Se llama Miguel Ángel López, aunque muchos le conocen como el Hematocrítico. Tuitero conocido y reconocido, alcanzó su mayor momento de fama por acuñar el concepto ‘tróspido’ para referirse a algunos de los concursantes (y a sus madres) del reality show de Cuatro ¿Quién quiere casarse con mi hijo?
Desde hace un tiempo es aficionado a reinterpretar las obras de arte y a recopilar los mejores carteles caseros que los vecinos van dejando en las comunidades. Su Tumblr Drama en el portal es un repositorio de esas notas incisivas que todos en algún momento nos hemos encontrado en nuestro portal, escalera, ascensor o parking.
¿Cómo empezó todo? ¿Se dedicaba a coleccionar estos documentos? “En mi difunto blog procuraba colgar cosas divertidas que me iba encontrando. Una amiga me envió un cartel que vio en su portal, eso animó a otro y a otro. Cuando tuve varios se me ocurrió ponerlos todos juntos en un tumblr para que el efecto acumulativo fuera más divertido”, cuenta El Hematocrítico. “Ahí es cuando descubrí que media España tenía alguno de estos carteles en la memoria de su móvil y en sus cámaras digitales viejunas”.
Me gusta decir que Drama en el Portal es el Anti 15M. El blog te enseña lo que pasa día a día en los portales, en los espacios donde se respira la convivencia.
En 2013 López incluyó algunos de los mejores en un libro ilustrado por Mauro Entrialgo. Tres años después, los escritos furibundos siguen fluyendo de forma digital. Cuando se tiró a la piscina y decidió llevar esos dramas vecinales ajenos al mundo editorial recibía docenas de carteles a diario. “La gente tenía que soltar sus perlas guardadas durante años”, bromea. Hoy reconoce que el volumen ha bajado bastante, pero que todavía le llegan unas diez propuestas a diario.
El Hematrocrítico asegura que tiene que filtrar bastante y no puede publicar todos los carteles que le envían porque algunos son muy similares a otros que ya había colgado o bien porque no son divertidos. Además, tampoco da salida a aquellos que contienen “amenazas o descripciones de actos violentos que no tendrían ningún sentido colgar”. Las temáticas principales de las quejas son los ruidos, los destrozos y los fluidos corporales, pero también hay delitos, mascotas, sexo o desperfectos.
La ficción ya ha dedicado varias series a estos desencuentros, como Aquí no hay quien viva o La que se avecina, pero la realidad de las notas vistas en Drama en el portal supera la ficción con creces. En estos tiempos en los que la paralización de los desahucios, las iniciativas ciudadanas y las asociaciones vecinales están más en boga que nunca, sigue existiendo una realidad turbia de puertas para dentro. “Me gusta decir que Drama en el Portal es el Anti 15M. Mientras estamos hablando de unión y de colaboración ciudadana, el blog te enseña lo que pasa día a día en los portales, en los espacios donde se respira la convivencia”, subraya el tuitero.
El perfil de los autores de este tipo de carteles es “alguien que está muy cabreado por algo pero que al mismo tiempo no está tan cabreado como para ponerse a aporrear puertas y a buscar explicaciones. Tiene la sangre fría de ir a su casa, coger un folio y un bolígrafo -o el ordenador, que muchos están elaborados con procesadores de texto-, escribir sus impresiones, bajar al portal con un poco de celo y unas tijeritas y dejar ahí su obra. Un perfil complejísimo”, destaca El Hematocrítico.
Aunque eso de dejar carteles en el portal o en la escalera es algo inherente a la cultura española, parece que se trata de algo universalizado que también ocurre en otros lugares del mundo. “Pasa, pasa. Me han enviado carteles de países americanos, y los Erasmus se han encontrado con auténticas maravillas aunque en alemán o italiano no me hacen tanta gracia (porque no las entiendo)”, revela.
Son personas que están muy cabreadas por algo pero que al mismo tiempo no tanto como para ponerse a aporrear puertas y a buscar explicaciones.
En muchas comunidades de vecinos los ubicuos grupos de WhatsApp pueden acabar eclipsando y sustituyendo a esta suerte de tablones de anuncios porque constituyen una buena forma de decir cosas desde la distancia y sin enfrentarse directamente. Sin embargo, el Hematocrítico cree que estas notas no tienen fecha de caducidad y solo dejaremos de encontrarnos estos carteles en nuestros edificios “cuando acabe la vida, me temo”. Él asegura que las ha visto en sus propios portales, pero perjura que nunca ha dejado ninguna. Porque para quejarse o buscarle la gracia a quién vive al lado ya está Twitter.