Pazo-Convento de Vista Alegre: una joya histórica al descubierto en Vilagarcía de Arousa
En pleno centro urbano junto al río Con, este tesoro arquitectónico, formado por el pazo y el convento de las agostiñas, hunde sus raíces en la propia fundación de la ciudad arousana
23 julio, 2021 06:00Tan sólo con observar los pazos históricos que se conservan a día de hoy en Vilagarcía de Arousa, cualquier visitante podría hacerse a la idea del importante patrimonio de la villa, pues su pasado todavía se ve reflejado en las fachadas e interiores de estas imponentes casas solariegas. De hecho, la localidad ha conformado su propia ruta para recorrer estas singulares construcciones: desde el pazo de Golpelleira, reconvertido en la actualidad en un espacio de cuento para todo tipo de eventos; al famoso Pazo de Rubiáns, una referencia de estilo francés donde las camelias y el vino son los principales protagonistas.
Pero de todos ellos, el Pazo-Convento de Vista Alegre, ubicado en pleno centro urbano, es el único que cuenta con la declaración de Monumento Histórico Artístico. Más allá del gran valor de su conjunto arquitectónico, podría decirse que la historia del Pazo de Vista Alegre es a su vez la historia de Vilagarcía de Arousa. Al fin y al cabo, la construcción del edificio hunde sus raíces en la fundación de la propia ciudad, ya a mediados del XV, cuando García de Caamaño mandó levantar una torre en el lugar, donde también acabaría ubicando su residencia.
A día de hoy, el Pazo-Convento de Vista Alegre supone una de las paradas obligatorias al paso de cualquier viajero por esta villa marinera do Salnés. La entrada al espacio conforma una auténtica estampa de película, con un puente que atraviesa el río Con y da acceso al famoso arco de Vista Alegre, punto que marca la entrada al conjunto de edificaciones. Al mismo tiempo, en las fachadas exteriores, todavía pueden contemplarse los grandes escudos de armas y símbolos arzobispales de la época, entre ellos el emblema del Marqués de Vilagarcía.
Breve historia del Pazo de Vista Alegre
Pasados unos años desde su construcción, un devastador incendio acabó devorando toda la estructura de la torre de García de Caamaño. Sobre sus cenizas, a petición de Álvaro de Mendoza e Soutomaior, y con la ayuda económica del capellán de Carlos V y abad de Teverga (Asturias), Rodrigo de Mendoza, en el año 1545 se terminaría erigiendo el actual pazo.
El edificio se construyó en una ubicación privilegiada de esta localidad de las Rías Baixas, abarcando una buena parte del antiguo Castro de Alobre. Allí, a los pies de las marismas del río del Con y del viejo Camino Real ―que conectaba Cambados con Vilagarcía de Arousa y Santiago de Compostela― lució durante casi cien años la estructura original con sus dos torres laterales. No fue hasta el siglo XVII, tras una destrucción parcial por los fatídicos efectos de un rayo, cuando la torre sur sería retirada y trasladada al convento años más tarde.
El convento de las agostiñas
Alrededor del año 1645, el arzobispo de Santiago de Compostela por aquel entonces, Fernando de Andrade, ordenó construir el convento de las monjas agostiñas y comunicarlo con el pazo a través de un particular arco-pasadizo. Este elemento arquitectónico permitía a los señores del caserío acudir a las misas sin tener que salir a la calle y mezclarse con el pueblo llano.
El enclave sobre el que fue construido el convento acogía en épocas pasadas una pequeña capilla consagrada a San Cristóbal. La iglesia del convento, que recibe el mismo nombre del santo al que se rendía culto, no sería fundada hasta el siglo XVII. Bajo un marcado corte neoclásico, este pequeño templo se compone por una única planta rectangular con tres capillas laterales y una cripta en su interior.
La estructura granítica del convento denota una sencillez decorativa más propia del movimiento renacentista; y en su fachada aún pueden distinguirse los escudos y las efigies de los principales rostros de las sagas familiares que habitaron el pazo durante décadas, como los ya mencionados Soutomaior, los Mendoza e incluso los Caamaño.
Cambios en el tiempo
Como pasa con la mayoría de casas hidalgas que se conversan hoy en día, el de Vista Alegre también vivió los achaques del paso del tiempo y fue necesaria su reforma en varias ocasiones, modificando inevitablemente el aspecto original del mismo. Las primeras obras en su estructura se llevaron a cabo en el siglo XVII, y de nuevo un siglo después, dando como resultado la línea barroca por la que se caracteriza en la actualidad.
Pese a todo, el patrimonio arquitectónico del Pazo-Convento de Vista Alegre no es la única riqueza que alberga este gran caserón en Vilagarcía de Arousa. Por poner un ejemplo y hacernos una idea de la magnitud y el alcalde de la herencia de Vista Alegre, ya en el año 1633 se realizó un importante inventario en el que se contabilizaron, entre otros elementos, una infinidad de óleos y tapices flamencos e italianos de gran valor.
Tal y como había sucedido hasta la fecha, la titularidad del pazo fue fluctuando de unos a otros en las siguientes décadas: a principios del siglo XX el espacio fue sede del viceconsulado británico; después pasaría a las manos de Andrés Fernández, un indiano que había conseguido hacer fortuna en México gracias a la explotación de una mina; y ya en los años 20, la propiedad volvería a ser adquirida por sus antiguos dueños, los marqueses de Vilagarcía.