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Basta con cerrar los ojos y dejarse llevar por los sonidos. El agua corriendo, las ramas aplaudiendo el paso del viento, o los pájaros celebrando a coro vivir en el paraíso. Costa Rica es naturaleza y exuberancia: la vida rebosa por todos sus rincones y en ello reside gran parte de la fascinación que el país causa al visitante. Pero tal don requiere de una gran responsabilidad: cuidar un territorio tal exige un compromiso absoluto por parte de sus habitantes y de sus autoridades.
Puede que Costa Rica no sea una referencia económica de primer orden. Es un país pequeño, en el que la vida se desarrolla tranquila. Sin embargo, los datos señalan a la nación centroamericana como una potencia verde: en su territorio se encuentra el 5% de la biodiversidad del planeta y el 3,5% de la vida marina mundial. Si tenemos en cuenta que su extensión es muy inferior al 1% del globo, pocos lugares pueden competir por el título honorífico de lugar con la mayor riqueza biológica: más del 25% de su espacio está protegido, de una manera u otra, por el Sistema Nacional de Áreas de Conservación.
El premio de asumir el reto
Es un afortunado privilegio que su territorio esté enmarcado por dos océanos y que los volcanes hayan modelado su mapa. En sus límites se cuentan hasta 26 parques nacionales y ocho reservas biológicas que obligan a la población a ser vigilante y cuidadosa con la ecología. Pero Costa Rica ha sabido asumir el reto y ha tomado la sostenibilidad como parte de su propia identidad.
Y el resultado es envidiable. En 2015, por ejemplo, el país consiguió generar el 99% de su electricidad mediante energías renovables y actualmente buena parte de su agricultura o industria responde a modelos sostenibles. Es una apuesta decidida que ha servido para posicionar a Costa Rica como el primer destino líder en ecoturismo. Los visitantes comprueban cómo este afán por conservar la naturaleza es una tarea en la que se implican todos los estamentos del país.
La sostenibilidad empieza en casa
Esto es así porque el éxito de esta forma de viajar está no tanto en lo que se tiene sino en el valor añadido que aporta su conservación. En esa tarea adquieren especial trascendencia las comunidades locales, que actúan de salvaguarda de los espacios naturales, de la flora y de la fauna autóctona. Costa Rica tiene más de medio millón de especies animales y de plantas y sólo la activa participación de sus ciudadanos puede ayudar a conservarlas.
De hecho, los beneficios resultan evidentes. Si hace casi tres décadas la superficie boscosa había caído a un 21%, hoy en día es de los pocos países del planeta que, habiendo ya superado el 52%, sigue recuperando sus zonas más frondosas. Es importante porque supone regenerar ecosistemas en los que habitan especies animales y vegetales únicas, especialmente en las zonas declaradas por la UNESCO Patrimonio Mundial: Isla del Coco, Parque Nacional de la Amistad y el Área de Conservación de Guanacaste.
Costa Rica, sostenibilidad exuberante es un contenido elaborado con la colaboración de Turismo de Costa Rica.