Puentes y puertas custodian el acceso al, hoy, casco histórico y sirvieron para controlar las entradas y cobrar impuestos. La convivencia secular de musulmanes, judíos y cristianos le valió a Toledo el título de “ciudad de las tres culturas”. Protegida por murallas y torreones, aquella capital de reinos y ahora de gobierno, atesora una historia milenaria. Ciudad medieval, Patrimonio de la Humanidad, de vida moderna y pausada. Urbe repleta de piedras mágicas que cuentan historias.
Ciudad imperial amurallada
En el exterior de la muralla toledana, en una elevación rocosa, aparece el imponente Castillo de San Servando. La construcción, de arquitectura militar mudéjar, ejerce actualmente como albergue juvenil. La fortaleza defensiva medieval sabe de leyendas y fantasmas y es un magnífico mirador sobre la ciudad. El castillo está unido al Puente de Alcántara y siempre ejerció una protección muy eficaz sobre el acceso.
El magnífico Puente de Alcántara, de origen romano, fue reconstruido bajo el gobierno de Almanzor y aún conserva algún mármol de época visigoda. A lo largo de los siglos ha sido modificado en varias ocasiones, aunque mantiene su estructura de tres ojos y puertas fortificadas en los extremos. Al-Qantarah, el puente, fue la vía utilizada por los árabes para unir Córdoba con Zaragoza, y el punto de control de entrada en la alcazaba. La Puerta de Alcántara, un arco de herradura flanqueado por dos grandes torres cuadradas unidas a la muralla, es el portal más antiguo del casco histórico.
La ciudad amurallada es todo un compendio de construcciones y estilos. Árabe, mudéjar, románico, gótico o renacentista se reflejan en palacios, iglesias, sinagogas y mezquitas. Piedras mágicas, de construcciones toledanas, que conservan la memoria de una ciudad imperial.
El emblemático Alcázar es la fortaleza situada en el punto más alto de la ciudad. El enorme edificio rectangular tiene su origen en época romana. Pero, fue Carlos I quien construyó el palacio actual y trasladó la corte a Toledo, en el siglo XVI. El mismo siglo en el que El Greco pintó su famosa obra El entierro del Conde de Orgaz. Una impresionante pintura, de casi cinco metros de altura, que refleja los funerales del Señor de la villa de Orgaz oficiados en el mismo templo en el que se expone la obra, la Iglesia de Santo Tomé.
Cerca del Alcázar, la magia se hace presente. Callejones como el del Infierno o el del Diablo, simbología vinculada a ritos y creencias medievales, leyendas y subterráneos, son capaces de desatar la imaginación de los más curiosos. La Calle de San Miguel esconde muchos enigmas. La Iglesia de San Miguel el Alto, vinculada a la Orden del Temple, oculta pasadizos secretos que utilizaron aquellos monjes guerreros. Las angostas callejuelas siguen contando historias de caballeros templarios y artes mágicas.
Toledo encierra bajo el suelo termas, bodegas, aljibes, túneles y criptas, como las Cuevas de Hércules. Cuenta la leyenda que el gran héroe griego Heracles, Hércules para los romanos, construyó palacios en el interior de las cuevas en los que guardó tesoros como la mesa del rey Salomón. Un lugar en el que, dicen, se practicó magia y alquimia.
La Catedral de Toledo comenzó a construirse en el siglo XIII sobre una iglesia visigoda, también tuvo actividad como mezquita. La Catedral Primada de España resulta imponente con su torre de 92 metros y sus tres puertas de acceso en la fachada principal, la del Perdón, la del Infierno y la del Juicio que linda con la capilla mozárabe. Una capilla simbólica porque el Cardenal Cisneros la destinó a la restauración del rito mozárabe en Toledo. La Sacristía está adornada con obras de El Greco, Tiziano, Van Dyck o Goya. Una catedral con arte en todos sus espacios.
La Ermita de Cristo de la Luz, edificada en el siglo X, es una joya de la arquitectura hispano-musulmana y mudéjar. Fue una pequeña mezquita en la época califal y hay quien afirma que está inspirada en la mezquita de Córdoba. Varios siglos después, fue conocida como Iglesia de la Santa Cruz y perteneció a los Caballeros de la Orden de San Juan. Sin embargo, como mezquita recibía su nombre de la Puerta de Bab al-Mardum, puerta tapiada en árabe, Valmardón para los castellanos. Es la puerta más antigua de la ciudad amurallada. Muy cerca se encuentra otro acceso conocido como la Puerta del Sol, construida por los Caballeros Hospitalarios en el siglo XIV. Una puerta con marcado carácter árabe, con arcos de herradura entre una torre semicircular y otra cuadrada.
Los arbustos espinosos, que abundaban en la zona, dieron nombre a la Puerta del Cambrón. Otra puerta monumental con arcos, dos torres, cuerpo renacentista y origen árabe, que da entrada a La Judería. En sus callejuelas estrechas trabajaron y habitaron rabinos, poetas, hombres de letras, artesanos y comerciantes que convirtieron a la comunidad judía toledana en la más rica del Reino de Castilla durante los siglos XII y XIII. La Sinagoga del Tránsito está considerada la sinagoga medieval más bella y mejor conservada del mundo y alberga el Museo Sefardí. Llegar a la Judería resulta sencillo atravesando otro de los maravillosos viaductos sobre el Tajo, el antiguo y hermoso Puente de San Martín.
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