El mundo rural en España es un páramo. Y el municipio de Yebes, en Guadalajara, es una de las pocas semillas que crecen en él. El actual concejal de Urbanismo, Vidal Gaitán, explica que la cercanía a la capital provincial y a Madrid no fueron los únicos atractivos para la llegada de gente joven al pueblo: “La planificación urbanística iniciada en 2003 con el proyecto de Valdeluz permitió que, a partir de 2006, aumentase la población”. En concreto, un 1.046% entre 2006 y 2015, pasando de 239 habitantes a 2.741, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Este proyecto, pensado para albergar a hasta 30.000 personas, llegó con la promesa de una estación de AVE y un servicio de lanzaderas a Madrid. “Se tardaría 18 minutos en llegar”, se lamenta Gaitán en condicional, porque el servicio de lanzaderas nunca vio la luz. Es otra de la cruces del boom inmobiliario previo a la crisis. A pesar de ello, y desde 2010, la población siguió aumentando hasta hacer de Yebes el municipio que más creció en España en la década 2006-2015.

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Un caso parecido es el del salmantino Castellanos de Moriscos. Con un crecimiento del 228%, pasó de 706 personas en 2006 a 2.322 en 2015. La proximidad a la capital de la provincia, junto al desarrollo urbanístico a partir de 2004, atrajo a parejas jóvenes que buscaban pisos baratos. “Ahora, se ha superado a otros pueblos de la zona. Eso, después de tener una población estancada durante años”, asegura el secretario interventor del municipio, Emilio Collado.

Pero la realidad poblacional en España es bien diferente. El 65,57% de los municipios perdió habitantes entre 2006 y 2015. De éstos, la mayoría fueron pueblos con menos de 20.000 personas empadronadas. Los movimientos migratorios internos siguen favoreciendo a los núcleos urbanos y semiurbanos (bien comunicados) en detrimento de las localidades rurales. Además, a esto se le suma el envejecimiento de la población: 2015 fue el primer año en el que las muertes superaron a los nacimientos

Si bien el número de habitantes en España aumentó casi en dos millones en la década analizada, desde 2011 comenzó a descender. Además, la proyección ofrecida por el INE en 2014 tampoco fue halagüeña: si se mantuvieran las tendencias demográficas, el país perdería un millón de personas en los próximos 15 años y 5,6 millones en los próximos 50.

Sólo el 36% de los 8.119 municipios creció en número de habitantes. Como Yebes y Castellanos de Moriscos, la mayoría de éstos son “zonas semiurbanas y rurales bien comunicadas”, explica Luis Antonio Sáez Pérez, investigador del Centro de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (CEDDAR). Este proceso de despoblación del área rural, que se lleva produciendo desde principios del siglo XX, se acentuó en los últimos años.

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El demógrafo Julio Pérez Díaz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), añade tres causas sobre los cambios en las dinámicas de población interna del ámbito rural al urbano: “La mejora en cuestiones logísticas, la evolución en infraestructuras y el desarrollo de los medios de transporte”. Pero también destaca la importancia del turismo en la distribución territorial. Según datos del INE, todas las provincias del litoral mediterráneo crecieron en número de personas.

Así, la pérdida de población la notaron dos de cada tres municipios, al menos entre 2006 y 2015. Sobre todo, fue relevante en los de menos de 20.000 habitantes. En la Serranía Celtibérica, un territorio que agrupa pueblos de hasta cinco comunidades autónomas, se encuentran los cinco pueblos que más habitantes empadronados perdieron. En términos de densidad poblacional, es considerada la zona con menos personas por kilómetro cuadrado de Europa, junto a la norteña de Laponia.

Uno de éstos es Bagüés, en Zaragoza, que de las 34 personas que había en 2006 sólo quedaban 13 en 2015. Un descenso del 61%. Una lacra. A las causas naturales, como los fallecimientos, se le unen la escasez de recursos. Según el alcalde, José Alberto Pérez Petroch, “los problemas de acceso por carretera y la falta de servicios educativos hicieron que muchas personas se fuesen a otros pueblos”.

Las muertes superan a los nacimientos

En el 31% de los municipios españoles, una de cada tres personas tiene 65 años o más, al menos en 2015. El aumento de la esperanza de vida al nacer (82,7 años), la reducción de la tasa de natalidad y del número de mujeres en edad fértil en España son las principales variables que explican el envejecimiento de la población española, según las explicaciones estadísticas del INE.

Para Pérez Díaz, “esta situación genera cambios en la pirámide demográfica”. En el Día Mundial de la Población, que España envejece es un hecho. Ya en 2015 se cuantificó un crecimiento vegetativo negativo; es decir, se registraron más muertes que nacimientos.

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“En el mundo rural español, que las defunciones superen en número a los nacimientos se lleva produciendo desde los años 60”, comenta el profesor Sáez Pérez. Sin embargo, a nivel nacional (y también europeo, según la última publicación de Eurostat) es la primera en la que se da este fenómeno. El aumento de las muertes en un 6,7% y la reducción de los nacimientos en un 2%, los motivos para que el país registrase un saldo vegetativo negativo de 2.753 fallecimientos más que bienvenidas a la vida en 2015.

Nota metodológica

El objetivo de este trabajo ha sido mostrar la evolución de la población en España a lo largo de la última década para la que existen datos (2006-2015) y conocer los porqués de las variaciones. Los datos analizados se han extraído de la ‘Estadística del Padrón continuo’ que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) en su página web.

El análisis de la variación poblacional se ha realizado para una década (2006-2015) porque es un periodo de tiempo amplio que, a su vez, permite observar posibles tendencias demográficas.

A la hora de mostrar las estadísticas de población, se ha utilizado un mapa cuyo objetivo ha sido evidenciar la reducción del número de habitantes en la mayoría de municipios del país. Por este motivo, no se han utilizado intervalos iguales en la gradación del color. Así, el mayor porcentaje de decrecimiento (-61,77%) tiene la misma intensidad de color que su contrario, el mayor porcentaje de aumento de población (1.046,86%).

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