'Tigre blanco', la sorpresa de Netflix que debería desmontar los prejuicios sobre el cine indio
El director Ramin Bahrani y los actores Priyanka Chopra Jonas, Adarsh Gourav y Rajkummar Rao desgranan todas las claves de la nueva película de Netflix, 'Tigre blanco'.
27 enero, 2021 11:07El pícaro Balram también se las ha ingeniado para entrar en la lista de las películas y series más vistas de Netflix en España con Tigre blanco, la radical película que narra la historia de un campesino humilde que acaba convirtiéndose en un poderoso hombre de negocios en Nueva Delhi.
Esta película basada en la famosa novela homónima de Aravind Adiga, un salvaje retrato sobre la clase, la desigualdad económica, el capitalismo y la ambición publicado en España por Roca Editorial y que ahora salta el cine de la mano de Ramin Bahrani, un director estadounidense cuyas raíces iraníes han servido para insuflar de autenticidad y nervio a este relato ambientado en la India contemporánea. Sus compañeros de viaje han sido tres actores indios con historias muy distintas a sus espaldas: una estrella de Hollywood más famosa por su vida privada que por su carrera y que vuelve a sus orígenes para demostrar hasta dónde puede llegar como actriz (Priyanka Chopra Jones), una superestrella de Bollywood que se presenta al mundo occidental a través de Netflix (Rajkummar Rao) y una revelación absoluta que da vida al antihéroe protagonista (Adarsh Gourav).
"Conozco a Aravind desde la universidad. Es uno de mis mejores amigos desde entonces", explica Bahrani sobre su relación personal con el autor y el libro. El director nació en Estados Unidos, a donde sus padres se habían trasladado con la esperanza de cumplir el sueño americano. Adiga también había vivido en sus carnes la experiencia de los inmigrantes. En su caso Sidney, Australia, fue el destino de su familia. La prestigiosa Universidad de Columbia, Nueva York, fue la culpable de que se unieran sus caminos a mediados de los años noventa. "Hemos intercambiado ideas, guiones, novelas… durante treinta años. Recuerdo cuando me mandó un borrador de El tigre blanco, puede que hace 15 años ya. Me quedé impresionado. Llevaba tiempo intentando publicarlo y no lo conseguía. No lo entendía". En 2008 el autor consiguió finalmente su meta y el libro salió adelante, conquistando a la crítica y entrando en la lista de los más vendidos del New York Times. El prestigioso premio Booker fue la guinda del pastel. Pero la historia del ambicioso Balram no podía quedarse ahí.
"Me ayudó que hubiera muchas ideas y conceptos que ya habían aparecido en mis películas: clase, desigualdad económica, los problemas de la clase trabajadora…", recuerda el director de 99 homes y A cualquier precio antes de destacar el gran elemento diferencial de la novela. "Aravind añadió una capa extra: mucho sarcasmo y humor. Es un libro divertido. Ese tono era algo nuevo para mí y quería incorporarlo a la película. Habla de cosas importantes, pero el libro es divertido y ágil".
La omnipresencia de Balram en pantalla y la aparición constante de la voz en off exigían que el actor que lo interpretara estuviera a la altura del reto. Bahrani descartó la vía fácil y evitó recurrir a nombres más famosos como el de Dev Patel, nominado al Oscar por Lion y protagonista de Slumdog Millionaire, los dos acercamientos más notorios y recientes de Hollywood a la India. "Desde el principio tuve claro que quería un actor local, a ser posible alguien nuevo y sobre el que el público no tuviera una imagen creada. Idealmente me interesaba que fuera alguien que no se había criado en una gran ciudad y que no saliera de una familia rica. Vimos a mucha gente, y de repente apareció él".
Antes de llegar a Tigre Blanco, Adarsh Gourav era un actor, cantante y compositor cuya experiencia ante la cámara se limitaba a un puñado de papeles sin mucha importancia en la televisión de su país. "Se vistió como el personaje y ni siquiera iba calzado. Se sentó en el suelo como lo haría Balram. Cuando lo vi, lo único que pude pensar en ese momento es que ojalá supiera actuar", confiesa Bahrani. Por suerte para todos los implicados, Gourav se había formado durante años en la mejor escuela de interpretación del país, a la que solo pudo acceder gracias a una beca. "La primera vez que me encontré con Ramin ya había pasado un par de audiciones. Me empapé de Balram y el libro antes verle. De pequeño nunca había sido un gran lector, pero me hice una idea general del personaje, fui a una tienda y compré la ropa que pensé que llevaría el joven campesino". Funcionó.
La llegada de Priyanka Chopra Jones a la película fue muy diferente. La actriz, una estrella en su país que decidió hacer las maletas e irse a Hollywood para protagonizar la serie Quantico en 2015, había leído el libro diez años antes de la mañana que descubrió en los medios especializados que había una adaptación al cine en marcha. "Llamé inmediatamente a mi agente para decirle que esa película no se iba a hacer sin mí", admite la actriz entre risas. "El personaje de Pinky en el libro es menos importante que en la película, pero me llamó mucho la atención. Soy una mujer india que creció en la India, pero llevo varios años viviendo en América y conecté con esa parte del personaje". No fue el único motivo para involucrarse con esta historia que ofrece una mirada fría y sin concesiones a su país. "La desigualdad social en India es brutal y apenas se habla de ello en público, pero es un problema que sigue ahí a pesar de todo. Debería haber una conversación pública sobre ello y me parece muy inteligente provocarlo a través de una obra de ficción".
El director había pasado tres años de su vida adulta viviendo en Irán, el país de sus padres, pero apenas conocía la realidad de la India antes de sumergirse en las páginas de El tigre blanco. Para entender bien a su personaje protagonista, se pasó dos meses viajando por las localizaciones del libro, incluso cuando no estaban en el guion. "Viajé a pie aconsejado por el propio Aravind", recuerda Bahrani. "Las personas como Balram no viajan en coche con un chofer y aire acondicionado. Nueva Delhi es un lugar caótico en verano, con más de 100 grados. Times Square parece un patio de colegio a su lado. También decidí que iba a contar con un equipo local, 99% indio. Bollywood es una de las industrias más poderosas del mundo".
Rajkummar Rao, encargado de interpretar al joven adinerado que vuelve a India para poner en práctica todo lo que ha aprendido en América, estaba en la situación contraria. "Nunca había interpretado un personaje así. Tuve que aprender un nuevo acento, entendía cómo hablaban los americanos, pero no podía hablarlo. No quería sonar como un cliché, ni resultar forzado". En la filmografía del actor, una superestrella en su país, estaban las clásicas películas de Bollywood, pero también películas independientes. "Cuando le conocí hablaba mucho de Christian Bale como referente", recuerda el cineasta. "Raj se transforma mental y físicamente. Tiene esa extraña cualidad de estrella de cine que también puede ser un actor de carácter".
Tigre blanco rompe con las expectativas del espectador medio, impactado principalmente por los grandes musicales de Bollywood y las aproximaciones casi colonialistas del cine británico y estadounidense. "Me gustaría que cambiara el chip de lo que la gente cree que es una película india. Se piensa en Bollywood, blockbusters, cine para todos los públicos, un tipo de película muy concreta…", declara con pasión la actriz, vista recientemente en Superniños. "Las películas indias, las historias del sudeste asiático, también pueden ser relatos globales. Espero que la gente se sienta incómoda y se quede pensando después de verla. Hay cosas que tenemos que cambiar para la generación que viene detrás". Su director comparte ambiciones con Chopra Jones. "Esta es la historia de un hombre atrapado que quiere ser libre. Eso incluye muchos temas: clase, dinero, salud, racismo, sistema judicial, clasismo… Las últimas cuatro décadas nos han enseñado que hay corrupción en la democracia. Necesitamos abrir los ojos y aceptar que no está funcionando. Hay una furia latente en la sociedad, en India, en América, en todas partes… Balram simboliza todo eso. Comete actos inmorales. No necesitamos admirar lo que hace para entender que hay señales y motivos de por qué pasa lo que pasa".
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