actuales en 2020.