Si pensamos en un fiero defensor de la Lengua Española en las redes sociales, seguramente la indómita figura de Arturo Pérez-Reverte se abrirá paso entre las neblinas de la imaginación. Pero hay otros héroes esforzados batallando en pos del lenguaje en tiempos de Twitter, y no combaten a arcabuzazos como el novelista y reportero, sino con finas fintas de esgrima.
La Real Academia Española ofrece un servicio altruista y no debidamente reconocido: responde a través de su cuenta a las dudas ortográficas y gramaticales de los usuarios hispanohablantes de todo el planeta cuando la mencionan. ¿Ha apostado usted a que se dice 'la presidente' en lugar de 'la presidenta'? La RAE siente comunicarle que está usted equivocado y con más de dos siglos de retraso.
Naturalmente, esta buena disposición les hace presa de los camorristas de la web, que buscan protagonizar tomaduras de pelo, troleos y burlas a los sufridos lingüistas. Pero con la RAE pinchan en hueso: tras el formalismo académico se esconden linces los que no se le escapa una.
Un ejemplo, el de este millenial argentino que pregunta con retranca sobre si la expresión "Te invito a mi casa a ver Netflix" se escribe con 'G' o con 'J'. Había ahí un chiste sobre el doble sentido sexual tanto de coger en Latinoamérica como de usar la plataforma de televisión como cebo para lúbricos propósitos que pillaron al vuelo.
Puede suceder, sin embargo, que la persona al mando de la cuenta no esté de humor para tonterías cuando le busquemos las cosquillas. Lo ha comprobado una tuitera que ha pagado el precio de quedar en evidencia ante una de las instituciones más valoradas de la red: su cuenta ha pasado a protegida hasta que pase el escarnio de un zasca que ha provocado el aplauso unánime de la tuitosfera.
Este es el "dilema" que aparentemente merecía ocupar el tiempo de la RAE: "Me di cuenta que puedo decir que una correa es negrA, pero no que es marronA. ¿Por qué?". Hasta aquí, la consulta podría haberse justificado desde la curiosidad a la que atiende el trabajo divulgativo que realiza la Academia. Pero a continuación venía la puntilla de quien quiere pasarse de lista: "¿Estamos discriminando a las marronAs?"
La respuesta arrancó ponderada y didáctica: "Hay adjetivos de dos terminaciones, como «rojo, -ja», «amarillo, -lla» o «listo, -ta»...". ¡Uy! Ese último ejemplo no tiene que ver con colores. Primera aproximación, pero el guantazo venía a continuación:"... y otros de una sola terminación, válida para el masculino y para el femenino, como «marrón», «azul» o «imbécil»".
Habrá quien argumente que la Real Academia anda a flor de piel después de las polémicas sobre el machismo en el diccionario y el "lenguaje inclusivo". Pero nadie negará que, cuando blande las armas, se pone a la altura de su emblema: Limpia, fija y da esplendor.