"En el año 376 después de Cristo, en la frontera del Danubio se presentó una masa enorme de hombres, mujeres y niños. Eran refugiados godos que buscaban asilo, presionados por el avance de las hordas de Atila. (...) En los meses siguientes, aquellos refugiados comprobaron que el imperio romano no era el paraíso, que sus gobernantes eran débiles y corruptos, que no había riqueza y comida para todos, y que la injusticia y la codicia se cebaban en ellos. (...) Sus nietos destronaron a Rómulo Augústulo, último emperador, y liquidaron lo que quedaba del imperio romano. Y es que todo ha ocurrido ya".
Este es el arranque de la columna Los godos del emperador Valente del escritor y Académico de la Lengua Arturo Pérez-Reverte reconocida con el premio Don Quijote que entrega la Agencia EFE y la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID). El portavoz de En Marea en el Congreso, Antón 'Tono' Gómez-Reino, ha presentado una batería de preguntas al Gobierno para que explique por qué ha galardonado a un artículo que "va en sentido contrario a la convivencia y la solidaridad".
El texto de Pérez-Reverte, efectivamente, traza un paralelismo explícito entre las invasiones bárbaras y la crisis de los refugiados, a los que define como "bárbaros en el sentido histórico". El portavoz de la formación gallega ha escrito en Twitter que "En la era Trump/Le Pen no debemos normalizar la xenofobia desde las instituciones ni premiar a quien la fomenta". El escritor ha usado la misma red social para contestar: "Además de analfabetos y faltos de comprensión lectora, estúpidos".
Pérez-Reverte ha calificado irónicamente a Gómez-Reino de "lumbrera", "intelectual" y "artista" aportando el texto íntegro de su columna en su sitio Zenda. La tesis del académico es enormemente crítica con la gestión de la crisis de refugiados, tras la que augura el colapso de Europa. Pero, si bien carga contra la imagen "buenista" de la acogida, el eje de su argumentación ataca la "debilidad" de las instituciones europeas frente a "quienes empujan" interesadamente a los refugiados contra sus fronteras: los yihadistas, los 'Atilas' de hoy en día.
Así, el texto aborda las transformaciones geopolíticas de los últimos años, en las que el 'Imperio' de Occidente disponía de 'centuriones', es decir, dictaduras afines, "hijos de puta que eran nuestros hijos de puta", para guardar sus fronteras. Ahora estos 'centuriones' han desaparecido o "se pasan al otro bando". Los "godos", predice Pérez-Reverte, seguirán llegando en oleadas al desaparecer las medidas represivas y militares. "El ciudadano es mejor ahora que hace siglos, y no tolera cierta clase de injusticias o crueldades. (...) Ya no puede haber matanza de godos. Por fortuna para la humanidad. Por desgracia para el imperio".
"Nuestra civilización, afortunadamente, no tolera esas atrocidades. La mala noticia es que nos pasamos de frenada. La sociedad europea exige hoy a sus ejércitos que sean oenegés, no fuerzas militares (...) Las operaciones de vigilancia en el Mediterráneo no son para frenar la emigración, sino para ayudar a los emigrantes a alcanzar con seguridad las costas europeas. Todo, en fin, es una enorme, inevitable contradicción".
El argumento no es nuevo en la retórica de Pérez-Reverte: sus palabras sobre la victoria inevitable de los yihadistas porque "tienen más cojones" que los europeos fueron ampliamente difundidas y parodiadas. Sin embargo, pese a lo inflamado del lenguaje, la diana la pone en la hipocresía de solidarizarse humanitariamente con los desplazados sin querer admitir que su incorporación a nuestra sociedad implicará cambios incómodos, concretamente en las prestaciones del Estado de Bienestar, y una transformación cultural a largo plazo.
"Vivimos la absurda paradoja de compadecer a los bárbaros, incluso de aplaudirlos, y al mismo tiempo pretender que siga intacta nuestra cómoda forma de vida. (...) Están en su derecho, y tienen justo lo que Europa no tiene: juventud, vigor, decisión y hambre. Cuando esto ocurre hay pocas alternativas, también históricas: si son pocos, los recién llegados se integran en la cultura local y la enriquecen; si son muchos, la transforman o la destruyen".
La llegada de los refugiados y el fin de Europa tal y cómo la conocemos es un proceso histórico inevitable, concluye Pérez-Reverte, que invita a vivirlo con serenidad intelectual y preparando a las nuevas generaciones. "Hagámoslos supervivientes mestizos, dispuestos a encarar sin complejos el mundo nuevo y mejorarlo; pero no los embauquemos con demagogias baratas y cuentos de Walt Disney".
"Cerrar las puertas a los inmigrantes es una injusticia"
Horas después de saltar la polémica el escritor ha concedido una entrevista a la agencia EFE en la que ha querido dejar claro que él apoya la acogida. "Los refugiados han estado siempre ahí, como consecuencia de las atrocidades y las guerras. Como reportero conté su drama infinitas veces, a menudo ante la indiferencia social. Europa ha comprendido que no se puede mirar hacia otro lado. Y que cerrar las puertas, sin vías alternativas razonables, es una canallada y una injusticia".
"Afortunadamente, las cosas han cambiado. Ya no podemos volver la espalda al drama de los refugiados afectando ignorancia. Son necesarias más sensibilidad y más compasión" - ha dicho, reivindicando a la par la recuperación de la enseñanza de la Historia como "herramienta para, a la luz del pasado, entender el presente y prevenir el futuro".
"Una cosa que he comprobado, sobre todo en los últimos tiempos, con las redes sociales, es que la incultura y la superficialidad, la lectura rápida y fácil de las cosas, se adueñan de todo" - se lamenta a continuación entrando en materia de la polémica. "Vivimos un tiempo de titulares de una frivolidad aterradora. Por desgracia, la comprensión lectora de los españoles es cada vez menor".
"Alguien escribe un artículo o hace una declaración y resulta que el debate se sitúa en lo que otros resumen frívolamente o descontextualizan" - continúa Pérez-Reverte. "Eso se convierte en tuiteos y titulares que son los que realmente circulan por las redes. Se acaba opinando, no sobre el argumento original, que ya no interesa a nadie, sino sobre las interpretaciones incompletas, sesgadas, manipuladas, simples, de quienes lo comentan".
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