Del lujo a la ruina, el declive de las mansiones históricas de Vilagarcía de Arousa
Desde la Mansión de los Duques de Terranova, a la Casa del Lago o Villa Güimil, un recorrido por la historia de algunos de los edificios abandonados más emblemáticos de la localidad
15 enero, 2022 06:00- Puede interesarte: Lugares abandonados en Galicia con un toque muy siniestro
Existe un magnetismo inherente a los edificios abandonados, un halo de misterio que rodea su presente y hace a muchos preguntarse, o incluso imaginarse, cuál sería el principio de aquel fin. En la comarca do Salnés, Vilagarcía de Arousa vivió una época dorada que llenó sus calles de singulares construcciones, como es el caso de las famosas mansiones históricas de la villa. Desde la Casa del Lago o la Mansión de los Duques de Terranova en el entorno de A Comboa, a la reconocible Villa Güimil, cercana a la actual playa da Concha y de Compostela.
Estas mansiones de Vilagarcía de Arousa conformaban edificios emblemáticos de la localidad, que por su valor arquitectónico y patrimonial, bien habrían merecido una segunda vida. Pero nada más lejos de la realidad, en la actualidad no son más que el reflejo del declive más absoluto, del lujo a la ruina en apenas décadas. Tesoros maltratados por el paso del tiempo y el abandono. Todo un patrimonio que se desvanece sin freno como sus elementos ―desde los tejados a las ventanas―, y con ellos, también un pedacito su historia.
La Mansión de los Duques de Terranova
Una de las viviendas más icónicas de Vilagarcía de Arousa se ubica a escasos metros del puerto y el Jardín botánico Enriques Valdés Bermejo, en la recta de la rúa Valle-Inclán. Hablamos de la popular Mansión de los Duques de Terranova, 38.000 metros cuadrados de superficie olvidados a su suerte desde los años 50 del siglo pasado.
La vivienda fue construida alrededor del año 1881, de la mano de la saga familiar. La estructura se compone de tres plantas repletas de estancias y habitaciones de techos altos, una imponente galeria en su entrada, capilla interior y cientos de ventanales que le valieron en su día el apodo de "la casa de los cristales". Su actual imagen, sumida entre la maleza y en un estado ruinoso, es el resultado de un extenso historial de rencillas familiares y el abandono por parte de sus últimos propietarios.
En la actualidad, los Duques de Terranova ya no son los propietarios de la mansión. Entre herencias y repartos de propiedades, a principios del siglo XX la vivienda terminó en manos de la rama familiar de los Medina de las Torres. Después, la ampliación de los mulles en la zona sería uno de los factores que incentivaron el abandono de la casa por parte de sus dueños, que terminaron por tapiar la planta baja de la noche a la mañana.
Aunque desde entonces han surgido algunas ideas para rehabilitar esta propiedad histórica, hasta la fecha ningún proyecto ha conseguido salir adelante. Una de las propuestas más sonadas fue la del arquitecto local José Luis Paulos hace unos años, que consistía en la reconversión de la mansión en un flamante hotel de 4 estrellas.
La casa junto al lago
En pleno casco urbano de Vilagarcía de Arousa, en la zona que conforma la pequeña laguna de A Comboa, las ruinas de la conocida popularmente como casa del Lago esconden su apariencia entre la frondosa naturaleza. Esta vivienda fue construida por la familia Calderón hacia finales del siglo XIX, a orillas de un mar que hoy en día ya no existe. Hace décadas, el nivel del agua alcanzaba la zona que en la actualidad ocupa la carretera y las naves industriales del puerto de Vilagarcía de Arousa.
La desatención de los dueños, así como un devastador incendio en el año 2002, terminaron por consumir a la histórica mansión. Hace un par de años, el Liceo Casino trató de sacar adelante un proyecto de revitalización del espacio, la casa y sus alrededores. El objetivo era el de crear un exclusivo complejo de ocio con pistas de pádel, tenis, gimnasio, piscinas e incluso un campo de fútbol. Pese a todo, finalmente el proyecto nunca vio la luz.
También en esta ocasión, a la cabeza del plan se encontraba el arquitecto José Luis Paulos. La intención del constructor era la de inspirarse en dos de las viviendas habitadas existentes en el entorno de A Comboa para mantener la estética original del palacete. Estas dos imponentes casonas del lago, que pueden admirarse desde la carretera, pertenecen a la familia González-Garra. A diferencia de la casa en ruinas, los propietarios de estas mansiones sí han conseguido mantener tanto las estructuras como sus exteriores en perfectas condiciones pese al paso del tiempo.
Casa Deza
Enmarcada en una zona privilegiada entre los jardines de Enrique Valdés Bermejo y el Pazo-Covento de Vista Alegre, la casa de la familia Deza es otro de los símbolos más evidentes del deterioro patrimonial tan extendido en el municipio arousano.
En la actualidad, este espectacular edificio de varias plantas conserva en su estética decrépita un cierto aire señorial reflejo de su pasado aristocrático. En un vistazo desde la calle de Vista Alegre, la fachada ―tapiada a cal y canto tras la presencia de okupas― se muestra marcada por pintadas y señales visibles de los incendios que arrasaron la propiedad en numerosas ocasiones.
Villa Güimil
En la actual avenida Rosalía de Castro, y a escasos metros de la playa da Concha, las ruinas de Villa Güimil representan la última huella arquitectónica de lo que en su día fue el antiguo Barrio de la Prosperidad. Esta casa indiana, flanqueada por dos símbolicas palmeras (ya lo dice el dicho: "si hay palmera, es casa indiana"), fue edificada ya a principios del siglo XX.
Los artifices de la construcción indiana fueron el matrimonio formado por Concepción Güimil Hermida y Luciano Martínez Piñeiro, que alrededor del año 1908 regresaron a Galicia para asentarse en este rincón de las Rías Baixas. El padre de Concepción era oriundo de Vilagarcía de Arousa, por lo que esa fue una de las principales razones que llevarían a la pareja a levantar esta emblemática mansión en la zona.
La lacra del abandono consumió a esta casona tras la muerte de sus últimos propietarios. En el año 1975, los hijos del matrimonió habían decidido poner a la venta la casa familiar por la imposibilidad de mantener la propiedad. Tiempo después, el estallido de la burbuja inmboliaria terminaría por agravar la situación de esta singular edificación en el Barrio de la Prosperidad.