Manuel M.B., acusado de asesinar a su proveedor de cocaína en la parroquia redondelana de Chapela.

Manuel M.B., acusado de asesinar a su proveedor de cocaína en la parroquia redondelana de Chapela. EP

Provincia de Pontevedra

El acusado del crimen de Chapela (Pontevedra) niega que él matara a la víctima

Manuel M.B ha declarado que él solo fue a la casa del fallecido a robar: ""Lo dejé con vida, parpadeaba, me miraba"

20 marzo, 2023 19:44

El juicio por el asesinato de un hombre que proveía cocaína en Chapela (Pontevedra), Roberto C.P, ha arrancado este lunes. La Fiscalía pide para el acusado, Manuel M.B, 18 años de prisión con la atenuante de confesión, pues en su momento admitió parcialmente los hechos y cooperó en la investigación. Durante la sesión de hoy en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, y ante un tribunal de jurado, el acusado ha negado que él matara a la víctima.

Según el relato de Manuel M.B, recogido por Europa Press, acudió a la casa del fallecido el pasado 27 de enero de 2021 pedir que le fiara algo de droga, ya que no tenía dinero. Ante la negativa de Roberto, se puso unos guantes y lo agarró por el cuello; después, lo amordazó y lo maniató con una cinta de balar que llevaba en la mochila.

Una vez se encontraba inmovilizado, el acusado lo registró en busca de cocaína. Como no encontró nada, fue a su habitación y se llevó varios gramos de una sustancia en polvo, que resultó ser sustancia de corte, y unas pastillas de Viagra. Sin embargo, Manuel M.B afirma que cuando abandonó la vivienda, Roberto seguía vivo: "Lo dejé con vida, parpadeaba, me miraba".

Intervención de otras personas

El presunto asesino ha señalado que el escenario que se encontró la Policía cuando fue localizado el cadáver de Roberto tenía diferencias con respecto a cómo estaba en el momento en que él se fue. Es por ello que ha aseverado que "alguien" tuvo que mover el cuerpo, descalzarlo y ponerle un chaleco, pues él alega no haberlo hecho. Por otro lado, reconoció que se llevó las llaves y el móvil del fallecido y los enterró en una zona rural cercana a la vivienda.

A mitad de la sesión de interrogatorio de la Fiscalía, Manuel M.B decidió no responder más preguntas. A continuación, cuando llegó el turno de preguntas de su letrado, repitió la misma versión y subrayó sus problemas de drogodependencia y salud mental (tiene un trastorno de personalidad por el que tomaba medicación).

Si bien la Fiscalía lo acusado de un delito de asesinato y pide 18 años de prisión, su letrado solicita la libre absolución. "Alguien terminó con su vida, alguien que tuvo que aparecer después, porque Manuel fue a robar", ha insistido, al tiempo que ha recalcado que el acusado actuó con sus capacidades afectadas por sus problemas de salud y por su toxicomanía.

Testigos

Tal y como recoge Europa Press, en la jornada de hoy también han declarado ante el tribunal varios testigos, entre ellos dos amigos de la víctima. Una de ellas explicó que había llamado varias veces a Roberto y que empezó a preocuparse porque, aunque su móvil daba señal, no respondía. Por eso, el sábado 30 de enero se acercó hasta el domicilio de su amigo, que tampoco contestaba a la puerta. Como presentía "algo malo", llamó a otro amigo que se presentó con una maza, con la que rompió parte de un cristal de la puerta.

A través de ese hueco ese otro testigo pudo comprobar que Roberto estaba tumbado boca arriba en el suelo, con las manos y pies atados con cinta de embalar, y con una prenda de ropa en la cara. Tras gritar su nombre y ver que no respondía, llamó a la Policía. Ambos testigos afirmaron que conocían que su amigo vendía droga, pero no estaban al tanto de que pudiera tener mala relación con algún cliente.

Los agentes tuvieron que forzar la puerta al personarse en el lugar de los hechos. Dentro comprobaron que no había nadie en la vivienda, solo el fallecido y un perro encerrado en una habitación. Fue precisamente la amiga de Roberto la que entró para hacerse cargo del animal y la que, en su declaración ante el jurado, ha indicado que le extrañó encontrarse sobre la mesa un plato de comida "en un sitio distinto" al que solía sentarse Roberto, y dos sillas tiradas en el suelo.