A Balea: la panadería de Moaña (Pontevedra) reconvertida en un especial taller de cerámica
Tras una década fuera de su villa natal, la artista multidisciplinar Carlota Rivas regresó para llevar a cabo su proyecto profesional soñado, un espacio artístico en el que crear comunidad
22 enero, 2024 05:00En el número ocho del Camiño de Senra, en Moaña (Pontevedra) ya no huele a pan, sino a pintura y a arcilla. Desde hace casi dos años la fachada del local es un cielo verde lleno de nubes y en el interior se amasa creatividad bajo la tutela de Carlota Rivas Corrales. Para ella es un lugar bien conocido, pues donde hoy está su taller creativo A Balea se encontraba antes la panadería de sus padres.
"Siempre me han gustado muchas cosas, pero nunca sabía por cuál decantarme. Esto es un espacio en el que poder hacerlas todas", confiesa la fundadora. Su currículum constata su interés creativo y también su espíritu aventurero. Estudió Diseño de Interiores en Ourense, Bellas Artes en Pontevedra y realizó diversos intercambios fuera, que le brindaron la oportunidad de vivir en países como Argentina y aprender muchas otras técnicas artísticas. Por ejemplo, la cerámica, el eje central de su proyecto en A Balea, la perfeccionó en México.
La indecisión de Rivas por escoger una u otra modalidad no significa que no tuviera clara ciertas cosas, como que acabaría asentándose en Moaña: "Me encanta viajar desde pequeña y en cuanto cumplí los 18 años me fui de casa. Mis padres tenían miedo de que no fuese a volver, pero yo sabía que quería vivir aquí".
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Una década es mucho tiempo en la vida de una persona. El mundo cambia, las relaciones humanas, el propio espacio físico. Tras diez años lejos de Moaña, Carlota no sabía del todo cómo la recibiría de vuelta la villa. Llegó con dos proyectos vitales bajo el brazo: ser madre por primera vez y emprender A Balea; ambos casi coincidentes en el tiempo, lo cual fue "una locura" que ahora recuerda entre risas.
La artista había trabajado en "un montón de cosas distintas" durante su vida (desde profesora de patinaje hasta fotógrafa de moda) y sentía que nada la llenaba del todo, que necesitaba dar el salto hacia un proyecto donde tuviese la potestad de dar rienda suelta a su creatividad. "Estaba muy cansada de trabajar para otros", confiesa.
Al volver a Moaña decidió crear ese espacio soñado en el que conjugar todas sus inquietudes y que además, no percibía que existiese en el municipio. "No sabía cómo recibiría la gente el proyecto, pensaba que a lo mejor no había un lugar así porque no le interesaba a nadie". La inauguración de A Balea, celebrada en agosto de 2022, le demostró que sí existía un público abierto a ello.
"Fue increíble, vino muchísima gente, no solo amigos o conocidos, también personas que no había visto jamás". Desde entonces, el taller está lleno de vida y la artista confiesa haber hecho "muchas amigas" gracias a él. La principal actividad que se lleva a cabo son los cursos de cerámica, que imparte la propia Rivas y tienen lugar todas las semanas.
La mayoría del alumnado son mujeres de "entre 20 y 40 años". De hecho, actualmente solo hay dos hombres en sus clases. "Uno de ellos era albañil y desde que se ha jubilado está super metido en hacer cosas creativas, pinta unos retratos de estilo realista que son una pasada", cuenta la artista.
Cerámica en familia y mucho más
A Balea transmite una magia especial. Su pasado como panadería sigue vivo en ciertos elementos, integrados con naturalidad en lo que es hoy. El antiguo despacho de pan, dividido mediante un muro en el que se abre una gran ballena, es hoy la galería, donde periódicamente hay exposiciones gratuitas. "Quería crear un espacio que se sintiese como un hogar para todos", explica Carlota.
El estudio acoge mensualmente sesiones de cerámica en familia, una de sus actividades más entrañables. Abuelos, padres y nietos se juntan para dar forma a "recuerdos que durarán toda la vida". Rivas tomó la idea de su experiencia como profesora de patinaje, durante la que algunos padres propusieron participar en las clases y aprender a patinar con sus hijos.
"Al principio están un poco nerviosos, no saben qué tal saldrá el experimento, pero el resultado siempre es positivo y muy emocionante", afirma la dueña de A Balea. Además de la cerámica, Carlota imparte clases de pintura y cuenta con la colaboración de una artista que da clases de cestería. Cada cierto tiempo también acuden creadores para enseñar otras disciplinas: ya ha habido talleres de cómic, de bordado en papel o de estampación artesanal.
El futuro de A Balea se presenta lleno de color para seguir tejiendo comunidad desde Moaña. Clases de cianotipia, de creación de sellos, talleres de fotografía, organización de eventos creativos para empresas… El horno de ideas no se detiene y conviene no perder de vista todo lo que está por venir.