“En clase me dicen que tengo mucho morro, que qué guay”, restalla aguda una voz al otro lado del teléfono. Un hilo de voz. Adrián está exhausto. El martes, una sesión de quimioterapia de cinco horas lo vapuleó y sólo tiene fuerzas para hablar por teléfono. Casi ni eso. Viaja en el coche junto a su padre durante la conversación y el ruido de la velocidad apaga sus palabras. Tiene ocho años y sufre sarcoma de Ewing, un cáncer de huesos devora niños, con metástasis pulmonar. El miedo es eso. Sus amigos están celosos porque este sábado en la plaza de toros de Valencia será el protagonista principal, columpiándose sobre una pesadilla, en el festival organizado a beneficio de la Fundación de Oncohematología Infantil. A las cinco y media de la tarde, Adrián, con su gorra como montera, romperá plaza por delante de El Soro, Enrique Ponce, Vicente Barrera, Rafaelillo, Ginés Marín, Román y el novillero Fernando Beltrán. “Sí”, repite como única respuesta en una cadena afirmaciones, de pasos hacia delante. El cartel se lo sabe de memoria. Ojalá no tuviera tanto morro.

Adrián se apoya en el toreo para vencerse a sí mismo. “Aprendí a torear de salón viendo las corridas en la tele”. ¿Quieres ser torero? “Sí”, alarga la vocal. “Desde que le detectaron la enfermedad en septiembre del año pasado”, habla Eduardo Hinojosa, el padre, “tiene en los toreros un espejo. Él se refugia ahí para combatir la enfermedad. Cuando sufren una cogida y se levantan, pues él imita esa fuerza”. “Es un luchador”, describe. Las sesiones de quimioterapia lo envenenan. “Ahora está un poco pachucho pero se ánima pensando en el toro, se le van los dolores”. La enfermedad no le impide hacer vida normal. “Va al colegio, sin limitaciones, excepto cuando tiene que ir a revisiones o sesiones de quimio, que va una profesora a casa. Pero la rutina es la normal”. “La enfermedad nos ha hecho más fuertes”, dice. “Nos da fuerza”.

Eduardo encendió la mecha del festival en Twitter. “Se me ocurrió un día en el hospital. Somos aficionados de siempre en la familia y pensé que había que hacer algo para ayudar a los niños en esta situación”, recuerda. “No recibí ningún comentario negativo. Al revés. La gente siempre nos dio ánimos”. De ahí salieron miles de abrazos, fotos de Adrián toreando y el cartel que lo ilustra, obra cedida por el artista Juan Iranzo. La organización corrió por cuenta de la empresa de Simón Casas, responsables en Valencia. “Su gerente, Nacho Lloret, nos echó una mano para configurar el cartel, hablaron con la Diputación… Hay que darles las gracias”. Otra figura clave ha sido Enrique Ponce. “Desde que se le llamó arrimó el hombro. Contactó con otros toreros, estuvo pendiente siempre. Junto con la empresa, ha sido un pilar fundamental para que el sábado haya festival”. También Rafaelillo. “Hablé primero con él y me puso en contacto con la empresa”.

El siguiente paso fue buscar beneficiarios. “Eso fue más difícil”, señala Eduardo. Silencio de incredulidad. “A ver”, explica decepcionado. “Te voy a contar la verdad”, avanza con vergüenza ajena. “Las asociaciones de Valencia me cerraron todas las puertas. Tenían miedo de la repercusión de los antitaurinos”. De la dictadura de lo cursi pasó la Fundación de Oncohematología Infantil. “Ellos están encantados. Este dinero les viene genial para continuar sus investigaciones. Me explicaron que están por debajo de la media europea en ese sentido”.

¿Cuántos niños hay en esta situación en el hospital con Adrián? “Bastantes. Muchos más de lo que se piensa la gente”. ¿Qué dicen sus padres de todo esto? “Los padres están encantados, dicen que hace falta más iniciativas así. Van a ir con sus hijos. La verdad es que hay mucha ilusión por el festival”. Algunos de los matadores no anunciados han donado trastos para sortearlos. “Han colaborado José Tomás, Talavante, Juli, Perera, El Fandi, Morenito de Aranda, Alberto Gómez…”. Roca Rey, el torero favorito de Adrián, ha entregado un traje de luces. “A cada asistente se le dará una participación. No sabemos todavía si el sorteo será en mitad de la corrida o al final”. Las entradas no superan los 20 euros y se ha habilitado una fila cero para que colabore todo el que no pueda asistir. “Quiero darles las gracias a todos”, aclara. “Las muestras de solidaridad son tremendas. Estoy muy agradecido”.

¿Después, qué? “Vamos a seguir colaborando con la Fundación, tenemos que ganar esta batalla”, resuelve. El 8 de octubre es ya el día Adrián. “Sólo espero que salga todo bien. Me dice que el día de mañana quiere ser figura del toreo”. El día de mañana es todavía un manual de instrucciones. “Por su bien, que lo disfrute. Está ilusionado. Es su sueño. Al menos que se sienta una gran figura el sábado”.



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