Un pincho de champiñones típico de la ciudad.

Un pincho de champiñones típico de la ciudad. V. Bustos

Sociedad

La apuesta gastronómica del Washington Post por una ciudad española: olé por sus vinos y sus pinchos

El periodista norteamericano califica la ciudad como “una de mis favoritas en el país” a pesar de que “nunca había oído hablar de ella”.

10 septiembre, 2023 13:44

España, sí. Sol, playa, paella… Estos son los reclamos que durante décadas han actuado como un panal de rica miel para que millones de turistas hayan elegido al país de la piel de toro como destino turístico. Sin embargo, a medida que han pasado los años, esos imanes han ido cambiando. Y ya no se habla solo de los destinos de costa. Algo que, por ejemplo, han hecho desde el prestigioso periódico norteamericano The Washington Post.

Porque no son pocos los destinos de esa otra España, sin estar bañada por el Mediterráneo, el Atlántico o el Cantábrico, que cada día deslumbran a los turistas. Un amplio abanico de opciones que abarcan desde la riqueza gastronómica al rico patrimonio cultural.

Algo que no ha pasado desapercibido para un periodista del Washington Post. ¿Su nombre? David Farley. Y su descubrimiento de esta ciudad ha sido tal que no duda en afirmar que “es uno de mis lugares favoritos del país”.

¿Cómo descubrió el Washington Post esta ciudad?

Como no podía ser de otra manera, David Farley descubrió esta ciudad por amor. Cuando conoc a la que sería su mujer, le dijo de la ciudad de donde era. “Tuve que confesar que, a pesar de algunos viajes a España, nunca había oído hablar de ella”.

Sin embargo, a partir de entonces, se convirtió en un fanático de la misma. Y, con cierta retranca, dice que “no sólo porque mis suegros viven allí, sino porque ha florecido con restaurantes, bares y hoteles memorables que han abierto en los últimos cinco años”.

¿De qué ciudad se trata?

La ciudad, según relata el periodista norteamericano, cuenta con una población de unos 150.000 habitantes. Y cuenta con algo que es mucho más difícil de encontrar en los centros turísticos como Barcelona, Madrid y Sevilla. Y lo define como “la escasez de compañeros de viaje”. Porque, a su entender, “los amantes de la aventura tendrán el laberinto de calles estrechas del casco antiguo prácticamente para ellos solos”.

A estas pistas, David Farley añade dos más: una, la posibilidad de beber tempranillos y garnachas “de primer nivel producidos en una zona famosa por el vino tinto”; y, dos, que su capital es una parada habitual para pasar la noche a lo largo del Camino de Santiago de 500 millas. Con todas estas pistas, quien más, quien menos, ya puede intuir que se trata de Logroño.

¿Qué vinos destaca?

Con sus palabras, se podría decir que Farley ha descubierto en la capital de La Rioja algo que se podía identificar con la popular frase de ‘días de vino y rosas’. Sobre todo, vino. Y pone el foco en la posibilidad, además, de visitar la bodegas.

“Dentro de los límites de la ciudad hay ocho bodegas que cuentan con salas de degustación y centros de producción. La mayoría recibe a sus huéspedes para que prueben y compren los frutos de su trabajo”, apunta.

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Y pone los ejemplos de Arizcuren, que además de vino ofrece degustación de aceite de oliva, y Bodegas Franco Españolas, que produce vinos desde 1890. Catas acompañadas de lo que define como “refrigerios”.

Para dar mayor enjundia a sus palabras, David Farley echa mano de la historia y cuenta cómo Ernest Hemingway visitó esta última bodega un par de veces. Tiempo suficiente para elogiarlos en su novela ‘Muerte en la tarde’.

¿Y qué pinchos le vuelven loco?

Más allá de las bodegas, el periodista norteamericano pone el foco en el centro medieval de Logroño. Allí, algunas calles peatonales estrechas, que califica como de “famosas”, están flanqueadas por bares que sirven pinchos. “Es la palabra regional para platos pequeños con gran sabor”, especifica.

Una de esas calles es Laurel, que para que se hagan una idea los lectores, dice que tienen la longitud de dos campos de fútbol, y unos dos metros y medio de ancho. “Casi todos los humildes escaparates, como las calles laterales, están ocupados por bares estrechos que sirven platos pequeños”, apunta. Otra calle es San Juan.

Vista de la Calle Laurel.

Vista de la Calle Laurel. V. Bustos

Locales que ofrecen productos como el sándwich de oreja de cerdo crujiente en el Bar El Perchas; las patatas fritas bañadas en salsa picante de mayonesa del Bar Jubera; o la “excelente tortilla de huevo líquida” del Bar Sebas. Se olvida, por ejemplo, del pincho de champiñones del Bar Soriano, entre otros muchos.

Pinchos clásicos, elaborados en bares con más de 40 años de historia, a los que se suman otras versiones más modernas. Así, en Tastavin se puede comer "una vieira chamuscada en un charco poco profundo de puré de papa con trufas; o un rabo de toro tierno y envuelto en filo, acompañado de mermelada de higos casera".

Maravillado por la riqueza gastronómica, no duda en hablar de los nuevos restaurantes, con estrella Michelin, que están “sirviendo versiones creativas de los platos básicos de La Rioja”: Ikaro, Ajonegro o La Chispa Adecuada. Un cóctel que bien se merece un olé.