Leland Melvin es uno de los astronautas más singulares que ha pasado por la NASA en sus 60 años de historia. Licenciado en Química y ex jugador de la NFL, Melvin llegó a pasar más de 565 horas en el espacio gracias a las distintas misiones en las que participó. Algunas de ellas le permitieron llevar a cabo paseos espaciales o trabajar en la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, más que por su logros como astronauta, este tipo quiso pasar a la historia de la agencia espacial norteamericana de una forma muy poco habitual.
Este miércoles, una cuenta no oficial de la NASA recuperaba el genial retrato oficial que Melvin se hizo en 2009. A un lado Jake, y al otro, Scout, sus dos perros; mirándolo muy de cerca uno y lamiéndole la oreja el otro. "Si te sientes abrumado y ansioso hoy, recuerda que esta es la imagen de Leland Melvin para la NASA". El mensaje ha conseguido más 52.000 retuits en apenas 24 horas.
En realidad, no es la primera vez que la foto se vuelve viral. La instantánea fue descubierta en 2015 por un periodista estadounidense.
Pero, ¿por qué este astronauta quiso posar de esta guisa para el retrato oficial de la NASA? Él mismo lo explicó hace un año a The Huffington Post. "Cuando te haces la foto, normalmente vas con tu familia, pero yo no estaba casado y toda mi familia estaba en Virginia, así que pensé: '¿Por qué no me la hago con mis chicos?'". Y eso hizo.
Los dos canes habían llegado a la vida del astronauta unos años antes, después de haber sido abandonados. Jake fue el primero en ser rescatado de la calle. Scout llegaría un tiempos después, después de unos días vagando sin rumbo, rememora Melvin en Gizmodo. "Lo metí dentro de la casa y vi que no tenía collar ni chip. Y nadie lo reclamó".
Meterlos dentro del Centro Espacial Lyndon B. Johnson de Houston para tomarse la instantánea no fue tarea fácil. La agencia espacial no permite la entrada de ningún animal dentro del recinto, pero el astronauta se las apañó para esconderlos en el interior de su furgoneta mientras enseñaba su acreditación al guardia de seguridad de la entrada, con la ventanilla a medio subir y la música a todo trapo para evitar que se escuchasen los ladridos.
El resto fue coser y cantar. "Llevé un montón de huesos, y se quedaron ahí sentados, masticando felices", explica. "Después corrieron hacia mí. Y le dije al tipo que hizo la fotografía, Robert Markowitz: '¡Dispara, colega!". En realidad, existe una versión formal de la instantánea, tal y como el propio Melvin recordó hace unos años.
Sin embargo, el decidió pasar a la posteridad con una foto oficial en la que se reflejase de una forma más fidedigna la verdadera complicidad que existía entre él y sus perros. Ambas mascotas fallecieron hace unos años, pero, desde ayer, el astronauta está encantado de que la instantánea haya vuelto a ser rescatada del olvido.